El visitante II

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El hombre cerró el segundo libro con frustración, no era lo que esperaba encontrar. ¿Por qué alguien guardaría estos tipos de libros. Volvió a escuchar un grito a lo lejos, pero era tan fuerte que llenaba todo el lugar. Eso provocó que hiciera un desliz con la mano sobre el tercer libro. Quiso apartar su mano, pero estaba pegada a la tapa negra como la noche. Agitó su mano asustado tratando de despegarlo. No tuvo éxito. 

Volvió a escuchar el grito, no obstante, también alcanzó a escuchar sonidos de chapoteos y el arrastre de algo muy pesado. Alguien o algo se estaba acercando. El hombre sintió miedo al escuchar otro grito que le desgarraba los tímpanos. Sus piernas empezaron a correr en dirección contraria casi por instinto. No podía escapar de aquella cosa, tampoco podía enfrentarla, no tenía ninguna arma con que hacerlo, solo tenía aquella pequeña lampara de aceite, que si alguien lo viera a lo lejos, le parecería ver una pequeña luciérnaga a punto de ser tragada por la obscuridad.

Su cuerpo se llenaba más y más con una profunda desesperación, pero una parte de su mente le gritó «¡Corre! ¡No te detengas, solo sigue corriendo!» Esa pequeña voz tenía razón. El todavía no había descubierto nada. No sabía su nombre, y la voz femenina que resonaba en lo poco que podía recordar hacia que le doliera el pecho. Le habían quitado a alguien muy importante para él. 

Correría lo que hiciera falta. Correría por miles de años si fuera necesario. El no moriría, no hasta encontrarla, no hasta recordar quien era él y quien era ella, no hasta que ese dolor en el pecho que penetraba en lo más profundo de su alma desapareciera.

Después de un tiempo, que le parecieron meses, los gritos y los distintos sonidos dejaron de escucharse. Esa cosa se había rendido antes que él. Lo había logrado, había logrado sobrevivir. Su alegría no duro mucho, pues todavía tenía el libro pegado a su mano. Se sentó en una de las hornacinas y colgó la lampara de aceite en una estaca de la pared. Luego contempló por unos instantes a aquel libro  «¿Y si me corto la mano?» fue la idea que cruzó su mente, pero lo descartó con rapidez, después se preguntó «¿Porque tengo ese tipo de pensamientos? ¿Me estaré volviendo loco? Ni siquiera tengo algo con que cortarme la mano» 

Algo estaba claro para él, ese libro lo llenaba de incertidumbre, como si tuviera una energía maligna. Lo contempló por unos instantes más. Luego colocó la otra mano sobre la otra tapa. Como esperaba, su mano también se quedó pegada. Sintió que algo llenaba su cuerpo. El libro se abrió, dejando ver paginas escritas en sangre que parecían frescas.

—Así que esto es lo que querías desde el principio. 

Dissonant Souls - [Almas Disonantes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora