3 de Marzo

Lilou Dupont

Corrió a buscar su ropa. Otro día más que la chica llegaba tarde.

En menos de diez minutos la chica había conseguido verse lo suficientemente presentable y bajó a paso rápido las escaleras que la llevaban a su aula.

Una vez allí tomó asiento, dándose cuenta de que Morhange aún no había llegado. No le dió muchas vueltas, pues imaginó que el chico andaría en el baño o estaría hablando con Corbin en el pasillo.

Puso su brazo encima de la mesa y en su palma apoyó la cabeza, tenía demasiado sueño y sentía que en cualquier momento sus ojos se cerrarían. Pero, afortunadamente, Morhange llegó para sacarla de sus sueño y darle un poco de conversación.

Hacía apenas unos días que el chico le había pedido ser su novia. A Lilou le aterraba el hecho de que cuando se lo pidiera, porque estaba segura de que se lo iba a pedir, las cosas cambiaran entre ellos y ambos se volvieran más vergonzosos y dejaran de contarse toda la información que siempre habían disfrutado compartiendo. Pero nada de esto sucedió, lo que hizo que Lilou se calmara y que pudiera disfrutar plenamente de su noviazgo, sin ningún mal pensamiento que le rondara la cabeza para atormentarla.

-¿Dormiste algo hoy?- Preguntó el rubio.

-¿Me vas a preguntar eso todos los días o qué?- Dijo Lilou entre risas.

-Sólo me preocupo por la salud de mi novia- Respondió él.

"Mi novia". Esas simples dos palabras hacían que el corazón de Lilou quisiera explotar de felicidad. Finalmente sentía que pertenecía a un lugar, y lo que es más importante, se sentía querida.

Estos últimos días Lilou había estado viviendo en un torbellino de emociones. Aunque algunas fueran malas, cómo sus inseguridades y miedos, no tenían nada que hacer frente a las buenas. Lilou se pasaba las noches rezando a lo que fuera que hubiera arriba, en el cielo, porque lo que estaba sintiendo nunca se desgastará, o incluso en el peor de los casos, que se acabara.

La animada conversación de los chicos se vió interrumpida por la imágen de cierta cabeza pelirroja que aparecía detrás de la puerta, mientras ésta se abría lentamente dejando ver su cuerpo entero.

Mondain había salido del calabozo.

Los ojos verdes de Lilou chocaron con sus oscuros ojos e inmediatamente, un escalofrío recorrió la columna de la castaña.

No pudo evitar volver a recordar lo vulnerable que se sintió. El asco que le dió mirarse al espejo los días posteriores. O cómo había frotado intensamente la esponja sobre las partes en las que el pelirrojo había posado sus manos y sus labios.

Sintió cómo las manos de Morhange buscaban las suyas. Pero ella no pudo reaccionar.

Un sentimiento de miedo le había invadido el cuerpo entero, volviéndola a dejar paralizada, cómo aquella vez.

Volvió a sentir como las manos de Morhange intentaba llamar su atención.

-Lilou porfavor, no te hará nada, estoy aquí contigo y nunca podría permitir que alguien te ponga las manos encima- Escuchó Lilou cómo un susurro en la lejanía.

La voz de Morhange hizo que poco a poco fuera recobrando su sentido común, consiguiendo apartar la mirada del pelirrojo, que parecía que había apresado la mirada verde de la chica, como si unas garras salieran de sus oscuros ojos, impidiéndola mover su cabeza.

-Porfavor Lilou, dime algo- Rogó el rubio. Esta vez la chica pudo escuchar sus palabras con una mayor nitidez, lo que hizo que girara finalmente la mirada hacía él.

-Lo siento, es solo qu- Pero sus palabras se vieron interrumpidas.

-No hace falta que me expliques nada, Lilou- Tomó sus manos por debajo de la mesa- Aunque nunca haya experimentado ese tipo de miedo, soy consciente que es una experiencia horrible de la que cuesta mucho hablar- Hizo una breve pausa, mientras acariciaba con su pulgar el dorso de la mano de la castaña- Y no quiero que te sientas presionada de ninguna manera por mí. Te quiero, Lilou, más que a nada en este mundo y verte de esta forma me enferma, pero entiendo que es un proceso y que poco a poco, junto con mi ayuda y la de la gente que te ama, podrás dejar ese miedo atrás.

Lilou se quedó helada, pero esta vez no fue de miedo. Fue de cariño. Heleda de amor. No entendía que había hecho para merecer a ese chico. Porque nunca llegó a imaginar que en algún rincón del mundo se encontraría un corazón como el suyo.

Lilou sabía que cuando se trataba de amor, no es siempre cómo te hace sentir esa persona; es sobre cómo esa persona te hace sentir sobre tí mismo.

Y ella se sentía más humana que nunca. Podía expresar todos sus sentimientos, ya fueran buenos o malos, sin miedo a que le juzgara. Había empezado a disfrutar abrirse con él. Ella le había hablado de sus padres, y de la profunda herida que siempre tendrá en su corazón a causa de sus muertes. Y él le había hablado de lo mucho que le preocupaba su madre. Tenía miedo de imaginar el tipo de trabajo en el que estaría sólo para tratar de mantenerlo. A Lilou no le extrañaba que esto le preocupara, pues por los pasillos corría la voz de que su madre se prostituía. Pero fuera verdad o mentira, Lilou lo apoyó de la mejor manera que pudo, quería devolverle todo lo positivo que él le había aportado.

Lilou lo quería en la intimidad. Pero no en esa intimidad que muchos creen. No en esa intimidad donde la gente desnuda sus cuerpos sin sentido.

Le quería en esa intimidad dónde dejaban al descubierto sus almas. Esa intimidad en la que el roce de la yema de sus dedos se sentía cómo un cosquilleo en el estómago, que amenazaba con dar unos pasos adelante para juntar sus corazones. Le quería cuando abrían lo más vulnerable de su ser. En esa intimidad en la que, sin haberlo querido, llegaron a conocer lo que nadie más conocía de ellos.

-Te quiero, Morhange- Dijo la castaña. Esas palabras siempre fueron lo más real sobre ella.

. . .

Lilou Dupont

Lilou se pudo al fin tranquilizar, al saber que al lado suya estaba Pierre, que la protegería ante todo y todos. Estaba segura de ello.

La clase transcurrió normal, Mondain se sentó bastante alejada de ella, lo que la tranquilizó. Pero el desarrollo de la clase se vió interrumpido a la entrada de Rachin en el aula.

Éste, rápidamente se fue a colocar al centro de la clase para proyectar su voz mejor y que todas las miradas recayeran sobre él.

-¿Dónde está Mondain?- Preguntó enfadado. Lilou pudo ver que aquel hombre estaba tan enfadado, que las venas del cuello parecían que le iban a explotar.

Mondain levantó su cabeza, que anteriormente había estado apoyado sobre la mesa. Lilou suponía que se había quedado dormido.

Rachin fijó su vista en él y con pasos rápidos atravesó el aula hasta su lugar. Lo tomó del brazo y lo sacó a rastras de allí.

-¡¿Dónde están los doscientos mil francos?!- Se pudo escuchar el chillido de Rachin desde el pasillo.

Morhange y Lilou se miraron sorprendidos.

¿Mondain había robado doscientos mil francos?

𝓛𝓪 𝓝𝓾𝓲𝓽  (ᴘɪᴇʀʀᴇ ᴍᴏʀʜᴀɴɢᴇ)Where stories live. Discover now