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Quedé con Mel de ir al concierto de la feria del condado, nos encontraríamos más tarde luego de que Alex compitiera. Conduje rápido para llegar a tiempo, llevaba el vestido que compré hacía unos días atrás, también una chaqueta marrón que combinaba con mi sobrero para más tarde en la noche. Al llegar me encontré con George y Nathan que alabaron mi vestuario, me señalaron en qué lugar de las gradas estarían ubicados y que guardarían un asiento para mí, les dije que compraría algo para comer, luego los alcanzaría.

Mientras estaba pagando mi bandeja de papas divisé a Cole apoyado sobre la barrera que rodeaba el perímetro determinado para la competencia, me acerqué para quitarle la gorra de la cabeza, él se dio vuelta enfadado y su expresión cambió al verme. 

—Pensé que no vendrías —dijo arrebatándome la gorra para volver a colocársela luego de que su mirada me recorriera de arriba a abajo.

—No me lo podía perder —le ofrecí unas papas y comió un par, estaba nervioso, lo podía notar por la forma en que apretaba su mandíbula—. ¿Esa camisa es nueva? —pregunté mirándolo como él lo hizo.

—No te la voy a regalar, ya tienes mi sudadera. Me dejarás desnudo si sigues quitándome la ropa.

—Solo es una sudadera, no llores por eso. 

—¿Y ese vestido es nuevo? —tocó la tela blanca por mi cintura, sentí que el calor del sol no se comparaba con su tacto.

—Sí, es nuevo. Te lo puedo prestar si quieres —él sonrió divertido, no podía quedarse callado y a mí me encantaba tener la última palabra.

—Te queda lindo a ti —se acercó a mi oído—. Pero me lo pondría con tal de verte a ti sin nada.

Lo empujé de un golpe en el hombro, había logrado ponerme nerviosa y lo odiaba. 

—Me voy a las gradas —dije encaminándome hasta donde estaban los otros Walters más decentes, pero Cole me detuvo.

—¿A caso te pongo nerviosa, Speedy?

—Soy la última persona a la que podrías poner nerviosa. Cole —mentí—. Y eso te molesta muchísimo.

—Sé que mientes, tu cara está tan roja como una manzana.

—Es por el sol —dije obvia.

—Es porque te pongo nerviosa.

—¿Quieres apostar? 

—Pensé que nunca volvería a escuchar esas palabras de tu boca. Hace mucho que no jugamos a algo.

—Lo dejamos de hacer por una razón —dije refiriéndome a la última vez que apostamos por quién encontraba antes a mi gato. Se había perdido un día y Cole comenzó la apuesta, sus hermanos ya se habían cansado de buscar y oír que había dinero de por medio volvió a animarlos para retomar la misión.

Había sido un gesto lindo de su parte, hasta que me confesó que él lo había perdido. Nunca volvimos a ver a mi gato.

—Lo que le pasó a Snow fue una tragedia sin precedentes —dijo Cole serio.

—Perdiste a mi gato, eso no fue una tragedia.

—Sabes perfectamente que no fui el único responsable de la desaparición. 

—Ya, déjalo así. Apostemos si quieres —le tendí la mano, cuando la tomó lo jalé y me acerqué a centímetros de su rostro—. Pero sabes que no me gusta perder. 

Alex fue enunciado por los altavoces e hizo su entrada haciendo que me alejara del rubio y me concentrara en el otro Walter. Todos aplaudimos, se veía confiado y si estaba nervioso no se notaba para nada. Cuando iba por la mitad del recorrido la rienda se soltó y perdió el control del caballo.

¿Sólo Amigos? | Cole Walter |Where stories live. Discover now