Nada. Todo. (Thalico)

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Maratón 3/9 "Normal Life Shots"

El corazón de Nico di Angelo estaba completamente en blanco.

Nada.

Nada.

Nada.

No era una especie de fase adolescente post-rompimiento, realmente no sentía nada. La vida no tenía sentido alguno. Y, sentado, viendo a travez del humo de cigarro la infelicidad y el vicio de otros, no pudo sino pensar en: Vaya, la humanidad está jodida.

Razón por la cual creía que Thalia Grace no era parte de esa mundana humanidad antes mencionada. Ella era espectacular en todo el esplendor de la palabra. Cada pequeña cosa que ella decía tenía un significado especial para él.

Sentir era... ¿cómo decirlo? Era como si el acceso a su corazón estuviera bloqueado, y los repetidos latidos y emociones que este daba, fueran ilegibles para su mente. Nico sonrió irónicamente ante la idea. El corazón no es el que controla las emociones, las controla el cerebro, puede que sea la parte más arcaica de él, pero siguen siendo controladas.

Más tarde se daría cuenta de lo equivocado que estaba.

Una niebla de humo hacía imposible que se divisara el techo del bar en el que se encontraba Nico. Era un lugar oscuro, ideal para intercambios ilícitos, jovenes perdidos y almas vacías. No era algo del gusto de Thalia, ella prefería los antros punk o simplemente quedarse en su apartamento, encerrandose en sus audífonos, sintiendo la música sonar en su cuerpo, fluyendo con ella. Sin embargo, últimamente no podía dormir, el insomnio la asaltaba cada noche, dejándola como una completa zombie a la mañana siguiente, solo logrando pensar en una sola cosa...

La razón de su presencia en aquel lugar era la misma causante de su insomnio, y la dueña de sus pensamientos zombie. Nico di Angelo. Parte de sus cerebro deseaban entender como hacía aquel muchacho para dejar tantas emociones corriendo por su cuerpo, sin cuidado alguno. Ella estaba completamente segura de que nunca tendría novio, la mayoría de los hombres eran repulsivos (dejando de lado a algunos integrantes de sus bandas favoritas). Hasta que lo conoció, él tenía misterio pero carisma, crudeza pero amabilidad, era complejo y simple de entender, tan hermoso como un dios griego, y tan real como la goma de mascar en las calles de Nueva York.

Así que entró, haciendo sonar la anticuada campanita en la puerta del local. Muchos hombres y una que otra chica levantaron la mirada, sin poder obviar la potente presencia de la recién llegada. Y como un ratón de laboratorio, observada pero ignorando ese hecho, avanzó con la confianza impregnada en cada uno de sus movimientos.

El jóven de cabello oscuro y ojos de abismo sonrió al notar la mirada de Thalia, una sonrisa real. "Hola Thalia. No esperaba verte por aquí" dijo.

"No digas lo que simpre dicen en una película antes de una pelea inminente en un callejón" rogó ella. Él simplemente rió.

Nico miraba a Thalia como toda mujer quiere que la miren. Era algo lleno de cariño, admiración, seguridad, y tal vez un poco de aquello, ya saben, esa palabra que empieza con a. Sus miradas gritaban todo lo que él no decía, pensaba y creía; pero que muy en el fondo, en la parte más primitiva y pura de su ser sentía.

Estaban sentados muy cerca, tal vez demasiado, ninguno se sintió incómodo, era como si sus cuerpos hubieran sido diseñados para estar juntos. Pero hubo algo, una pequeña conexión que separaba lo pensado de lo hecho, fue solo un pequeño roce, el pulgar de una chica rozando la palma de la mano de un chico. Nico sintió que un escalofrío recorría su espalda, y no era una sensación del todo detestable. Me gusta. No, no te gusta, idiota. Corrección: la amas. Llevas años amandola, idiota, y, ¿te das cuenta ahora? Nico se sintió estúpido.

Las narices de los jovenes se tocaban, Thalia podía sentir el cálido pero refrescante aliento de Nico di Angelo. No hubo otro deseo en su esperanza, ella quería besarlo, quería que él la amara, la dificultad radicaba en el cómo de lograr eso. No se sentía tan osada como para ella dar el primer paso, no porque se creyera incapaz, sino porque, por primera vez en toda su vida, Thalia Grace se sentía cobarde, tenía miedo de un rechazo; miedo de lo más común algo normal en una persona, y por ello sentía la necesidad de superarlo.

"Cerraremos pronto" les avisó una mesera de vestido entallado y con olor a perfume barato. Ambos asintieron. Nico tomó las llaves de su auto, y con un gesto, le ofreció a Thalia llevarla a su departamento. Ella simplemente asintió.

El trayecto fue incómodo, Green Day brotaba de las bocinas del destartalado, pero limpió, Mustang del 68. Aún así había algo, algo que les impedía hablar, una inquietud mutua. Un deseo no expresado que ambos compartían. Al llegar al lugar él la acompañó hasta la puerta de su hogar, obviando el beso imaginario de Nico en el ascensor, o las caricias creadas por la traicionera mente de Thalia en el pasillo.

"Buenas noches, Thalia" dijo esto muy lentamente, queriendo que ese incómodo momento durara más; porque, si algo era peor para Nico que la incomodidad, era estar sin Thalia.

"Buenas madrugadas" respondió ella, sacándole una blanca sonrisa a su amigo... ella nunca detestó más esa palabra.

Cerró la puerta.

Sonó el timbre.

Ella abrió.

Ahí estaba él, con una mirada llena de desesperación. "Estoy harto de esto" gruñó. Se acercó mucho a Thalia, quien cerró la puerta detrás del chico. Él la besó. Fue como si fuegos artificiales estallaran en su interior, como si toda la pasión y el amor del mundo se reuniera en sus labios.

El corazón de Nico di Angelo está lleno.

Todo.

Todo.

Todo.

One Shots [En edición] (Percy Jackson/Heroes Of Olympus) Where stories live. Discover now