XXVII: Purpura

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La tarde caía, y con ella, los nervios se apoderaban de mí. Mis padres regresaban del trabajo, y yo aún deambulaba inquieta por la casa.

— ¡Hola, Mía! — saludaron ambos.

Mi madre, al notar mi nerviosismo, intuyó que el día se acercaba. Sabía que ella no estaba de acuerdo con que enfrentara esto, pero todos en la familia comprendíamos que era necesario. Si no lo hacía, todos estaríamos en peligro.

Se sentó a mi lado y agarró mi mano.

— ¿Cuándo es? — preguntó fríamente.

— Mañana — respondí, mirándola a los ojos, sin nada más que añadir.

Llevó una mano a su boca y una lágrima comenzó a correr por su mejilla. Sabía que me quería; tal vez solo quería ignorar lo inevitable.

Mi padre se unió a la conversación, y después de un rato, no pude contener más mi serenidad, rompí en llanto, abrazándome a ellos como cuando era pequeña.

Necesitaba estar lo más rodeada posible de mis familiares, así que llamé a la abuela para que viniera a casa.

Mis padres prepararon algo para cenar mientras esperábamos a la abuela, que llegó bastante rápido. Junto a ella venía Ethan. Por un momento, pensé que vendría Alexander, pero mi abuela aún no se atrevía a mencionar su nombre con alguien que no fuéramos Ethan o yo. Cuando los vi llegar, corrí a abrazarlos a ambos.

— Querida, ¿cómo estás? — me saludó mi abuela con un tono cariñoso.

Me sentía segura. Saber que mi familia estaba reunida me hacía sentir paz.

Nos sentamos todos a la mesa. Al principio, todo era algo incómodo, pero mi madre comenzó a hacerle algunas preguntas a la abuela.

— Mamá, ¿crees que las cosas serán fáciles para los chicos?

La abuela se quedó callada un breve momento, terminando de masticar lo que aún tenía en la boca.

— No nos engañemos, no va a ser sencillo. La sombra ha ganado mucho poder en estos últimos años.

Se me formó un nudo en la garganta, y miré a Ethan cuando mi abuela pronunció esas palabras.

La cena transcurrió en un silencio tenso, solo interrumpido por los tenues murmullos de la abuela al responder las preguntas de mis padres. Ethan permanecía en silencio, su mirada fija en el plato como si quisiera encontrar respuestas en él.

— Aunque existe otra manera

Las palabras de mi abuela resonaron y mi atención se centró en ella, ansiosa por escuchar más sobre esa posible alternativa.

— Esto nunca se ha intentado antes, pero tal vez podamos visitar el lugar en el que se encuentra la sombra, para allanar el terreno antes del enfrentamiento final .

Ethan y yo compartimos miradas llenas de incertidumbre, pero también con una chispa de esperanza.

La voz firme de mi madre interrumpió la conversación.

— ¿Y es seguro? —preguntó

Mi abuela la miró con un matiz de duda en sus ojos.

— Pues... no lo sé, querida. Podríamos intentarlo.

— ¡Intentémoslo! —declaré, sintiendo una mezcla de emoción y miedo.

Ethan, con una expresión preocupada, se dirigió a mí.

— ¿Mía, estás segura?

— Tendremos que enfrentarnos a esa cosa tarde o temprano —respondí con resolución.

Guardianes de los sueñosWhere stories live. Discover now