26 | Mamá

30.1K 3.8K 3.2K
                                    

Penúltimo capítulo *llora desconsolada*

Y el lunes el final... :)


26 | Mamá

Maeve


LEAH

¿Cómo vas?

Sabes que, si necesitas hablar, estoy aquí.

Ojalá pudiera ir allí y darte un abrazo.


Mi padre sale al día siguiente del hospital.

Estoy tumbada en la cama de mi antigua habitación, mirando al techo, cuando recibo los mensajes de Leah. No llevo ni veinticuatro horas aquí y ya siento que las paredes se me caen encima. Me llevé todas mis pertenencias conmigo cuando me mudé, así que la habitación está completamente vacía: no hay decoración ni en las paredes ni en los muebles, a excepción de un elegante jarrón con flores que Brenna trajo ayer por la noche. Llamó a la puerta de mi cuarto nada más volver del hospital, me tendió el jarrón con una sonrisa forzada y me dijo: «Así la habitación parecerá más tuya».

Como si fuera posible que este sitio volviese a parecerme un hogar.

Le mando a Leah una respuesta escueta («Estoy bien. Pronto estaré mejor. No te preocupes por nada») y dejo el teléfono a un lado porque han pasado dos días desde que me fui y sigo sin tener noticias de Connor. Luka sí me ha escrito, pero todavía no me he atrevido a abrir el mensaje. La única con la que he hablado es con Nora. Está dolida porque me marchara sin despedirme, pero entiende que fue una urgencia. No me culpa, no me odia. Ojalá los demás tampoco lo hagan.

De todas formas, ¿qué importa eso ahora?

Tampoco sé si voy a volver a verlos.

Leah también está al tanto de todo. Me llamó anoche y estuvo intentando que me abriese con ella, pero no salió demasiado bien. No me apetece hablar con nadie sobre esto. No tengo fuerzas. Le he mentido en mi mensaje. No estoy bien. Aunque lo estaré, supongo. Con suerte volveré a acostumbrarme al calor abrasador de Miami, a los veranos eternos, al bullicio, al ruido constante, a sentirme siempre tan sola. A la vida que papá quiere para mí.

Ojalá no hubiera olvidado mi cámara en Finlandia. Es una de las cosas que más echo de menos.

No salgo de mi habitación hasta el día cinco.

Al menos, no para nada que no sea bajar rápido a la cocina, pillar algo de comer y volver a subir intentando no cruzarme con nadie. Permanezco encerrada de forma deliberada. No tengo ganas de nada. Y papá no viene a verme, ni siquiera la noche que regresa del hospital, ni siquiera aunque su cuarto esté a medio metro del mío. Brenna lo hace solo los primeros días. Se pasa por aquí con su sonrisa forzada para ofrecerme algo de comer o invitarme a bajar a cenar con ellos, pero acaba rindiéndose al recibir negativa tras negativa. Después de eso, son los responsables de la limpieza quienes me suben la comida. Aquí dentro tengo todo lo que necesito: un lujoso baño propio, una habitación inmensa donde podría correr una maratón y una televisión solo para mí. Odio que el dormitorio sea tan grande. Parece más vacío. Gélido. Las paredes se me caen encima. No lo soporto.

No tengo mucho que hacer, más que mirar por la ventana y ver la televisión. Es raro encenderla y que los canales estén en inglés. Pongo las noticias. En la sección del tiempo, el resumen es sol, sol y más sol.

Me pregunto cuánto tardará en volver a nevar en Finlandia.

Si los días seguirán siendo eternos.

Si Connor pensará en mí.

Todos los lugares que mantuvimos en secreto | 31/01 EN LIBRERÍAS Where stories live. Discover now