3. Marionetas

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Newt se quedó al lado de su hermana, que miraba la caja como si él contenido fuera a escapar si le quitaba los ojos de encima, mientras esperaban la llegada de Katie y su esposo

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Newt se quedó al lado de su hermana, que miraba la caja como si él contenido fuera a escapar si le quitaba los ojos de encima, mientras esperaban la llegada de Katie y su esposo.

El niño había nacido apenas anoche, y esta mañana cuando se despertaron se dieron cuenta que había desaparecido. Trataron de ponerse en contacto con Nixia y Henry, pero ambos estaban desconectados.

Newt podía sentir la tensión en los hombros de su primo y hermana, además de la sensación de culpa que todos estaban albergando. No querían enfrentarlo, pero no tardaría en llegar ese momento.

Habían esperado el nacimiento de Austin los últimos nueve meses con todo tipo de sorpresas y regalos, se habían emocionado por tener otro Matheson, aunque no fuera su primer apellido. Y ahora que estaba ahí...

Él miró a su prima Carol y tuvo que contener una mueca. Ella tenía la mirada perdida, aunque mantenía su expresión controlada y la espalda erguida. Como todos. Sin embargo, sabía que era la más afectada.

Carol era la segunda al mando de Henry, y durante años se había atribuido el peso de figura materna de todas las chicas, sobretodo de Katie, que parecía la menos dispuesta a vivir como ellas. Aquello era un golpe a todos sus esfuerzos.

—Ya llegaron —anunció Dominic.

Todos levantaron la mirada hacia la entrada y cuando vieron a Katie se pusieron de pie. Su prima llevaba una bata de dormir y su cabello dorado estaba despeinado. Se detuvo cuando los vio. Sus ojos recorrieron las expresiones de todos y el reconocimiento parpadeó en los suyos.

Newt fue el primero en notar como sus piernas temblaban, pero sería imposible precisar quien se movió primero. Todos se abalanzaron sobre ella y la rodearon con sus brazos, impidiendo que cayera al suelo.

Y por primera vez en toda su vida, Katie lloró.

Si él hubiera sido más débil, probablemente también hubiera llorado con ella. Porque los sollozos de su prima le estaban destrozando el alma. Podía entenderlo. La emoción y el miedo del parto, luego el miedo de las últimas horas de su bebé desaparecido y por último, saber que en realidad estaba muerto. La pérdida más inocente que los primos habían tenido en toda sus vidas. Ni siquiera la muerte de Ellie se comparaba con ello.

Demasiado pronto fueron interrumpidos con los pasos pesados del esposo de Katie. Fue como un latigazo para todos. Se separaron de golpe y recuperaron su máscara estoica. Katie apretó la mandíbula y se negó a seguir sollozando, pero las lágrimas no las detuvo.

Todos le abrieron paso a los padres para mostrar la caja. Newt notó como Daniel tragaba saliva, sin perder tampoco su máscara, pero se acercó a Katie y juntos caminaron hasta la caja. Cuando miraron el interior de la caja abierta, Daniel desvió la mirada cerrando los ojos, pero Katie soltó un jadeo silencioso. Sus manos temblorosas fueron a su pecho y apretó la mandíbula, tratando de contener la expresión de dolor.

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