Capítulo 3: videncia (3)

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Narra Yuji Itadori

Una de las pocas cosas que disfruto cuando llueve es esa esencia que mueve incluso a los corazones más duros: el petricor o como me gusta llamarle, un suspiro terráqueo. Es cuando dicha fragancia juega en mi nariz, que soy consciente de los años que han transcurrido y me invade la nostalgia... ¿les habrá gustado a ellos también este olor? A mis padres, me refiero.

Son cosas que me hubiera gustado saber, quizá para no sentir que soy un extraño que no se termina de adaptar al mundo o simplemente para recordarles con una sonrisa en los labios. Pero no tengo nada.

Absolutamente nada.

- Te vas a enfermar si te sigues mojando, Yuji -la voz de Gojo sensei me saca de mis pensamientos-. Vamos, cúbrete ya. Igual yo ya estoy empapado hasta el alma.

Sonrío.

- Me niego -digo con honestidad.

- ¿Negarás la orden de tu profesor? -cuestiona con seriedad-. O lo que es peor, ¿quieres jugar con tu salud?

- No es eso -niego con la cabeza-. Simplemente creo que vale hacer el sacrificio por usted.

Sus ojos color cielo no se despegan de mi mirada y cada vez que los veo, me invade una sensación de calma.

- Qué remedio -comenta mientras suspira-. Compartamos paraguas.

Asiento y me hago al lado suyo para que sigamos caminando en dirección al pabellón que conduce a una sala de reuniones. Ahora que lo pensaba mejor, definitivamente puedo ser impulsivo en algunas ocasiones, ¿en qué diablos estaba pensando cuando vine a buscarle para taparle con un paraguas?

Claro que no tiene que significar nada. De hecho, espero que así sea, sin embargo...

- Sensei -exclamo con calma-. ¿Te incomodó que hiciera esto?

Le escucho reír.

- No, no lo hizo -responde-. Solo me sorprendió, aunque no debería. Es de ti de quien hablamos.

De mí y de mi incapacidad de analizar las cosas con un poco más de calma. En efecto, me siento como un tonto, pero no tanto. Gojo sensei hace que las cosas parezcan más naturales incluso cuando no lo son.

A la lejanía diviso que Kugisaki y Fushiguro nos observan con detalle. Debo admitir que últimamente lo hacen más de lo que deberían... aún cuando estoy en clases solo con Gojo sensei, les encanta entrar con excusas de cosas que no les corresponde hacer o practicar.

Debería cuestionarles directamente el por qué, sin embargo, también es cierto que no es de mi incumbencia. Lo que sí es cierto que me compete, es la realidad que tal vez hay tras mis sueños.

- Etoo... sensei -suelto-. ¿Crees que lo sueños cuenten realidades?

- ¿Te refieres a los del mundo onírico? -me observa.

Asiento.

- Quizá sí, quizá no. Esa es una pregunta particularmente muy abstracta de tu parte, Yuji.

Me rio.

Carajo, siempre me hago más idiota ante su presencia.

- Sí, en eso tiene razón -contesto-. Pero, verás, he tenido sueños repetitivos y quisiera saber si tienen algún significado.

- ¿Sueñas conmigo? -pregunta con malicia.

Siento mis mejillas arder.

- ¡No, claro que no! -me apresuro a responder mientras él se ríe más fuerte.

- Es broma, no te lo tomes personal.

Estoy seguro de que Kugisaki diría algo como "entre broma y broma, la verdad se asoma", pero creo que es irrelevante en este momento. Mejor dicho, creo que no aplica y aun así sigo creyendo que hubiera sido divertido seguirle la corriente y ver su reacción.

En fin, a lo que vamos.

- No lo haré -menciono sin parecer dramático.

Unos pasos después llegamos al pabellón y cierro el paraguas para dejar que se escurra el agua. Gojo sensei suspira mientras se recuesta a una pared, parece cansado.

- Itadori -retoma su postura seria-. Los sueños recurrentes son señales a las que hay que prestarles atención, pero lastimosamente no soy la persona correcta para darte más información al respecto.

- Entiendo -declaro mientras asiento-. De todas maneras, gracias, sensei.

Pretendía seguir mi camino para no molestarle más, pues seguramente debía tener otros asuntos pendientes; no obstante, cuando comenzaba a alejarme, me llama. Me volteo en su dirección y le veo que se acerca despacio; solo cuando estamos a pocos centímetros de distancia es que se detiene. Toma mis manos y las sostiene con las suyas, que se sienten cálidas.

- Tienes las manos frías -susurra, pero logro escucharle-. Date un baño inmediatamente para que no cojas un resfriado y abrígate bien.

Asiento.

Sus ojos se encuentran con los míos y solo pude pensar en qué tanto combinaban el celeste y el marrón. Un desliz de mi parte, debo aceptar.

- Iremos a ver a una vidente mañana para preguntarle sobre tus sueños, ¿entendido?

- Pero, sensei, perderá su tiempo en una pequeñez. Si me dice la dirección, podría ir yo...

- También le preguntaré algo que necesito saber -responde sonriendo.

- No sabía que creías en este tipo de cosas, sensei.

- Prefiero forjar yo mismo mi destino, pero a veces es necesaria una ayuda especial. Ella es buena en lo que hace, tú mismo te darás cuenta.

Asiento.

Siento que aprieta mis manos suavemente y luego las suelta. Aún seguíamos mirándonos, pero no decíamos nada. Claro que toda esta situación me estaba poniendo nervioso... pero me gustaba.

Me gusta que él hace las cosas impredecibles, pero naturales.

Y me gusta, sin embargo, este matiz que no deja de hacer sentir cálido a mi pecho. 

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Esaaa manoooo señor Gojo

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Esaaa manoooo señor Gojo


Infinito || GoYuuWhere stories live. Discover now