XVI: en sombras

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Salí de la casa en silencio, con la mochila cargada, en su interior guardaba el cuaderno encontrado entre los libros de mi abuela y mi fiel compañero de apuntes. Caminé con pasos sigilosos hasta donde descansaba mi bicicleta, a las afueras de la casa.

Monté en mi bicicleta y me dirigí hacia el pequeño puente que conectaba Villasantos y Monteclaro, donde había quedado con Ethan

El camino estaba casi desierto, apenas interrumpido por las luces tenues que se filtraban de las ventanas de las casas.

Mientras pedaleaba hacia el pequeño puente , mi mente se llenaba de interrogantes. ¿Qué secretos albergaba el cuaderno que encontré en casa de mi abuela? ¿Por qué ella no me había dicho nada al respecto? Quizás ni siquiera recordaba que tenía ese libro entre sus numerosos estantes.

Al llegar al puente, noté que Ethan aún no estaba allí. Decidí aprovechar el tiempo y me senté a dibujar en mi cuaderno de apuntes. Ethan me envió un mensaje informándome que estaba de camino, que raro, esta vez también llegaría tarde.

Mientras esperaba, un ruido proveniente de unos arbustos bajo el puente captó mi atención. No era asustadiza, pero la ausencia de la sombra durante un tiempo me había dejado en alerta. El ruido parecía intensificarse, y me levanté de un salto, guardando mi cuaderno y tomando la bicicleta para alejarme. Pedaleé unos metros hasta encontrarme con Ethan.

—Oh, Ethan, por fin —dije con alivio.

—¿Ocurre algo? Pareces... sobresaltada —observó Ethan, notando mi inquietud.

—Escuché unos ruidos en el puente y me asusté, nada más. Mejor vayámonos de aquí.

—Espero que solo sea un gato —comentó Ethan mientras se rascaba la cabeza—. Vamos, conozco unos bancos cerca de aquí.

Ambos nos pusimos en marcha, alejándonos del misterioso sonido que, por un momento, perturbó la tranquilidad de la noche.

Llegamos al banco entre risas, y una vez allí, saqué el cuaderno y se lo mostré a Ethan.

—Así que este es el libro del que me hablabas... —dijo Ethan, comenzando a darle vueltas y analizarlo profundamente.

—Así es —respondí con un aire de felicidad—. Lo que sigo sin comprender es el maldito idioma. Es igual que el de la hoja que tú tienes, pero no consigo encontrar nada en internet, y mi abuela... digamos que no está por la labor de ayudar de momento.

Ethan me miró , como si estuviera evaluando la situación.

—Bueno, mi abuelo tampoco es que me haya servido de mucha ayuda. El pobre hombre no es que tenga la cabeza en su mejor momento. Pero sí que me habló de algo de su juventud. No sé hasta qué punto todo sea verdad...

Lo escuché atentamente, notando cierto nerviosismo en su voz.

—Me habló de una antigua alianza, de dos familias que trabajaban unidas —frunció el ceño.

En ese momento, recordé que había leído algo similar en algún lugar. Saqué mi teléfono y analicé nuevamente la hoja que Ethan había arrancado en la biblioteca.

—¡Es lo mismo que pone en la hoja que arrancaste en la biblioteca! Creo que en el cuaderno que he encontrado debe de hablar de algo parecido.

Ethan se sorprendió.

—También me entregó este papel. Me dijo que se alegraba mucho de que estuviese tan interesado en estos temas. Después se quedó dormido con el mando de la tele y no pude hablar más con él. Lo siento —Ethan soltó una breve carcajada.

Reí junto a él y tomé el papel, desenvolviéndolo para leer lo que había en su interior.


"Corazones unidos, victoria compartida, mas el canto antiguo susurra nueva medida. En la sombra retornará, en sigilo y astucia, dos linajes atentos, su unidad, la justicia.

Que la llama eterna, en la lucha persista, en cada generación, la sombra resista. En el enigma del tiempo, la historia canta, dos familias unidas, en la sombra encantada"


Ethan y yo nos quedamos en silencio por un momento, ambos tratando de asimilar el significado de la antigua nota que acabábamos de descubrir.

