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—¡Madre...!

—¡Callate, Roseanne! —golpe tras golpe. La pequeña suplicaba que su padre se detuviera para almenos agarrar aire.

Desde que había llegado empezó a golpear a su madre que no estaba en sus cinco sentidos.

Su padre había llegado desde hacía bastante, pidiendo comida que no tenían. La alacena estaba vacía porque la única persona que traía dinero y comida a la casa, no recordaba que quienes convivían con él debían comer.

Compraba comida una vez cada quince días y esa comida debia durar todos esos días que él se dignara a comprar otra vez. Y si no había, simplemente golpeaba a la madre de la pequeña hasta que se cansará o incluso a Roseanne.

—¡Basta!

La pequeña vio como la madre intentaba detener a su padre, pero solo recibió un fuerte golpe en el rostro que la dejó contra el piso otra vez.

—¡Cierra la maldita boca! —gritó el hombre, dejando a la pequeña bastante maltratada para por fin irse de la habitación.

Si es que así podría llamarse.
El lugar estaba lleno de suciedad, de latas de cerveza, ropa sucia, era un asco totalmente donde la pequeña dormía con su madre.

—Mami...

—No te muevas, bebé... no te... muevas —sugirió su madre con dificultad con el rostro cubierto de sangre por las heridas que su padre había hecho.

Y la pequeña sólo debía obecer. Su estómago dolía, también sus piernas y su cabeza por aquellos golpes sin sentido que recibió de quien era su padre.

No comprendía porque su propio padre la trataba así.

....

—Hey...

Se alejó lo más que pudo de la persona que le hablaba, abrazando sus piernas como ese sueño. Su cuerpo inconscientemente le pedía que se protegiera de lo que fuese.

—Perdon... eh... —escuchó balbuceos que no llegó a comprender, pero al reparar el lugar donde se encontraba sentada supo que otra vez tenía esas pesadillas.

A decir verdad, desde que pisó el departamento de Jennie Kim no había tenido dichos sueños, pero ver aquella película fue como un detonante para sus recuerdos.
Porque Roseanne suponía que eran recuerdos.

Miró a la chica que estaba sentada al borde de la cama y no sabía que decir. Principalmente porque era una desconocida, lo segundo porque no hablaba su ídioma y lo tercero... se sentía como si esa pesadillas fuese el mismísimo infierno y la dejó en shock.

—Agua... ehmm, tu... gritabas... Jennie está...

—No te entiendo un carajo. —masculló, acercándose lentamente a tomar el agua que la chica le estaba ofreciendo.

Esa misma chica que solo comprendió que estaba sobrando en ese espacio personal debido al tono despectivo que Roseanne había usado.

La rubia bebió de un solo trago aquel líquido vital y cerró los ojos para aclarar su mente. Ella no estaba en esa pesadilla. Estaba en esa cómoda cama, calentita y de olor agradable.

Ese mismo olor que tenía la chica frente a ella.

Esa misma chica que ya no estaba sentada al borde de la cama, sino de pie, haciendo una reverencia como despedida cuando se metió a la habitación donde dormía con su novia.

Maldijo internamente por ser tan idiota y se puso de pie. La familiaridad con esas chicas no la comprendía.

¿Por qué carajos se sentía familiarizada con la persona que tenía la mirada vacia cuando la escuchaba reír o con esa mirada felina? No habían aclarado que fuesen familia, así que quizá solo eran ideas de Roseanne.

Habían pasado ya casi tres semanas que vivía con esas chicas, que recibía cuidados de la chica de mirada vacia. Esa quien se llamaba Jisoo.

—Jisoo —pronunció su nombre con gentileza, mirando a la luna que estaba en su punto más alto y apenas podía notarlo desde el ángulo que el departamento donde estaban, le permitía.

¿Quién era esa chica, y porqué llamaba su atención cuando desde el primer momento que la vio dejó claro a su novia que no le interesaba?

Su novia. Eran novias, pero jamás había visto que se besaran o incluso tuvo la curiosidad de escuchar si tenían intimidad, escuchando atraves de la puerta pero... jamás llegaron eso ruidos obscenos que se hacían al intimar.

Tampoco llegaba a entender porque Jennie estaba a la defensiva cuando Roseanne decía cualquier cosa buena de Jisoo.

—Jisooya... Jichu... —sintió que su pecho se apretó cuando pronunciaba esos apodos que le decían a la chica.

¿Las conocia o no? Quizás hablaban de ella en sus narices y Roseanne no se enteraba porque no sabía lo que decían. Al igual que cuando ella hablaba de Jisoo y la misma solo se veía confundida. Y Jennie no parecía que le dijera los halagos o coqueteos que ella decía sobre la misma.

Su mirada cambiaba. Cuando hablaban de cualquier cosa era una mirada cálida, pero cuando Roseanne se dirigía hacia Jisoo... simplemente la asesinaba con la mirada.

Roseanne lo había notado.

—¿Estás bien, Rosé? —volteó a mirar a la chica más pequeña que ella, notando esa misma calidez y preocupación en esa mirada gatuna que ponía cuando no se trataba de Jisoo.

—Si. Sólo... una pesadilla. Lamento despertarlas. —sonrió como disculpa, regresando la mirada a la resplandeciente luna. Jennie se posó a su lado, viendo la misma dirección.

—Jisoo no duerme en las madrugadas, así que fue ella quien me despertó a mi.

En los días que habían pasado, Roseanne no había intentado saber más de esa chica. No desde que besó el dorso de su mano. De hecho, le pareció que la chica mantenía más su distancia desde ese momento.

Había sido una estupidez, pero queria ver ese sonrojo otra vez en esas mejillas por segunda vez. Y lo obtuvo, pero también sintió como algo dentro de ella se removió.

En resumen, sólo sabía que se llamaba Jisoo y era novia de Jennie. Aparte de la timidez que mostraba, Roseanne no sabía nada más.

—En ese caso, retiro lo dicho. —torció le gesto.

¿Como podía sentirse tan familiar y desconocido a la vez?

—¿Ella me tiene miedo?

La pregunta salió sin proponérselo cuando Jennie se había ido de su lado.

La rubia había notado como Jisoo temblaba, evitaba su mirada y apretaba su mandíbula como si estuviese conteniendo algo, y la conclusión por el momento era que la chica le tenía miedo.

—Ve a dormir, Roseanne.

Fue la unica respuesta que recibió de Jennie. Escuchó como sus pasos se alejaron y segundos después la puerta de su habitación cerrarse.

Suspiró. Ahí estaba otra vez a la defensiva.

Cuando llegó al departamento solo quería que los días pasaran rápido para que su familia llegase pronto a buscarla, pero cada día crecía la curiosidad hacia esas chicas coreanas.

—Necesito respuestas.

Y sus recuerdos no parecían querer aparecer por el momento. Siquiera sabía si tenía otra personalidad.

¿Era amable, traviesa, carismática, alegre, arrogante?

Roseanne habia sido molesta desde que despertó, también coqueta y sarcástica. ¿Esa era su personalidad o era la que había quedado como respaldo?

—¿Quien eras Roseanne Park?

Necesitaba recordar porque cuando pronunciaba la palabra Manoban, una culpabilidad se asentaba en su pecho bastante fuerte.

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A Tu Disposición | Chaesoo (EDITANDO)Where stories live. Discover now