Marzo, 1948

Lilou Dupont

Maleta en mano, corazón preocupantemente palpitante y vetada de todos los internados femeninos franceses.

Allí se encontraba Lilou Dupont, observando el cartel amarillecido por el paso del tiempo, que le ponía nombre a su próximo hogar.

La chica, tenía la esperanza de que en este internado todo sería diferente, pues ahora estaría rodeada de chicos y ella siempre había tenido un mejor vínculo con éstos. Aunque siempre hubiera estado rodeada de chicas en su extensa trayectoria por los infinitos colegios e internados en los que sus pies habían pisado, nunca sintió que tuviera una amiga de verdad. Tenía compañeras, pero nunca nadie a quien le pudiera contar sus mayores miedos y preocupaciones sin miedo a ser juzgada. Por las tardes solía escaparse para pasar el rato con los niños que habituaban las calles de todos los sitios donde estuvo, así que sabía que no se le haría difícil hacerse amiga de los numerosos chicos que vivían en Fondo del Estanque.

Con un paso rápido y decidido atravesó la verja que separaba el internado del bosque. Caminó hasta que llegó a la entrada del mencionado, suspiró y tocó a la puerta.

Oyó unos pasos al otro lado de la puerta.

-Oh, usted debe ser la señorita Dupont- Saludó un hombre notablemente mayor con una sonrisa en la cara-Un placer, soy Maxence.

-El placer es mío señor- respondió la castaña- Y llámeme Lilou, porfavor.

A Lilou le había parecido un hombre muy amable. Le recordaba a un vigilante que tuvo años atrás que todas las noches le daba un caramelo.

-Bueno Lilou, pasa- indicó Maxence apoyando su palma en la espalda de la chica - Los chicos están deseando conocerte, por los pasillos se puede escuchar como solamente hablan de tu llegada.

Lilou rió, le parecía raro ser el centro de atención, siempre había pasado desapercibida. No destacaba mucho realmente en nada. No era la chica más linda, más lista, más rebelde... Pero se podía decir que era una perfecta mezcla equilibrada entre todas las cualidades que una chica puede tener.

Entraron juntos al comedor, era medio día, así que no le sorprendía que todos estuvieran comiendo repartidos por las mesas

A su entrada, el salón entero entró en silencio. Lilou al sentir tantas miradas encima se incomodó y bajó la mirada al suelo. Maxence todavía mantenía su mano en la espalda de la chica y con ella la guió hasta el centro del salón.

Vió como un hombre con barba blanca se ponía tras ella y anunciaba su llegada.

-¡Silencio niños!- chilló el hombre -Os presento a Lilou Dupont que dado a su horrible comportamiento en diferentes centros femeninos ha tenido que ser trasladada aquí- Continuó -Espero que la traten con respeto y que se guarden sus comentarios de adolescentes salidos - Dijo con cara de disgusto, consiguiendo ruborizar a la castaña- La señorita Dupont asistirá a la clase 2A y dormirá en la habitación 2 -Al decir esto todos los chicos, que Lilou intuyó que pertenecían a dicha clase y habitación, se levantaron de la mesa dando palmas y gritando.

-¡Silencio!- Volvió a repetir el hombre.

Ahora dirigiéndose hacia ella el hombre le susurró- Soy el director a cargo de esta panda de incompetentes, Rachin. Espero no tener que estar mandándola al calabozo cada dos por tres y que se sepa comportar como la señorita que es.

-No soy ninguna señorita, director- respondió ya cansada de ese trato superficial.

-Señor director- Respondió él con soberbia.

-Director- Zanjó ella yéndose a la mesa asignada anteriormente por el director. No era ninguna casualidad la cantidad de expulsiones con las que Lilou contaba en su expediente, pero para aquel déspota director, los problemas no habían hecho más que comenzar.

Mientras que Rachin no paraba de pensar en todos los problemas que esa chiquilla le iba a traer, unas mesas más a la izquierda, cierta castaña se sentaba tímidamente en un hueco a la derecha de un niño moreno con el típico bigotillo adolescente.

-Hola guapa, soy Corbin- dijo extendiéndole la mano.

Lilou rió y le estrechó la mano.

-Y estos capullos de aquí son mis amigos- Dijo señalando con la cabeza a los demás chicos que componían la mesa- El es Le Querrec- Dijo señalando a un chico de ojos azules y nariz prominente, Le Querrec le sonrió.

-Y esos de ahí son Boniface, Pépinot, y Morhange- Continuó.

La chica fijó la vista en el último de ellos, Morhange. Su belleza no pasaba desapercibida, era rubio y con unos ojos tan azules como el mar. De todos los chicos que Lilou había visto en su vida, sin duda, Morhange ocupaba el puesto del más guapo de ellos.

Sin darle realmente importancia a sus pensamientos sonrió a todos.

-¿Y como has acabado aquí?- Preguntó Boniface.

-Bueno, creo que solo ha sido un cúmulo de eventos desafortunados juntos- Dijo Lilou.

-Ya, claro- Dijo Le Querrec sabiendo que la chica les estaba ocultando información.

-Vale, os lo contaré- Dijo la castaña suspirando pesadamente- En el último internado en el que estuve había un profesor que todos odiábamos. Era cómo Rachin más o menos -Aunque la chica apenas había intercambiado un par de palabras con aquel hombre, ya sabía el tipo de persona que era -El caso es que nos tenía a todos hartos, pero nadie hacía nada por solucionarlo, así que decidí convertirme en la salvadora de aquel lugar- Bromeó- Una noche, mientras todos dormían, me colé en la habitación del profesor y con un mechero le quemé el poco pelo que le quedaba- Continuó- Si ya de antes estaba calvo imaginaros como se quedó- Lilou concluyó su historia.

Todos en la mesa se estaban riendo a carcajadas.

Era algo que a Lilou le encantaba. Le gustaba hacer reír a la gente, quería que las personas se sintieran seguras a su alrededor, o al menos las que le caían bien, y por lo que había podido ver hasta ahora, sabía que esos chicos y ella iban a hacer inseparables.

𝓛𝓪 𝓝𝓾𝓲𝓽  (ᴘɪᴇʀʀᴇ ᴍᴏʀʜᴀɴɢᴇ)Where stories live. Discover now