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Mamá... ¿mami?

La voz de su pequeña era totalmente inentendible para ella por aquel golpe que su marido le había dado. Estaba entre la inconsciencia y la conciencia cuando su hija estaba moviendo su hombro para que le respondiera.
Pero están muy desorientada para hacerlo.

Su pequeña, por otra parte, dejó las manos sobre su pancita que no paraba de rugir. No la habían alimentado desde hace horas.

—Maldita sea —la pequeña volteó hacia la puerta de la habitación de su mamá y su padre estaba de pie, mirándola extraño con una botella de alcohol en su mano.

En ese momento trató de despertar a su madre para que evitará lo que iban hacerle, pero la mencionada seguía totalmente fuera de sí, por lo que apenas con sus ocho añitos, se interpuso entre su padre que sólo la miraba indiferente y su madre que estaba inconsciente.

No quería que la golpeasen otra vez, y mucho menos llevar golpes, pero no quería que siguiera con aquellos maltratos que no tenían sentido para la pequeña.

Y ella siempre se hacía la valiente, aún cuando su cuerpo temblase de miedo.

—Ja, ¿Qué mierda haces? —masculló el hombre al ver como el pequeño cuerpo se atravesaba para su objetivo, y poco le importó darle una fuerte bofetada para que su camino quedase libre.

La pequeña cayó contra el suelo, el fuerte estruendo de su cuerpo golpeando el piso se escuchó y sus sollozos no se hicieron de esperar. Su mejilla dolía como el demonio.
Pero lo que más le dolía era ver como su padre tomaba a su madre por el cabello y la volteaba tomando sus piernas desnudas para hacer aquello que... no quería ver.

Juntaba sus piernas contra su pecho y ocultaba su cabeza entre las mismas para evitar hacerlo mientras sollozaba.

¿Por qué su padre hacia eso? ¿Por qué?

Eras las preguntas que pasaban por su pequeña cabeza siendo de esa edad. No entendía porque las golpeaba, porque las tenía así y porqué le hacía eso a su madre cuando no estaba siquiera despierta.

No lo entendía, pero su madre le ordenaba antes de que ocurriese que se cubriera los oídos y jamás abriera los ojos. Y la pequeña obedecía.

—Veamos si de esta manera el bebé será mío.

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—Mierda... jodida mierda... —agarró la cabeza entre sus manos por el dolor que tenía, y jadeó levemente.

Aquellos dolores seguían apareciendo con esas... ¿pesadillas? Tenían que hablar con el doctor acerca de eso para saber si eran recuerdos y otra cosa.

Bueno, la doctora, después de que se presentó supo que no era un imbécil... sino una imbécil. Sin embargo, almenos tuvo la amabilidad de decirle su nombre entre otras cosas básicas que debía saber.

Roseanne Park.

Dijo su nombre muchas veces, pero en su cabeza jamás llegó algo que se relacionara a él. También supo que no estaba en Nueva Zelanda, sino en Corea desde hace 9 años, sus padres murieron, y solo están sus abuelos y otros familiares allá donde nació.

Roseanne se sintió extraña cuando no reaccionó a la muerte de sus padres. No sintió siquiera aquel dolor cuando pierdes a un ser querido.

No sabía que estaba pasando, la verdad.

Todo era demasiado confuso. Y le estaba empezando a molestar que no recordara siquiera el coreano.

Señorita, ¿se encuentra bien?

—Aparte de tener cero recuerdo, si, lo estoy —Roseanne vio como le tendió un pañuelo cuando se quitó las manos de su rostro y la miró confusa— ¿Qué?

Tiene...

La chica solo señaló sus mejillas para que entendiera el motivo de su gesto y Rose rápidamente palpó sus mejillas, notando la humedad de las mismas bajo su tacto.

Expresaba demasiada confusión, y tomó aquello para limpiar su rostro.

¿Por qué estaba llorando?

—Es normal que se sienta frustrada, pero pronto sus recuerdos llegarán. —la reconfortó la chica con una pequeña sonrisa, siguiendo con su labor con los chequeos que debía hacerle a su paciente.

Sin embargo, Roseanne no se sentía frustrada aún, no tanto como para llorar por algo así. Aquellas lagrimas de habían brotado por algo más extraño... y estaba segura que fue aquel sueño.

La doctora vendrá a darle una información importante. Puede decirle sobre sus dudas para que le dé una opinión médica —hizo una reverencia a la chica de ceño fruncido que tenía la mano en su sien, mirándola extraño, y se retiró.

Roseanne cada vez más se sentía extraña. No se sintió tan extraña cuando aquellas chicas vinieron a informar que serían sus cuidadoras.

No le importaba, sólo quería que su memoria regresase. Le daba igual que la de mirada felina fuese pareja de la mirada vacia. Qué, tampoco comprendía, para que mierda se lo había dicho.

Roseanne no le interesó para nada ninguna de las dos, aún cuando haya conversado tranquilamente con una de ellas.

Claro, si sintió algo familiar cuando la chica se había sonrojado por un motivo desconocido, pero eso también había pasado con la otra por lo que no era nada especial para tomarle importancia.

Lo importante era recuperar su memoria, e irse con sus abuelos cuando vinieran por ella. No sabía quién carajos eran tampoco, pero debían quererla. De no ser así, no se fuesen comprometido con venir a buscarle.

—Roseanne Park... Roseanne Park —comenzó a susurrar, jugueteando con el pañuelo de la enfermera entre sus manos mientras miraba a la nada.— Roseanne Park, Roseanne Park... Roseanne Ma... noban-ah.

Gruñó cuando el dolor la azotó de pronto, obligándola a tomar otra vez la cabeza entre sus manos, dando leves masaje en su sien para aliviar un poco aquello.

¿Por qué le dolió tanto su cabeza cuando recordó eso? ¿Qué era Manoban?

Rápidamente varios enfermeros con la doctora al escuchar como la paciente presionaba la alerta. Le administraron un tranquilizante antes sus gritos fuertes. Aquello fue disminuyendo lentamente hasta que la paciente quedó completamente dormida.

—Esto es la definición de la palabra "milagro".

—¿Lo dice por el accidente?

La doctora miró largos segundos a la paciente dormida hasta volvió a mirar a la enfermera que también había puesto los ojos en la chica.

—Por el historial de su familia. Es increíble cómo sigue cuerda.

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A Tu Disposición | Chaesoo (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora