22 | La boda

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*comente usted en este párrafo para manifestar a alguien como Connor Oksman*


22 | La boda

Maeve

—Entonces ¿te vas?

Los ojos oscuros de Leah me miran afligidos a través de la pantalla. Es la única persona con la que he sido capaz de hablar sobre el tema desde que mi padre me llamó. Eso significa que llevo veinticuatro horas carcomiéndome en silencio, que solo quedan dos para la boda y que, como mucho en tres, estaré montada en un avión de vuelta a Florida. Todavía no sé la fecha exacta del vuelo. Mi padre aún no me ha enviado los billetes. De hecho, no he tenido noticias suyas desde que hablamos por teléfono. Una parte de mí —la más ingenua y optimista— fantasea con que quizá haya cambiado de opinión. O tal vez simplemente se haya olvidado del tema.

Solo son esperanzas tontas.

Para él, la decisión ya está tomada.

Voy a volver a casa.

—Aún no lo tengo claro —me sincero—. Sabía que tarde o temprano tendría que regresar, que esto no era para siempre. El problema es que, ahora que ha llegado el momento, no...

«No soporto pensar en ello.»

«No quiero despedirme de todo lo bueno que he encontrado aquí.»

«No quiero abandonar a Connor.»

—Puede que pienses que la decisión no está en tus manos, Maeve, pero te equivocas —afirma Leah—. Tú eres la única que puede decidir qué es lo mejor para ti.

Lo sé.

Y eso solo hace que esto me resulte aún más difícil.

—¿Qué harías tú si estuvieras en mi lugar?

—¿Sencillamente? No lo sé. Es una situación difícil cuando la ves desde dentro. Es tu padre. Entiendo que quieras su aprobación. Yo, sin duda, querría la de los míos. Pero pareces tan... diferente desde que estás allí. No me gustaría que volvieras y perdieras eso.

Se me forma un nudo en la garganta.

—¿A qué te refieres?

—Te brillan los ojos. Sonríes mucho más. Sabes que siempre me ha gustado ese lado un poco amargado de ti —menciona con un tono ligeramente burlón—, pero prefiero a esta Maeve. A la Maeve que se atreve a hacer cosas nuevas, que se deshace de los miedos y vive la vida sin pensar en nada más. Largarte de aquí ha sacado tu mejor versión. Te sienta bien la libertad.

«Y estás a punto de perderla.»

Puede que Leah tenga razón. Sin embargo, mi padre tampoco mentía; aquí, en Finlandia, vivo en una especie de fantasía. Llevo dos meses usurpando la casa de Hanna y de John y, aunque ellos no me hayan indicado en ningún momento que crean que debería marcharme, tarde o temprano tendré que hacerlo. No tienen por qué cuidar de mí. No son mi familia. Mi padre, en cambio, sí que lo es, y está en Florida, a 8.000 kilómetros de aquí, pidiéndome que vuelva a casa. Decirle que no sería renunciar a todo eso, aceptar que, a partir de ahora, voy a valerme solo por mí misma.

Me da miedo.

Supongo que en el fondo todavía guardo la esperanza de salvar la relación con mi padre. Quizá haberme tenido lejos le haya servido para darse cuenta de que solo nos tenemos el uno al otro. Tal vez pueda convencerlo de que no tiene por qué seguir intentando borrar a mamá de nuestras vidas. A lo mejor, con tiempo y esfuerzo, puedo volver a sentir que tengo una familia.

Todos los lugares que mantuvimos en secreto | 31/01 EN LIBRERÍAS Where stories live. Discover now