Princess; C.G.

20

Todo había sido demasiado duro para mi, haberme encargado de su funeral había sido demasiado difícil, ni siquiera podía ver aquella caja en el que su cuerpo se encontraba sin terminar llorando.

Estaba en el Jeet camino a Escocía, pequeñas lágrimas se deslizaban por mis mejillas mientras miraba por la ventana.

—No deberías sentirte culpable. —voltee levemente encontrándome con él.

—Si no hubiera sido por mi no hubiera volado a Londres. —me lamenté.

Debía verme como una loca hablando, mi mirada estaba fija en la ilusión frente a mi, su cabello rizado perfectamente peinado, su piel pálida y su genuina sonrisa que tanto me encantaba.

—Recuerda que siempre te amare, cuida a Elizabeth por ambos —me sonrió, pequeñas lágrimas se escurrían por sus mejillas —. Y no te preocupes si amas a alguien más, si tú estás feliz créeme que yo lo estaré.

—Por favor no me dejes. —pedí, en cuestión de minutos había desaparecido.

Cerré los ojos y empeze a llorar aún más fuerte, mi pecho dolía y mis ojos ardían por las noches sin dormir, tan solo podía llorar y buscar consuelo en mi misma.

La cortina se abrió dejándome apreciar a Carlos, este me miraba con pena y jugaba con el dobladillo de su camisa de vestir, ellos irían como invitados al entierro de mi amado James.

—Lo siento tanto —comenzó, se sentó frente a mi —. Se que nunca fui la mejor persona para ti y actué como un idiota al enterarme de Elizabeth, pero estoy aquí para ser tu consuelo.

—Gracias. —mordí mi labio en un gesto nervioso, lleve mis manos a mis mejillas quitando las lágrimas y el rímel corrido.

—Deberías dormir. —propuso.

Negué con la cabeza y voltee nuevamente a la ventana, tenía la mirada perdida y también la cabeza. Aún no podía asimilar nada y estaba molesta por no saber quién me había arrebatado a James.

Fin de temporada.