｡ 💮 : ﾟOne-Shots. Spruan ★ .・゜゜・

-., Unholy

Spreen, un empresario con bastante dinero y muchísimos pretendientes.
Roier, su esposo.
Bobby, su pequeño hijo junto a Ramón, un lindo niño.

Spreen y Roier llevaban una relación bastante tóxica, tanto así que no soportaban mirarse ni dos segundos. Esto los niños lo sabían pues sus padres peleaban por la relación tan tóxica que llevaban encima, teniendo así, bastantes problemas con los niños de su escuela, siendo niños que sufren de bullying, ellos no saben el porque, no habían hecho nada malo para recibirlo, sin embargo, lo reciben igual.

Spreen hablo con los profesores, padres y directores encargados de criar y educar a los niños de el colegio donde Ramón y Bobby iban, pero no solucionaron nada.

Este día, Spreen no soporto más, Roier estaba gritándole por las cosas que hizo en su pasado cuando estaban juntos siendo una feliz pareja.

— ¡¡YA CÁLLATE ROIER!! No quiero volver a escucharte, me haz puesto demasiado nervioso como para que yo pueda lidiar con más problemas de los que ya tengo en el trabajo. Todos los días son gritos tuyos y tu, no haz hecho nada más que gritar gritar gritar ¡¡MIS PADRES TENIAN RAZON!! ¡¡ERES UN IDIOTA!! — Roier abrió y cerró la boca indignado por lo que le habían dicho sus suegros, los padres de Spreen, se acercó a el y le dió una bofetada en el cachete haciendo que este se quede rojizo y marcada su mano en la mejilla de Spreen.

— ¡No me vuelvas a alzar la voz, estúpido! ¡Estoy harto de ti y de tus insultos hacia mi! ¡Nunca debí casarme contigo, nunca! — gritó el menor retirándose de la oficina de su esposo.

Spreen se quedó callado al escuchar eso, miro a Roier con ojos cristalinos y viendo como su esposo salía de su oficina con rabia y enojo en sus venas, y el, incluyendo una bofetada suya en la mejilla.
Su nariz se torno de un tono rojizo y hizo una mueca de tristeza mirando al piso.
Sus piernas temblaban levemente y sus manos estaban frías al igual que el resto de su cuerpo. La mejor manera de hacer pasar este mal rato era con algo que lo animará.

Siempre obtuvo lo que quería de la manera más práctica y fácil, de todos modos el era un empresario famoso ¿Verdad?

Cada uno de sus amigos lo había nombrado a la perfección, no se había olvidado de ese maravilloso mundo de fantasía donde todos sus deseos eran cumplidos gracias a unos hermosos chicos de lindos cuerpos. Oh, pero había uno en especial, el cual Spreen adoraba.

Era uno de sus favoritos, desde que lo conoció siempre fue amable con el y lo trataba con delicadeza, sabia estar a su nivel y tratarlo como un rey cuando se encontraban en privado o en público, de las dos maneras siempre era lo mismo con el.

Recordaba su nombre, Juan Cubito.

Uno de los strippers más famosos de el pueblo y uno de los más amados por la comunidad, sin embargo, siempre habían haters que tiraban mierda a Juan diciéndole que su cuerpo era de plástico. Pero estos estaban en lo incorrecto, pues Juan era más bien un chico real, no tenía operaciones en su cuerpo para hacerse más sexy de lo que ya era en realidad. A Spreen le gustaban los chicos naturales, que va, en verdad no le importaba si eran reales o de plástico, simplemente quería divertirse a la manera en la que solía hacerlo cuando estás cosas sucedían.

Miro a su cajón con ojos cristalinos, los cuales, fueron cambiando al momento de abrir el cajón de su escritorio, lo primero que vio fueron papeles amarillos y cartas de sus pretendientes, las guardaba para leerlas más tarde por si se sentía egocéntrico de repente.
Aparto todos esos inútiles papeles de su campo de vista y una traviesa y a la vez lujuriosa sonrisa se dibujo en sus labios pomposos y suaves.

La pequeña tarjeta de invitación al local donde se encontraba Juan Cubito.

La sostuvo con la yema de sus dedos y la miro, era una tarjeta blanca con letras en color rosado que decían "The Body Shop", era un lugar al cual sus amigos le habían invitado una vez para su cumpleaños, sabiendo que su amigo multimillonario era muy inocente, no tanto como para no saber que estos lugares eran algo muy atrevidos.