Capítulo 4

540 45 10
                                    


Zack

Soy una mierda en esto. Soy una absoluta mierda en esto. Estoy sentado en el porche con una cerveza en la mano. No se supone que esté bebiendo en casa si tengo a mi hija aquí. ¿Necesito librarme de todas las botellas? Sí, necesito librarme de todo el alcohol.

Doy otro trago y antes de que pueda poner en pie mi celular suena, es mi madre. Es como si tuviera una especie de séptimo sentido.

—¿Necesito tirar todas las botellas de cerveza que tengo en la nevera? —pregunto apenas contesto.

—No necesitas tirarlas, no eres un borracho, solo debes asegurarte de que ella entienda que no debe tomarla sin tu autorización y supervisión.

Ni siquiera necesito preguntarle cómo lo sabe. Es obvio que Allison la llamó.

—No sé qué estoy haciendo, mamá.

—Bienvenido a la paternidad.

—Ella me odia.

—De nuevo, bienvenido a la paternidad. Todos los hijos odian a sus padres en algún momento. Pero luego crecen, aprenden a reconocer sus problemas, lo que está mal en sus lazos familiares y hacen lo que necesitan para que las cosas salgan bien. Callie está en una edad muy problemática, su cuerpo y su mente tendrán muchos cambios y hay que andar con cuidado, pero con pies de plomo. No será la primera vez que creas que lo estás arruinando y nunca dejarás de preguntarte si será suficiente o si lo pudiste haber hecho mejor.

Una pequeña sonrisa aparece en mi rostro.

—¿Sientes eso conmigo? Soy tu mejor hijo.

Soy hijo único.

—El mejor, pero a veces tengo dudas. Como, por ejemplo, si no debí haberte puesto mano dura y enseñarte a cocinar en vez de consentirte con platillos.

Una carcajada se escapa de mi boca. Ella es exactamente lo que necesitaba para que las últimas horas pesen un poco menos sobre mis hombros.

—De acuerdo, no soy el mejor en esa área, pero al menos no me he muerto de hambre.

—No, y gracias a Dios que tienes a Allison.

—Sí —sonrío—, gracias a Dios.

Me quedo otro rato afuera después de colgar. Es extraño. La brisa nocturna es la misma, las calles, las personas... todo es igual, todos siguen con sus vidas como si nada hubiera cambiado mientras que mi mundo está completamente patas arriba. Soy más feliz de lo que lo he sido en mucho tiempo, es cierto, pero también es cierto que estoy más aterrado que nunca.

No sé cuánto tiempo ha pasado cuando me animo a volver adentro, pero no me permito sentirme culpable. Reviso mi celular para comprobar si mi ex esposa me ha enviado algún mensaje o tengo alguna llamada perdida, pero no hay nada. Reviso whatsapp y encuentro lo mismo de siempre, mi contacto está bloqueado, solo que esta vez... sí, su foto de perfil no es una de ella y nuestra hija, sino de ella vestida para ir a un crucero.

Respiro hondo y vuelvo a guardarme el celular en el bolsillo. En este momento lo último que necesito es demostrar lo enojado que estoy porque nadie me haya comunicado nada. No es extraño que tomen decisiones sin consultarme y que me envíen las facturas cuando todo está hecho, pero al menos esta decisión es algo que... maldición, al menos pudo haberme avisado, así habría hecho compras. No soy un genio de la paternidad, pero al menos sé que no puedes mantener a una niña de trece años a base de café y donas.

Reviso la caja vacía en la mesa del comedor y no me permito cantar victoria hasta que reviso el bote de la basura de la cocina y del baño. Revisaré al pie de su ventana mañana, pero mientras tanto, asumiré que ha comido algo. Sé que tampoco la puedo mantener a base de pizza, lo que me hace aún peor para esta tarea.

¿Y si papá no es tan malo?Where stories live. Discover now