Capítulo 13

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Allison

Siento como si estuviera en uno de esos programas de cocina y estuviera a punto de enfrentarme al juez más duro de todos. Esta noche decidí hacer una lasaña. Decir que me esforcé un poquito más que de costumbre sería un eufemismo.

La pasta siempre ha sido mi fuerte, quizá por lo mucho que me gusta, y he tenido la suerte de que a Zack también, pero no sé si el destello de alegría que vi en los ojos de Callie se debía a ver una comida casera o a que le gusta mucho la pasta. En cualquier caso, este es mi segunto intento para ganarme su buena voluntad. ¿O tal vez es el tercero?

Meto la lasaña en el horno y activo el temporizador mientras voy a cambiarme. Tengo la mala costumbre de tomar una ducha en cuanto termino mis rondas, ponerme una camiseta —que le robé a Zack, pero que dudo recuerde— y cocinar con eso y la ropa interior debajo. Es como mi momento de libertad. Sin sostén, sin ropa apretada, solo la libertad, la cocina y yo, pero no puedo pasearme por el pueblo en estas fachas, así que me apresuro a ponerme un jean y una camiseta de mi talla. Por supuesto que maldigo un poco el sostén que he tenido que ponerme, pero es el menor de los males de esta noche.

Agradezco que Zack haya entendido que no planeo dejar que se muera de hambre, o que incendie la cocina, en cualquier caso, y aunque sé que algunas de nuestras rutinas van a cambiar, no será para siempre, mientras tanto, mantendremos las cosas que son inofensivas.

No quiero imaginarme la cara que podría poner Callie con una de nuestras noches de cine, o cómo se sentiría al respecto si me viera dentro de su casa a altas horas de la noche. Es curioso cómo algo que siempre ha sido inofensivo puede ser visto fácilmente desde el lado opuesto cuando añades un nuevo dato a la ecuación, cuando lo ves desde la perspectiva de otra persona.

Cuando tengo todo listo y envasado hago el camino hasta la casa de Zack, solo para frenar de golpe cuando llego y veo el humo que sale de la ventana de la cocina.

—Pero... ¿qué pasó? —pregunto mientras salgo apresurada del auto y me reúno con Zack y Callie en el patio de la casa.

—Casi nos mata, eso pasó —dice Callie, a pesar del odio evidente también percibo un poco de miedo en su voz.

—Intenté freír una chuleta que compré en el mercado esta tarde —me explica Zack con tono cansado.

—Pero ¿por qué no me llamaste y me pediste instrucciones? —pregunto, y por su cara tengo claro que si no hubiese venido esta habría sido otra de esas "cosas sin importancia" de las que me enteraría por accidente.

Mascullo unas cuantas maldiciones mientras camino hacia mi auto una vez que estoy lo suficientemente lejos como para que Callie no me escuche. Regreso con los tuppers y se los tiendo a la chica.

—Hice lasaña. Espero que te guste —me sigue mirando con algo de duda, como la primera vez, pero en esta ocasión no rechaza la comida, así que lo consideraré un avance—. ¿Puedo hablar contigo?

Zack sabe que no tiene ninguna excusa en la que pueda refugiarse para escapar de mí, así que noto su resignación cuando se hace a un lado, pero no me permito sentir pena por él, de hecho, hago mi mayor esfuerzo para no mostrarme tan enojada como me siento mientras Callie nos mira alejarnos hasta estar fuera de su oído y el de las personas que se han reunido en el patio. Si algo ha quedado claro, es que cuando Zack y yo hablamos de manera privada, lo mejor es mantenerse lejos. Nunca tenemos discusiones a gritos que cualquier pueda presenciar, pero los que se han acercado... bueno, basta con decir que empezó a correrse el rumor de que lo mejor es mantenerse alejados.

—¿Y bien? —pregunto—. ¿Tu intento de incendiar la casa dio sus frutos? Porque una parte de mí me dice que no, pero la otra siente que estuviste demasiado cerca.

¿Y si papá no es tan malo?Where stories live. Discover now