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Mentiría si dijera que no tengo la llamada "espinita de la curiosidad" desde que atrapé a mis hermanos a punto de besarse. Pensaba que Allison me podría ayudar a buscar un outfit para la primera gala privada que haría nuestro padre en la academia.
Hoy nos dará a conocer ante sus amigos íntimos como los "únicos y nuevos superhéroes de la ciudad". Con tan solo siete años, aún seguimos pensando que nadie nos tomará en cuenta. Aún así, órdenes son órdenes de nuestro mayor así que no queda más que buscar los mejores trapos. Eh ahí en dónde caché a mis hermanos a punto de intercambiar saliva.
Al principio se me hizo lo más asqueroso del mundo y después me hizo abrir los ojos antes dos cosas que jamás olvidaría.
Número Uno: Tener como recordatorio no volver a entrar a la habitación de Allison sin tocar o me recibirá con un zapato volador y una maldición de por medio que me hará rezar diez ave María.
Y Número Dos: ¿Qué se sentirá tener el primer beso?. ¿Con quién lo daré?. ¿Enserio lo daré o moriré en el transcurso?.
Demonios.
La vida si que está difícil pa'.
- ¿Qué tanto piensas?. Te vez más tonta de lo normal.- bromeó Cinco con una sonrisa.
Me gustaba su sonrisa, no tanto por como las creaba (a través de burlas) sino por la paz que trasmite y por dejar ver en todo su esplendor el diente que le falta en la parte de adelante. Maldito, al parecer el ratón de los dientes tiene a sus preferidos.
También soy tu hija, Diosito.
- Vete a molestar a otro lado chimuelo.
- Oye, sin insultos. Cómo sea. ¿Qué rayos le pasa a papá con dejar mucha tarea?.- soltó molesto dejando la libreta sobre la mesita del centro de la sala.- Eso si, lo digo por ustedes los menos inteligentes.- lo ví mal.- Bien, tu no cuentas.
Era de saberse que Cinco y yo teníamos cierta competitividad para ver quién de los dos es el más inteligente. Y al ser unos niños apenas, hemos traído ya muchos reconocimientos, diplomas o premios a la academia por parte de concursos matemáticos o de otro tipo de concursos. Hasta ahora, vamos empatados.
- Aunque eso sí, Allison y Luther no se pueden quedar callados por unos minutos. Sus risitas chillonas me sacan de quicio, me dan jaqueca y no me permiten concentrar con la maldita tarea.- golpeó el sofá.
- Lenguaje, cariño.- mamá llamó su atención pasando de largo.
- Perdón mamá.- murmuró apenado.
- Sobre lo de los tortolitos, dejalos ser. Créeme, es mejor eso a que Allison te golpeé con un zapato.- Cinco me miró confundido al verme temblar por un escalofrío.
