، 🐾 : Capítulo 02

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El día empezaba como cualquier otro. Él estaba en su pequeña sala sentado tomando su café matutino, la hora pasaba lenta y la casa estaba en silencio, no había nada más que él en ella, y de algún modo se sentía... vacía.

El silencio que había en ese lugar lo abruma, a veces piensa que no vendría mal algo de compañía, pero no conoce a nadie.

Jeon Jungkook, un alfa recién llegado a Seul. Sus padres son dueños de la pequeña gran empresa "The Jeon" y él como único hijo tiene que venir a ayudar. Y si, tuvo que dejar toda su vida en Busan y venirse lo más pronto posible.

A nadie le importó sus cortos 20 años, a nadie le importó que no entendiera casi nada del asunto, a nadie le importó que no fuera criado para estos tipos de cosas.

Jungkook fue educado para ser omega, todos presentían que el rizado iba a ser aquello, ¿y quién dudaría si veían al pequeño Jungkook, tan dulce y delicado, tan pequeño y frágil, tan atento y cariñoso, tan adorable y hermoso? ¿Quien iba a dudar si Jungkook vivía jugando a las muñecas?, ¿quien iba a dudar si le gustaba más jugar a la mamá que al papá? No cabía duda, ese pequeño tenía que ser omega. Así que fue criado como tal, se le enseñó a cocinar, a servir a un alfa, a cuidar la casa y los hijos, a como combatir un celo siendo omega, a como verse y como vestir. Se crió como todo un omega y no supo que hacer cuando se reveló como lo que es... un alfa.

A sus quince años se reveló como tal y no supo como actuar, no supo qué hacer, su aroma era potente y territorial, tal como debía oler un alfa, ¿dónde estaba el olor a jazmines que se supone que tenía? Los dolores no eran como se lo describieron, el aroma no era ese dulce y delicado, ¿así se siente un omega cuando se presenta? Su madre supo qué hacer, pero él estaba perdido, él realmente estaba perdido.

Al terminar su celo le dijeron que no era lo que pensaron, que toda su crianza fue en vano y de un día para otro tuvo que aprender a ser un alfa. Su vestir ya no era colorido y lleno de flores, ahora usaba jeans negros y camisas, ya no podía pasar horas en la cocina, ahora tenía que aprender a manejar el negocio, tenía que aprender a lo que era un trabajo. El cambio fue duro y difícil, no quería ser un alfa. Quería poder ser vulnerable y dulce sin que le reprocharan nada, no quería ser lo que es, pero era lo que le tocó, la naturaleza es difícil y más si no quieres ser lo que eres.

Aprendió a ser duro y correcto, a no llorar y no lucir vulnerable al frente de nadie, aprendió a como manejar medianamente la empresa, aprendió a que la cocina no podía ser su lugar y tuvo que aceptarse por más que no quisiera. Y ahora esta allí, con un traje pulcro y bien planchado, sin ninguna arruga, tomando rumbo para el negocio.

Su auto tuvo una pequeña falla el día de ayer y le dijeron que se lo darían en unos días, así que hoy era su primer día viajando en tren, y si, estaba nervioso. No conocía nada en ese lugar y temía poder llegar a perderse. Por lo que algunos colegas de su padre le habían dicho que tenía que cruzar un parque y caminar un poco, luego ahí encontraría la gran estación.

Tomó su portafolio, su celular, billetera y sus llaves, y fue rumbo a la empresa. El día estaba soleado, algo que por lo que se había dado cuenta era menos habitual de donde venía. Seul era bello, en las noches lucía como todo lugar que se debe admirar. Personas caminando en la iluminadas calles, personas comiendo afuera de algún restaurante, era hermoso admirar todo aquello, pero era triste no tener a nadie.

En sus cortos dos meses de residencia en el lugar no encontró a nadie con quien salir, o bueno, mejor dicho no encontró a nadie que pudiera llamar su atención. Todas las personas con las que se cruzó en este poco tiempo no tenían nada que llamase su atención, todos se vivían quejando de sus lujos y de su trabajo, no era nada que no haya visto ni escuchado antes. Además nadie se interesaba en él, solo lo veían como el hijo del dueño. Nadie se interesaba en sus gustos, en como era de persona o algo tan simple como en su día, no, así no eran sus charlas en el trabajo. Todos le comentaban sobre nuevas propuestas, un ascenso, un adelanto o solamente lo llenaban con papeles para firmar y leer, era agotador. Nadie se tomó el tiempo de conocerlo verdaderamente.

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