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Al día siguiente me preparé mejor, sabía de sobra que el lunes no era mi día, solo el martes comenzaba a tener sentido la semana. Mamá se había marchado mucho más temprano, por lo que desayuné rápido y salí en busca de Melody, necesitaba una explicación de porqué tenía esa información, o como se había enterado, ¿quién le había dicho?, ¿por qué nadie me había dicho a mí?

Tantas preguntas me abordaban la mente que no me di cuenta de que estaba tratando de arrancar la camioneta y ya llevaba como cinco intentos. 

No puede ser. 

Le envié un mensaje a Melody de que no podría pasar a buscarla, corrí hasta el viejo granero de papá y desempolvé la bicicleta, el autobús no era opción cuando éste pasaba a un kilómetro de distancia de la casa y mamá se había llevado su auto. 

Camino a la escuela traté de llamar a mi progenitora, pero no contestó y tuve que dejarle un mensaje en el buzón de voz.

—Ma, la camioneta se descompuso, voy a llamar un remolque para que lo lleven a arreglar, luego te digo cuanto es la reparación.

Si conseguía que Cole la revisara en casa me ahorraría ese gasto de transportarla, pero sabía que iba a ser difícil hablarle en la escuela. Le dejé un mensaje con la esperanza de que lo viera.

Entré corriendo a clases e ignoré los comentarios de Dylan que hicieron reír a todos.

El profesor entregó los exámenes de la semana pasada y aprobé casi por suerte, no había estudiado tanto como para matemáticas. Le había pedido ayuda a Lee y Isaac en español, al parecer funcionó mejor de lo que esperaba. 

—¿Estás bien? —escuché que Dylan le preguntaba a Cole por el examen, el rubio asintió restándole importancia como era costumbre en él—. Si te hace sentir mejor yo saqué un siete. Y solo porque el entrenador me presiona por las calificaciones. Al menos ya no tienes ese problema.

No entendía por qué eso le haría sentir mejor, y Cole tampoco lo vio así por la expresión que puso.

Al salir de clase Melody me interceptó por los pasillos. 

—¿Qué mierda pasó? —su cabello rubio recogido en una cola se balanceaba con cada paso que hacía, llevaba ese vestido rosa chillón que yo odiaba y ella adoraba, pero no podía negar lo bien que le quedaba—. Tengo muchísima información que compartir contigo y no podía encontrarte.

Me quedé observando como Cole hablaba muy de cerca con la misma chica de la cafetería, le hice una señal a Melody con la cabeza y ésta se giró menos disimuladamente que yo ayer. Volvió a verme con los ojos muy abiertos y me empujó hasta el gimnasio donde era nuestra próxima clase.

—¿Cómo supiste lo de la chica esta?

—Alguien de su curso me contó todo. Se llama Jackie Howard, es de Nueva York y vino a vivir con los Walter porque su familia falleció en un accidente de auto hace poco. Al parecer la madre de esta chica dejó en su testamento que la señora Walter debía cuidarla si a ella le pasaba algo.

Desconocía quién era ese alguien que podía tener tanta información, ahora entendía por qué la urgencia de contármelo. 

—¿Todo eso es verdad?

—¿Por qué crees que mentiría?

—Sabes bien que los chismes de la escuela solo el treinta por ciento termina siendo verdad.

—Si tienes dudas, ¿por qué no lo averiguas por ti misma? —me incitó la rubia.

—Claro, para contarte todo con lujo y detalle.

¿Sólo Amigos? | Cole Walter |Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu