(advertencia - es el segundo One Shot más largo que he escrito [el primero es el de Chris] bueno, gracias, que lo disfruten.)
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—Hola — comentaste con una sonrisilla nerviosa
Él te miró de arriba hacia abajo para después alzar una ceja
—Pasa — comentó de repente. Con esa voz grave y seca que lo caracterizaba pero que justamente a ninguna mujer le desagradaba. Al contrario.
Solamente asentiste nerviosa para después parar al gran salón de la casa, emparejaste la puerta detrás de ti y lo seguiste a pasos rápidos, ya que Leon llevaba algo de prisa y quizás se te había hecho tarde porque tú hermano no llegaba con el auto.
Él justamente paró en seco en medio del pasillo, entre la cocina y sala de estar.
—¿Le parece si le descuento de su mesada? — preguntó sin mirarte
Trató de mirarte de reojo, ladeando un poco la cabeza. Tú cerraste los ojos levemente, maldiciendo internamente a tu hermano.
—Me las vas a pagar...Jacob — murmuraste furiosa
Leon sonrió de loslayo, empezó a caminar hasta la cocina, obviamente tu detrás, siguiéndolo.
—Jeff está dormido, Ada saldrá a una junta y no sé a qué hora llegue, seguramente yo estaré antes
—Está bien
—La leche está en la habitación...más bien...todo está en la habitación — tomó un trago de agua — ah...Jeff ha estado algo...imperativo últimamente...ya sabes...queriendo caminar como si de verdad pudiera...gatea por todos lados y esas cosas...ponle mucha atención cuando lo dejes en el piso
—Claaaro — comentaste convincente
Para tí sería pan comido, habías cuidado a varios niños chiquitos antes y ya tenías mucha experiencia con los nenes.
—¡Leon, ya me voy! ¡No me esperes! — oíste un grito
Volteaste a la entrada de la cocina. Abristela boca algo sorprendida. La mujer esa sumamente atractiva, pelo corto negro, creías que era asiática, tenía un traje negro de dos piezas y obviamente lo lucía porque tremendo cuerpazo que se cargaba. Miraste levemente a Leon, él sonrió muy poco para después alzar la mano, en señal de despedida.
—Le pagas a la niñera por favor...— dijo con una leve sonrisa para después saludarte con la mano, tú hiciste lo mismo — cuida a mi bebé, te lo encargo, eh
—Claro, estará en buenas manos
Ada asintió para después irse.
Mierda, ambos son guapísimos, seguramente su hijo heredó la buena genética — pensaste sorprendida
