Capítulo 5: destino (2)

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Narra Yuji Itadori

El camino hacia la estación de tren no fue particularmente incómodo, pues más que todo priorizamos el disfrutar del silencio que se acentúa durante la mañana. No creo, de hecho, que hubiera sido incómodo si también hubiéramos decidido hablar. Con Gojo sensei me es fácil entenderme y encontrarme, su manera de ver el mundo y las cosas en general es una de las cosas que más admiro de su persona.

Sin embargo, no podría decir que todas esas sensaciones a las que estoy sometido solo cuando dejo atrás el control de la razón, cuando miro en Gojo sensei su verdadera esencia (no la del profesor), me gusten. Y es que me da miedo... temo a considerar el derecho de mirar más allá de lo que ahora es, pues eso no me es posible. No sería correcto para él que traicione su confianza permitiéndome siquiera imaginar que, esas miradas intensas, tengan otro significado que no sea el de estar meramente preocupado por el bienestar de su alumno.

Tampoco sería correcto para mí empezar a hacerme ideas estúpidas que ni siquiera vienen a colación. Simplemente me es imposible dejar atrás la certeza de que hay barreras a las que no me puedo enfrentar, sea porque soy débil o porque no soy suficiente.

Suspiro.

Al ingresar a la estación de trenes, la mañana empezó a cobrar un poco más de vida. Desde donde estoy puedo apreciar los rostros de muchas personas; algunas tenían expresiones que denotaban confianza y alegría, y otras parecían sumidas en pensamientos muy profundos. Por alguna razón, el bullicio de fondo me hizo recordar que existen causas más importantes que los efectos que puedan traer y que, justamente, a eso es lo que debe apuntar mi vida. No siempre todo será tan claro como el agua, pero lo importante es seguir adelante porque la causa lo vale.

Y sí, sí tengo una causa por la que luchar; debo proteger a los que necesiten de mí y alzar la voz por quienes sienten que ya la han perdido. Por eso no me puedo rendir; por eso no puedo dejar que la desesperación me consuma.

- No conoces lo que es la verdadera desesperación, mocoso.

Una voz resuena en mi interior.

- Puede que no, Sukuna, pero tú tampoco conoces la fuerza que existe en el propósito.

Su risa arremete contra las paredes de mi cabeza.

- Quiero que me digas exactamente lo mismo cuando arranque de tu ser esa esperanza que crees imperecedera. Quiero que me mires con la misma seguridad cuando te quite las razones que justifican tu débil propósito.

Aprieto mis puños.

- Cuando eso comience a suceder, te estaré esperando para enfrentarte una vez más.

Vuelve a reírse.

- Solo los que tienen el poder suficiente para cumplir con sus promesas tienen el derecho de hablar. Las ratas asquerosas como tú simplemente merecen morir.

Siento que todo el interior de mi ser se comienza a retorcer, mis huesos a quebrar y me quedo sin aire, mi visión se torna borrosa y empiezo a sudar frío. De un momento a otro, me invade el deseo de toser y sangre sale de mi boca, y la fuerza que me ayuda a sostener mi cuerpo me abandona, por lo que caigo de rodillas. Entonces, mi interior empieza a arder con intensidad y no puedo evitar gritar.

La sangre en mis venas arde.

Mis pulmones arden.

Mi corazón está muy acelerado.

Y justo como en mis sueños, siento que voy a morir.

- Agonizarás en la desesperación de vivir o morir, mocoso.

Todo comienza a ir más lento. No puedo respirar, tampoco escuchar, mi alrededor se torna negro y todo lo que puedo sentir es cómo una potente energía ruge para tomar el poco control que tengo de mi ser. ¿Es así como terminaría todo? Si no me mantengo consciente sé que no podré volver a levantar la mirada otra vez, sé que estaría totalmente perdido... no puedo pasar por eso otra vez.

Y, sin embargo, la desesperación está tomando posesión de mi ser.

- Nunca nos olvides, Yu.

La voz de la mujer de mis sueños resuena en mi ser y siento que unas manos cálidas se posicionan en mis mejillas. Al levantar la mirada, la vi otra vez y por una extraña razón, no me resulta una desconocida.

- ¿Qui-quién eres?

Sonríe.

- Eres más fuerte que la desesperación, Yu -su voz suena muy lejana, pero le entiendo perfectamente-. Confía de corazón en tu fortaleza. No es momento de rendirse.

Y se marcha al decir estas palabras tras un rastro de cenizas. Ciertamente, todo sigue igual de oscuro que antes, pero ahora presiento una energía latente en mi interior que no tiene que ver con la desesperación. Es una jugada arriesgada, pero si quiero salir de este mortífero trance, deberé permitirle que tome control en mi interior para que me ayude a contrarrestar los efectos de la energía a la que estoy sometido.

Sí, definitivamente es una jugada arriesgada, pero es todo lo que puedo hacer.

- Yuji.

¿Gojo sensei?

- ¡Yuji, respóndeme!

Poco a poco, comienzo a sentir que el aire vuelve a mis pulmones y que mi interior deja de arder. Mis sentidos vuelven a funcionar y la desesperación me abandonó. Al instante sentí muchísimo cansancio y tuve que parpadear un par de veces hasta acostumbrarme a la iluminación del lugar.

Delante de mí, Gojo sensei estaba agachado a mi altura y tenía una mirada indescriptible. El piso a mi alrededor estaba bañado en sangre y bastante destruido. Las personas a mi alrededor demostraban estar aterrorizadas y yo solo podía pensar en que no le hubiera hecho daño a alguien inocente, porque no me lo podría perdonar.

- Yuji, mírame -ordena la voz del hechicero más poderoso de esta era.

Y le busco con la mirada, encontrando calma en sus ojos como el cielo.

- Ya pasó -menciona con suavidad-. Y yo estoy aquí.

Las lágrimas salen solas y solo quisiera desaparecer para no volver a poner a alguien más en peligro, quisiera que mi presencia ya no representara una amenaza para aquellos que me importan... mas casi había vuelto a perder el control.

- Sensei, yo... -susurro mientras bajo la mirada.

No merecía estar aquí y a pesar de eso, él me envuelve en un abrazo que me tomó por sorpresa. Me apretaba contra él mientras mis lágrimas seguían saliendo, me daba compasión en medio de la amargura.

- Tenía miedo, sensei... -murmuro-. Miedo a perder todo lo que me resta.

- No dejaré que eso pase, Yuji -contesta con calma-. Te protegeré de las cosas que no puedes manejar solo, incluso cuando no me lo pidas.

Y allí, solo con él, no me importó mostrar mi vulnerabilidad. Con él, sé que estoy seguro y por mucho que viaje por aguas turbulentas, su presencia seguirá siendo la coordenada a la que querré volver.


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