VIII: Visiones

142 112 11
                                    

El día del baile había llegado, y yo me encontraba en mi cuarto, mirando al techo, perdida en mis pensamientos. La sombra me había atormentado en las últimas noches, colándose en mis sueños y persiguiéndome. Era una preocupación constante en mi mente.

Marta, mi amiga, estaba sentada en el escritorio de mi habitación, hablando sin parar. Pero en ese momento, sus palabras parecían lejanas y sin sentido.

— Mía, ¿me estás prestando atención? —preguntó Marta, su voz cortando a través de mi ensimismamiento.

— ¿Qué? Sí, sí, dime —respondí

— Estaba preguntando qué te vas a poner para el baile.

Suspiré y me perdí de nuevo en mis pensamientos. Había estado considerando la idea de no asistir al baile.

— Ah, sobre eso... no creo que vaya.

Marta se enderezó de golpe y me miró con sorpresa y decepción evidentes en su rostro.

— ¿En serio piensas dejarme ir sola al baile con Lucas? —inquirió, acusatoria.

Lucas era un viejo amigo nuestro, un chico con una personalidad un tanto...extraña. Era un apasionado de la tecnología y un autoproclamado friki. Su habitación estaba repleta de figuras de acción, pósters de películas y una impresionante colección de cómics.

A pesar de su afición, era una persona muy amigable y dispuesta a ayudar a sus amigos. Siempre tenía datos interesantes sobre juegos, películas o cómics.

Marta se burló en tono de broma, colocando una mano en su cabeza dramáticamente.

— No sé si podré soportar una noche entera de escuchar cosas sobre... ¿qué sé yo? ¿Cómics?

Esa afirmación me hizo reír, y no pude evitar defender a nuestro amigo Lucas.

— Oye, siempre habla de cosas interesantes —respondí con una sonrisa—. Además, le gusta dibujar. Ya sabes que las personas que dibujan son de fiar.

Marta rió junto a mí

Después de que Marta insistiera durante un rato, finalmente cedí y le dije

— Bueno, no sé, tal vez me replantee lo de ir al baile.

Marta dio saltitos de alegría, emocionada por la noticia. Justo en ese momento, sonó su teléfono, y comenzó a hablar con su madre.

Mientras se despedía apresuradamente y se marchaba, yo me quedé en mi cuarto, reflexionando sobre el baile y, sobre todo, pensando en la visita que realizaría mi abuela durante las navidades.

Decidí que era el momento de tomar el collar. Caminé hacia la habitación de mi madre, y lo extraje del escondite, pero esta vez noté algo extraño en él. El pequeño símbolo sin vida ahora brillaba con una luz dorada, emitiendo un resplandor.

Decidí llevarlo de regreso a mi habitación, donde podría mantenerlo escondido debajo de la cama. Me dirigí a mi cuarto y con sumo cuidado, deslicé el collar bajo la cama, ocultándolo de la vista.

El tiempo avanzaba, y con cada minuto que pasaba, el baile de invierno se acercaba más. ¡Madre mía, estaba tan enfrascada en mis pensamientos que me quedé dormida! Cuando finalmente desperté, mi teléfono tenía diez llamadas perdidas de Marta. ¡Pánico! Me levanté de un salto, no podía creerlo.

Guardianes de los sueñosWhere stories live. Discover now