—No sé por qué empiezo a pensar que las dos familias de las que hablan todas las cartas son las nuestras —dijo Ethan con un tono burlón.

Sonreí ante la ocurrencia de Ethan y le pegué un golpe amistoso en el hombro.

—Tiene sentido, ¿no? Las dos familias que luchaban contra la sombra y, de repente, quedan separadas... Pero, ¿por qué? ¿Y cómo encajamos nosotros en todo esto? —comenté.

De repente, noté cómo Ethan dirigía su mirada hacia mi collar. Sorprendida, seguí su mirada y vi que estaba brillando con una intensidad inusual.

—Ay, podría ser algo más expresivo cuando brilla. ¡Nunca entiendo por qué lo hace cuando le da la gana!

Con el cuaderno iluminado en mis manos, las anotaciones empezaron a cobrar vida. Entre las líneas descubrí referencias a un antiguo ritual, una ceremonia ancestral que buscaba unificar los dones oníricos de ambas familias para enfrentar la sombra con mayor fuerza.

—Ethan, dime que tú también estás entendiendo las anotaciones —pedí, esperando encontrar respuestas en esos escritos iluminados.

Con una expresión entre sorprendida y reflexiva, respondió:

—No, Mia, creo que es parte del collar.

La emoción se apoderó de mí mientras compartía con Ethan los secretos revelados por el cuaderno.

—¡Ethan, esto es increíble! Parece ser un diario... habla sobre un ritual antiguo que conecta directamente con nuestros dones. ¿Te imaginas lo que podríamos lograr si lo llevamos a cabo? —exclamé, con los ojos brillando de emoción.

Ethan, asombrado por la revelación, asintió con entusiasmo.

—Un diario, ¿crees que pertenezca a alguno de nuestros familiares? —preguntó Ethan, con los ojos llenos de asombro.

—Pues... —murmuré mientras pasaba las páginas en busca de alguna firma o nombre, pero nada aparecía—. Probablemente lo sea. Las hojas están un tanto amarillentas, supongo que será bastante antiguo.

—Es increíble que entiendas ese idioma —comentó Ethan, expresando su admiración.

Fue en ese momento cuando me di cuenta de que también podría leer el papel arrancado de la biblioteca. Rápidamente saqué la imagen de mi teléfono, fruncí el ceño y comencé a leer en voz alta.

—Según estas anotaciones, el collar no es solo una joya, es una reliquia antigua cargada de propósito. Ha sido utilizado en rituales y ceremonias destinadas a fortalecer el vínculo entre nuestras familias a lo largo de los siglos —comencé a relatar, notando la fascinación en los ojos de Ethan.

El pequeño símbolo, meticulosamente grabado en el collar con maestría, no solo era estéticamente hermoso, sino que también desempeñaba un papel crucial. Actuaba como un conducto mágico, potenciando los dones oníricos de quienes tenían el honor de llevarlo.

Ethan, por su parte, mantenía la mirada fija en el cuaderno, como si las palabras escritas en sus páginas fueran un rompecabezas del que aún no podía encontrar todas las piezas.

La risa escapó de mis labios, una suerte de alivio nervioso en medio de la incertidumbre.

—Ey, Ethan, ¿estás bien? —pregunté

Ethan parpadeó como si volviera de algún lugar distante.

—Sí, solo estoy procesando todo —respondió, aunque su expresión dejaba entrever que el asombro persistía.

Mi risa resonó de nuevo. Sin embargo, la tranquilidad efímera se vio eclipsada por un sonido familiar y desconcertante que se acercaba, resonando en la oscura quietud del parque.

De repente, el mismo ruido que había perturbado el silencio en el puente se hizo presente, más cercano y ominoso. Sobresaltada, me aferré al brazo de Ethan, quien, a su vez, también mostraba signos de inquietud.

—Yo también lo he escuchado —declaró Ethan

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