Capítulo 18

173 22 4
                                    


Zack

Supongo que hay algunas cosas que imaginé serían un poco más fáciles, o que ya las habríamos superado. Por ejemplo, pensé que la etapa de no hablarme mientras estábamos en el auto era un examen que ya habíamos aprobado, pero estamos de vuelta justo donde empezamos.

Sabía que a Callie la idea no le agradaría demasiado, pero esperaba que solo se desanimara un poco o que me gritara, no que actuara como si hubiese arruinado todos sus planes y regresara a ser el monstruo que conoce.

No tengo la menor idea de cómo romper la tensión en este momento y casi quiero llamar a Allison y preguntarle cómo se las arregló para estar con ella por dos horas completas y no sentir que era un desastre, aunque, por supuesto, ella no tiene ningún motivo para sentirse de esa manera.

Veo a Callie sacar su celular del bolsillo trasero de su pantalón y empezar a presionar la pantalla como si su vida dependiera de ello. Parece estar escribiendo algo, pero no quiero arriesgarme a preguntar. El sonido de las teclas es un poco molesto, pero prefiero eso al silencio, o más bien no arriesgarnos a una discusión.

Esto es una mierda. No quiero echarle la culpa de mis problemas a otros, pero si su madre me hubiese dicho que iba a enviarla, habría intentado prepararme. No creo que lograra mucha diferencia, porque ella seguiría odiándome, pero al menos tendría un plan bien trazado. Jamás pensé que tendría la posibilidad de pasar tiempo con ella en mi pueblo, mucho menos que fueran dos meses, pero ahora no me sirve de mucho quejarme, solo intentar manejar las cosas con la menor cantidad de daños colaterales.

Cuando llegamos a la comisaría es demasiado obvio —al menos para mí—, que ella preferiría estar en cualquier otro lugar. Por desgracia ninguno de los dos tiene demasiadas opciones con esto.

A medida que avanzo por los pasillos, las mismas personas de siempre me tienden la mano y esbozan una sonrisa, pero hoy se sienten demasiadas.

Estoy seguro de que Callie resopla cada vez que alguien quiere hablar conmigo, pero no pienso dejar que el asunto me haga perder los nervios. No puedo cambiar lo que piensa de mí de la noche a la mañana y para mi completa desgracia, cualquier cosa que diga puede hacer que se encierre más en sí misma.

Para cuando llegamos a mi oficina, su mal humor es palpable, ni siquiera me hace falta conocerla para saberlo.

—Estaré trabajando en algunos casos —le explico una vez que cierro la puerta—. Puedes ir a cualquier lugar dentro de la comisaría o puedes quedarte en la oficina, como prefieras.

—¿Eso significa que no tengo la edad suficiente para estar sola en casa pero sí para andar correteando en una comisaría? Por favor, no soy una niña.

Tengo la impresión de que quiere decir algo más, pero termina mordiéndose la lengua.

—En caso de que cambies de opinión, solo tienes que decírmelo. Lo mismo cuando tengas hambre, a veces suelo perder la noción del tiempo.

—No necesito nada.

Y testaruda como puede ser a veces, se da la vuelta y mira hacia la pared, como si la hubiese castigado, pero tengo claro que su intención es no hablar conmigo.

—Muy bien, como digas.

Tomo asiento e intento concentrarme en el trabajo, o por lo menos avanzar tanto como pueda, algo me dice que las cosas no pueden seguir siendo fáciles por mucho tiempo.

—¿Vas al gimnasio del pueblo?

La pregunta de Callie es tan repentina después de todo el tiempo que tenemos en silencio que me cuesta un poco centrarme por completo y poder responderle.

¿Y si papá no es tan malo?Where stories live. Discover now