Solo tengo hambre

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Daniel se quedó sorprendido al ver que su gato Maxhuel se había comido su televisor. Pensó por unos instantes que era un sueño, pero el gran espacio vacío donde había estado su televisor le hizo darse cuenta que no lo era. Miró a Maxhuel preocupado y asustado.

—¿Maxhuel? ¿Estás bien?

El gato de pelaje anaranjado se le quedó mirando mientras lamia su boca. Daniel quiso acariciarlo, pero se detuvo cuando la cabeza de Maxhuel se abrió en cuatro partes, de las cuales cada una tenía una sarta de dientes filosos, a su vez, del centro de su boca salían varios tentáculos.

Daniel se echó hacia atrás aterrado, sus pies se volvían torpes y su respiración se agitaba cada vez más. Sintió un inmenso terror cuando vio que de cada lado del cuerpo de Maxhuel salían cuatro patas largas y huesudas, haciendo que sus pequeñas patas de gato se quedaran suspendidas en el aire, colgando como apéndices.

Daniel se dio vuelta y salió corriendo de su cuarto. Cruzó el corredor y bajó las escaleras que conducían a la sala de estar. Al llegar, vio al fondo de la habitación la puerta de salida, e intento ir en esa dirección, pero antes de dar un paso un tentáculo lo tomo de la pierna haciendo que callera al suelo. Fue arrastrado de vuelta hacia las escaleras. Intentó quitarse el viscoso tentáculo que envolvía su tobillo, pero fue inútil. Cuando los pies de Daniel tocaron las escaleras, alzó la vista y vio que  más tentáculos empezaban a descender por estas. La desesperación se adueñó de él. Daniel empezó a patear el tentáculo contra el borde de un escalón, pateó con todas sus fuerzas, hasta que el tentáculo dejó de apretar su tobillo. Se impulsó como pudo hacia un costado esquivando los tentáculos que bajaban con brusquedad. Daniel se levantó ayudándose con las manos, avanzó torpemente hasta esconderse detrás de una pared, que separaba la cocina y la sala de estar.

Se cubrió la boca y aguantó la respiración para evitar que sus gimoteos atrajeran a esa cosa. Poco después Daniel escuchó pasos arácnidos que bajaban por las escaleras, y luego se detuvieron de golpe. Escuchó los pequeños maullidos de Maxhuel, maullidos que cada vez se hacían más y más graves, poco a poco aquél sonido se convirtió en una frase «Solo tengo hambre, solo tengo hambre, solo tengo hambre». Aquella voz rasposa y grave resonó en la mente de Daniel.

Sentía que sus piernas no le respondían. Sus ojos se llenaban de lágrimas lo cual nublaba su vista. El silencio se adueñó del lugar. Daniel se quedó quieto cerrando los ojos y las lagrimas recorrieron sus mejillas. Cayó al suelo de golpe. Los tentáculos envolvían sus piernas y fue arrastrado devuelta hasta la sala de estar.

 Vio las grandes fauces que no eran proporcionales al cuerpo de lo que hace unos momentos había sido su gato. Daniel soltaba gritos desesperados de ayuda mientras intentaba sujetarse de algo. Llamó a sus padres, a su hermana, a cualquiera que pudiera ayudarlo, pero nadie vendría. Gritó un profundo «¡No!» cuando la mitad de su cuerpo estaba dentro de las fauces de Maxhuel . Siguió pidiendo ayuda hasta que sus ojos se cerraron.

Daniel abrió los ojos de golpe y vio el techo de la sala de estar. Giró la cabeza y vio las escaleras. Todo parecía bien, todo parecía limpio y en orden. Luego escuchó un maullido a su costado. Su gato lo miraba con ojos desorbitados mientras se lamía la boca como si tuviera hambre.

—¿Maxhuel?

Dissonant Souls - [Almas Disonantes]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora