Heridas en la Oscuridad (35)

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Mientras Mikey y Senju disfrutaban de una velada de cine, compartiendo un momento íntimo como pareja, ___ se encontraba en Shinjuku, sumergido en una realidad completamente diferente.

Narra ____:

La sala de reuniones de Black Shadow se encontraba en el segundo piso de un club nocturno, un lugar oscuro y lleno de misterio. El ambiente estaba impregnado con el aroma de cigarrillos y alcohol, una combinación que creaba una atmósfera densa y opresiva. Las luces tenues iluminaban la habitación, resaltando los rostros serios de los capitanes de mi pandilla mientras recibían mis órdenes.

El responsable de dejar a mi hermano Asher en coma era Ryo, el ex Sub Comandante de Black Shadow. Ryo era conocido por su impulsividad, su agresividad y su sed insaciable de poder. Su resentimiento hacia Asher por considerarlo débil en su liderazgo era evidente. Esta disputa había llevado a Ryo a abandonar Black Shadow y formar su propia pandilla, los Red Scorpions, que se encontraban en Shibuya.

En nuestra reunión discutimos sobre nuestra pelea contra Red Scorpions la cual sería al día siguiente durante la celebración de Año nuevo,al terminar la reunión, solo quedamos Aiko y yo en la sala. Aiko, mi amiga de la infancia y sub comandante de Black Shadow, siempre había sido alguien en quien confiaba plenamente. Sin embargo, en ese momento, su mirada penetrante me hacía sentir incómodo. Sabía que ella era capaz de ver a través de mi fachada serena y tranquila.

Nuestras miradas se encontraron en un instante de tensión silenciosa. Aiko conocía mis secretos más oscuros, mis debilidades y mis temores. En el fondo, sabía que no podía engañarla, que ella podía ver a través de mi aparente calma.

-¿Necesitas algo, Aiko? -pregunté en un tono serio, desviando la mirada hacia los papeles que tenía entre mis manos.

Aiko suspiró, su voz suave, pero firme resonando en la sala.

-___, a mí no puedes engañarme -dijo, su mirada penetrante fijada en mí.

Intenté mantener mi rostro inexpresivo, pero sabía que era inútil. Aiko conocía cada gesto, cada microexpresión que delataba mis verdaderos sentimientos.

-No sé de qué estás hablando -respondí, tratando de ocultar la turbulencia emocional que me embargaba.

Aiko se acercó a mí, su preocupación evidente en su rostro. Me recordó el estado en el que me encontró, dormido en el suelo destrozado de mi departamento, con heridas visibles en mi cuerpo. La falta de sueño y la falta de apetito habían dejado huellas en mi aspecto físico.

-Te encontré dormido en el suelo de tu departamento, todo destrozado. No has dormido bien últimamente ni has comido adecuadamente -explicó Aiko, su voz cargada de preocupación y comprensión. -Así que quítate la camisa, ___.

Al principio, me resistí. Quería mantener mi guardia alta, proteger mis secretos y mis debilidades. Pero ante la insistencia de Aiko, finalmente cedí. Me quité la camisa lentamente, revelando las marcas rojas de irritación y pequeñas manchas de sangre en mi piel. Cada marca era un recordatorio de mis momentos de ansiedad, de cómo me rascaba hasta lastimarme, buscando una forma de aliviar la tensión y distraerme del dolor emocional que me consumía.

Aiko me miró, sus ojos se ensancharon con sorpresa y angustia al ver mis heridas. Sin decir una palabra, se levantó y se acercó a mí, sus dedos suaves y cálidos rozando las marcas en mis costillas.

-¿Te duele? -preguntó Aiko, su voz cargada de preocupación mientras exploraba con delicadeza las marcas de mis rasguños y la piel enrojecida. Sus ojos me miraban con una mezcla de compasión y tristeza.

-No -respondí de manera seca, intentando ocultar la vulnerabilidad que sentía en ese momento.

Sin perder tiempo, Aiko fue a buscar un botiquín. Regresó rápidamente y comenzó a atender mis heridas con delicadeza, su tacto suave pero firme. Cada movimiento de sus manos era como una caricia sanadora, como si estuviera tratando de aliviar no solo las heridas físicas, sino también las emocionales que me atormentaban.

El Impostor (Male Reader X Mikey)Where stories live. Discover now