Capítulo 4 - ¡Jamás confías en mí!

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—Escuchen, me gustaría extender mis operaciones a sus países, pero francamente sus métodos son demasiados violentos— hablo Reyes caminando a paso lento alrededor de los dos hombres. —Les contaré una historia, hace quinientos años los portugueses y los españoles llegaron aquí para quitarle las tierras a sus nativos— decia a la vez que les servía licor en sus copas. —Llegaron los españoles con sus armas queriendo probar quien era el más fuerte. Los nativos asesinaron a los españoles— regreso a su lugar e hizo lo mismo con su copa. —En lo personal, prefiero el método de los portugueses, llegaron con obsequios: espejos, tijeras, esas tonterías, cosas que los locales no podían conseguir solos. Para seguir recibiéndolos debian de trabajar para los portugueses, y por eso los brasileños hablan portugués— explicaba Reyes de una forma tan eficaz que los dos hombres presentes le prestaban toda su atención. —Ahora, si dominas a un pueblo con violencia, tarde o temprano peleará porque no tienen nada que perder y esa es la clave. Yo voy a las Favelas y les doy algo que perder, electricidad, agua potable, escuelas para sus hijos, y por esa gota de mejor vida, soy su dueño— sonrió satisfecho, y para ser sinceros impresionaria a cualquiera que escuchará aquel discurso. —Caballeros.

Los tres presentes en la habitación tomaron el licor que contenían sus copas, pero fueron interrumpidos por el toque en la puerta y seguido de ello entro Zizi.

Perdon por la interrupción— dijo inmediatamente al entrar. —Señor Reyes, ¿Puedo hablar con usted?— el mencionado dejo su copa sobre la mesa y miro seriamente a Zizi. —Los encontramos.

Perdonenme, caballeros— se levantó y siguió a Zizi afuera de aquella habitación para hablar de ello.



[....]

Regresando con la familia Toretto. Vince volvía a entrar, pero está vez a escondidas de sus amigos, tenía que sacar lo que se suponía que a Reyes le pertenecía y entregárselo, pero sin duda el resto no pensaba hacer lo mismo.

Cuando estaba sacando noto que era un tipo chip, se quedó unos segundos observándolo, «Todo por está pequeña cosa» fue lo que pensó Vince al ver aquel pequeño objeto, pero un ruido a sus espaldas lo alarmó por lo que rápidamente se giró y vio a Dom parado detrás de él.

—Casi desearía no haber visto eso— dijo Dom, mientras se acercaba a Vince, el cual al escucharlo soltó el chip al instante. —Casi, Vince.

—Espera, Dom— levantó un poco las manos, mostrando que no tenía nada en ellas.

—Mia y Laila estaban en ese tren— no se sabe cuánto tiempo paso, pero Dom ya estaba justo enfrente de Vince y segundos después ya lo había estampado contra la pared. —¡Mis hermanas!

—¡No lo sabía!— se defendió Vince. —¡Te lo juro! No haría nada para hacerles daño.

—Tu lo planeaste todo— Vince no podía creer que Dom fuera capaz de pensar que él sería capaz de hacerle daño a Laila o a Mia.

—Creí que el trabajo eran los autos. Yo no lo sabía, lo único que quieren es el chip

—¡Idiota!— golpeó Dom la pared que había detrás de Vince. —No tenías que mentir.

Estaba más que claro que los demás escuchaban aquellos gritos por lo que ambas hermanas salieron seguidas de sus dos chicos.

—¿Qué ocurre aquí afuera?— dijo Mia, siendo la primera en preguntar.

—Nada— respondió Dom alejándose de Vince, y dirigiéndose a sus hermanas.

—¿Nada?— cuestionó Laila, pero Dom decidió no contestar a su hermana.

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