El visitante I

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Recordóla sangre en las paredes. Recordó las innumerables garras que lo desgarraban, yrecordó una voz femenina que lo llamaba, que le pedía que no la olvidara; noobstante, no recordó quién era ella ni quién era él.

Abriólos ojos y lo primero que vio fue una espesa niebla que cubría el firmamento.Luego sintió el frío del agua en la parte posterior de su cuerpo. Se levantócon dificultad. El hombre no sabía cómo había llegado ahí. Intentó recordar,pero un intenso dolor penetró su cabeza, como si miles de agujas perforaran sucerebro. El hombre alzó la mirada y contempló lo que parecían unas catacumbaslabradas de roca negra. De los muros salían unas especies de estacas dediferentes tamaños que estaban deterioradas por la humedad y el paso deltiempo. Además, solo había un camino húmedo y pedregoso.

Paradoen medio del camino, le parecía que estaba dentro de las fauces de una gran bestiapetrificada, que en cualquier momento cerraría sus fauces para devorarlo.

Seacercó temblando a una de las tantas hornacinas, que no eran más que huecos deforma triangular, pero lo suficientemente grandes para que una persona cupieraadentro. Ahí observó, entre las penumbras, una pila de libros viejos que yacíanen su interior. Era una catacumba de libros, libros olvidados por el tiempo,libros llenos de secretos e historias.

Elhombre siguió avanzando entre la niebla con la esperanza de hallar una salida.Pasaron horas, días, semanas, meses, y se dio cuenta de que el camino erainfinito. Pero el hecho más inquietante fue que él no tenía hambre ni sueño.Era como si el tiempo se hubiera detenido; eso explicaría que sus ropajesdesgarrados todavía siguieran empapados.

Llegóun momento en que perdió la voluntad de seguir caminando. Habían pasado mesesen los que solo se había concentrado en poner un pie delante del otro. Sucuerpo no estaba cansado, pero eso no significaba que su mente no lo estuviera.Se apoyó de espaldas contra la negra pared y descendió lentamente al suelohasta sentarse.

¿Dóndeestoy? ¿Por qué me está pasando esto? ¿Por qué me duele tanto el pecho altratar de recordarte? ¿Quién eres? Fueron las preguntas que se había hecho sinparar desde que había despertado. Después pensó que tal vez lo que le estabapasando se trataba de un castigo. Se preguntó qué atrocidades había hecho paraque lo arrojaran a ese lugar.

«No meolvides por favor», volvió a recordar esa dulce voz que a la vez estabadistorsionada, como si en cualquier momento la olvidaría.

-¡Basta! ¡Basta! ¡Detente te lo suplico! —dijo con desesperación mientras se tocaba la cabeza con ambas manos.

Cadapalabra de esa frase le rompía el corazón, y el no poder recordar a quién lepertenecía solo lo volvía más insoportable. Su mente se estaba rompiendo poco apoco y su alma soltaba gritos de ayuda

Se lo habían arrebatado todo. Entre las tenues luces que atravesaban la espesa niebla aquel desafortunado hombre derramó lágrimas entre gritos y lamentos de tristeza. La soledad era lo único que tenía, era a lo único que podía aferrarse, lo cual combinado con la incertidumbre que sentía por estar en aquel tétrico lugar, dieron como origen a un tremendo vacío.

No supo cuánto tiempo estuvo sentado tratado de huir de la realidad. Sus ojos cafés en esos momentos solo eran perlas negras carentes de brillo. Pero escuchó una voz que lo sacó de su trance, no era la voz de una persona, escuchó las suplicas de su alma que habían estado gritando por un largo tiempo y que los ecos de aquella frágil voz habían podido alcanzar a su adormecida mente. «Tienes que buscarla. No puedes dejarla sola. Ella no puede estar sola»

El hombre se levantó como si fuera un sirviente siguiendo órdenes. Miró el camino que parecía no tener fin y empezó a caminar sin ningún rumbo aparente, solo guiado por algo que estaba gravado en lo profundo de su alma, algo que se negaba a desaparecer.

Pocodespués encontró, colgada en una estaca de la pared, una lámpara de aceite yuna túnica negra. Estaba sorprendido. Miró hacia los costados buscando alresponsable de eso. No encontró a nadie. Después de dudar varias veces, se pusola túnica y se alegró por tener algo seco que vestir. El temblor de su cuerpodesapareció. Contempló la lámpara de aceite; tenía una base circular de metaldesgastado, la parte superior era semicónica de la cual salía una fina asa, yel cuerpo estaba hecho de una especie de cristal delgado del cual emanaba unaluz. Le parecía hermoso, como una luciérnaga brillando en la oscuridad. Luegovio los libros dentro de la hornacina que estaba a su costado, sentía que lollamaban. Le ordenaban que los leyera.

Observótres libros, los cuales estaban escritos en diferentes lenguas que él nuncahabía visto; para su sorpresa, podía leerlos. El primero tenía una tapametálica oxidada, que de título ponía «Grito»; el otro estaba cubierto de unpelaje naranja que ponía «Solo tengo hambre»; y el último tenía una tapa hechade sombras, y escrito en sangre «Venganza»

Noquiso tomar el último libro, sentía que se lo tragaría si lo abriera. El hombrequería seguir avanzando, pero una idea lo detuvo. Pensó que tal vez encontraríaalgo de su pasado, una pista de dónde estaba o algo que podría ayudarle arecordar su nombre o a la mujer que había visto en sueños. Abrió el primerlibro y un grito atronador llenó todo el lugar, un grito de muerte.

Dissonant Souls - [Almas Disonantes]Onde histórias criam vida. Descubra agora