9. "Hasta que la traición nos separe"

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—Podemos apostar por quien derrama sangre hoy —propuso Nixia

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Podemos apostar por quien derrama sangre hoy —propuso Nixia.

Newt miró a su hermana, que estaba usando un vestido azul demasiado atrevido para una mujer en su posición.

Escote abierto, pierna izquierda abierta y solo lo sostenía unas simples tiras en sus hombros que se resbalaban cada dos por tres. Sin mencionar que el maldito vestido era de una tela demasiado fina.

Ya había intentado hacer que se cambiara, pero se negó. Por lo que Newt estaba seguro que sería él la primera persona en derramar sangre.

—Con tu vestido, seré yo, hermana —gruñó.

Ella hizo un gesto, desestimando su preocupación.

—Soy una Matheson. Nadie se atrevería. Y sé controlar a los hombres.

Él hizo una mueca.

—No me lo recuerdes. Todavía quiero romperle los dientes a Henry.

—Hey, esa fue mi decisión. No puedes culparlo. Además, no soy una niña, Newt.

Él arqueó una ceja.

—¿Segura? Porque te sigo mirando y me sigues pareciendo la niña de dos coletas sin los dientes frontales.

Ella lo golpeó en el estómago. Newt se dobló de dolor. Nixia sonrió ampliamente.

—Tengo mis dientes completos y soy igual de fuerte que tú, Newt. Puedo derribar a cualquier idiota que se sobrepase.

—Puedes controlar uno, pero no dos, Nixia —murmuró, recuperando el aire.

—Bueno, para eso estarás tú esta noche. Aunque..., sospecho que tendrás las manos ocupadas. —La sonrisa de su hermana se volvió traviesa mientras miraba detrás de él, así que se giró para saber que estaba llamando su atención.

Se quedó sin aire otra vez.

Las bodas ponían nerviosos a todos. Newt lo sabía. Normalmente cuando se casaban sus otros primos él no se preocupaba, pero esa vez se trataba de Dominic, el único primo que todos esperaban quedara soltero por el fin de los tiempos. Él mismo se sentía asfixiado.

Pero sobretodo, se sintió más asfixiado cuando miró a Sunny bajar las escaleras, usando un vestido azul que le quedaba jodidamente caliente.

El vestido de Sunny no era del mismo material, gracias a Dios, pero su escote corazón, ajustado hasta levantar y llamar demasiado la atención a sus pechos era mucho más de lo que él podía soportar. Sus caderas y piernas se ajustaban a la perfección al resto del vestido. No había pierna abierta y volvió a agradecer al creador.

Atrás había quedado la chica delgada y asustadiza. Ahora podía ver a una mujer hermosa, tímida, pero segura sobre sus pasos.

Y eso le estaba jodiendo un poco la cabeza.

MathesonWhere stories live. Discover now