𝐗𝐈𝐈

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Capítulo doce.

El día después de otra luna llena

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Remus no recuperó la conciencia de inmediato

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Remus no recuperó la conciencia de inmediato. Antes de ver u oír algo, sintió sus huesos, su carne y su piel. Sintió las heridas por todas partes.

De nuevo.

También había contacto, una mano ligera y cálida en un lado de su cabeza, un pulgar acariciando su cabello. Era el toque lo que le recordaba que, en muchos sentidos, todavía era un niño, a pesar de ya tenía catorce años.

Despertó lenta y suavemente. El aire que respiraba ya no era frío y olía a desinfectante y a menta. La gravedad se apoderó de él y se inclinó suavemente sobre las sábanas almidonadas que se fusionaban a su alrededor, hacia una hendidura en el colchón donde su cuerpo enroscado encajaba perfectamente.

Abrió los ojos y había luz, una dorada mañana de enero. Habían pasado más de doce horas y probablemente llegaría tarde a...

—Pociones —gruñó.

—Prioridades —escuchó como respuesta. Después de unas treinta lunas, no necesitaban muchas palabras.

Remus juntó mentalmente sus extremidades, incluso si temporalmente no estaba seguro de su forma o de cuántas le quedaban. Luego, intentó levantarse sobre sus brazos. Esa mano en su cabeza aplicó una mínima presión.

El rostro joven y redondo de Poppy Pomfrey se mostraba absurdamente serio cuando negó con la cabeza. 

—Todavía no —ordenó ella. 

Luego no dijo nada durante un largo rato, solo lo miró con la misma expresión lastimera. Y a él le molestaba, le molesta estar allí. Si tenía que ser un adolescente, ¿por qué no podía simplemente estar en Pociones ahora mismo? Derretir su caldero en paz, como un chico normal. Como James, Roselind, Peter y Sirius.

Remus la miró fijamente hasta que ella se dignara a decirle qué era lo que había salido mal esta vez.

—El lobo —dijo finalmente, mirando hacia otro lado—. ¿Dirías que está creciendo?

₁ 𝐋𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐩𝐢𝐧𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐫𝐨𝐬𝐚 ━ 𝐌𝐞𝐫𝐨𝐝𝐞𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬Where stories live. Discover now