Octavo recuerdo

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¿Que estaba mal con mi vida? Veia muchas personas sonreír genuinamente como si no les afectara nada en la vida.

¿Por qué no podía ser como ellos?
Estaba en una cena con mis padres y uno que otro CEO de las empresas de la que mi padre estaba asociado. Haein estaba a mi lado conversando también muy carismático con esas personas.

Y yo apenas podía sonreír. Especialmente hoy no tenía ganas de nada. Veía la comida con pocas ganas, y siquiera Dalgom me había levantado el ánimo como los días anteriores.

¿Debía ser más valiente para controlar mi vida?

—Jichu, tu expresión no se ve bien. —susurró Haein en mi oído, y no era mentira. Cuando levanté la mirada, muchos miraban con "Discreción" hacia donde yo estaba.— Ella no merece que estés así.

Mis ojos cayeron en él, quien sonreía levemente y con todas las intenciones de levantarme el ánimo, pero es que por más que yo quisiera, era como si mi cuerpo no lo permitiera.

—¿Quieres un poco de aire?

Quien fuese que nos viera diría que somos una pareja muy hermosa, tierna y atenta por como me habla al oído, o cómo acaricia mi mejilla.

Ante los ojos de los demás.

—Si. Necesito respirar.

—Te llevo afuera.

Se levantó de la mesa, no dió explicaciones a nadie y me indicó que rodeara su brazo para guiarme hacia el jardín de su casa.

—¿Van a regresar?

—No. —dijo cortante a su padre.

Salimos del enorme comedor y rápidamente, —como si nos estuviesen persiguiendo y él quería escapar a toda costa— habíamos llegado a dicho lugar en solo segundos, y creí que sería hasta ahí, pero nos adentramos al laberinto también.

—Haein.

No respondía, simplemente nos adentramos a ese lugar que jamás conseguí la salida si no fuese por él.

Íbamos tan rápido que mi respiración estaba acelerada, e incluso había sudado en ese trayecto que recorrimos.

Me impresionó como llegó allí con sólo la Luna brillando.

—Jisoo Kim, libéralo. —ladeé mi rostro cuando extendió sus brazos con su mirada sin apartarse de mi.

No sabía de qué estaba hablando.

—Sé que te duele, no finjas.

—No lo estoy haciendo.

Mis ojos picaron, mi garganta empezó a formar un nudo y mi corazón se sentía presionado contra mi pecho cuando dije aquello.

Claro que era mentira, pero ¿Acaso importaba lo que yo sentía? Nada iba a arreglar, nada iba hacer que desapareciera esa asfixiante sensación que causaba el solo pensarlo.

—Tu mirada expresa dolor, tonta. Lo sé. —sus pasos recortaron la distancia que nos separaba y sus brazos fueron como prisiones para mí, mientras mi rostro quedaba contra su pecho— Aquí nadie va a escucharnos, libérate.

Y eso fue lo suficientemente impactante para que lágrimas empezarán a fluir lentamente por mis mejillas con mis manos aferrándose a su camisa.

Dolían. Malditamente dolía saber que no la iba a ver más, y dolía mucho peor el saber que la amaba a ella. Solo tenía ojos para esa chica. ¿Y quien no? Lalisa Manoban era hermosa, atenta, cariñosa, con un trabajo ahora estable, y con un paquete que la complacía de verdad.

A Tu Disposición | Chaesoo (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora