La Búsqueda (1era parte)

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El rugido y esa espectral apariencia, le hicieron sentir miedo por primera vez... esos luceros oscuros, antes llenos de vida, ahora vacíos y tristes...

- ¿Cuándo nos ibas a decir de tu compromiso?, ¿Cuándo se lo ibas a decir?

Era la primera vez que veía a Koumei tan enojado y a Kuogyoku tan decepcionada, pero esos ojos cubiertos de lágrimas eran los que nunca iba a olvidar. En un arranque de ira, golpeo la mesita que estaba cerca de él, asustando a los doctores

- Primer príncipe, no se mueva por favor, estas quemaduras no deben ignorarse

El pelirrojo vio sus brazos, solo se puso de pie, tomo su espada y uso a Phenex para sanarse, pero para su sorpresa, las quemaduras seguían ahí y al parecer, repelían los intentos de curarse.

- Llamen a Judal, de inmediato

- S-si...

En la habitación del magi, este estaba cabizbajo con una mirada llena de preocupación, Juba estaba en sus brazos, no había querido separarse de su madre desde que Indra se fue. Judal, miro a su bebé, le sonrió para luego mirar la pulsera que le dio Sinbad. Una idea se cruzo por su cabeza, pero no estaba seguro si llevarla a cabo.

- ¿Quién? – al oír que llamaban a su puerta

- El primer príncipe quiere verlo, de inmediato

- Díganle que estoy ocupado

- Santo sacerdote, es una orden del primer príncipe

Judal suspiro, miro a su bebé quien tenia miedo de que lo dejara, beso su cabecita. Luego de un momento, el magi había cambiado a Juba de pañal y de camiseta, para seguir a los guardias. En el camino a la habitación del primer príncipe, pudo notar a los miembros de Al-Thamen, como el apretón en su ropa de parte de Juba.

- Tranquilo...

- Señor – llegando a la habitación de Kouen – su hijo...

- El viene conmigo

- Pero...

- Dije que el viene conmigo, si no, me regreso a mi habitación y no me importa el berrinche que haga Kouen

- Está bien

El guardia abrió la puerta, dejando entrar a ambos azabaches, el magi sonrió, jamás imagino ver al orgulloso pelirrojo tan derrotado, aunque este jamás lo aceptaría. Con un gesto, Kouen pidió que los dejaran solos, aunque los médicos no querían, terminaron obedeciendo. Ya solos, Judal dejo a Juba sobre un cojín.

- Bien, ¿Qué ocurre ahora? – Kouen no respondió – bueno, a ver...

Al ver las "quemaduras", Judal se puso serio y concentrando su magoi en sus ojos

- Interesante...

- ¿Qué es lo que ocurre?

- Dime, ¿intentaste curarte con Phenex?

- Si, pero no paso nada

- Entiendo, bueno – colocando sus manos en sus caderas – déjame decirte, que esas no son cicatrices de quemaduras, son marcas de sellos

- ¿Sellos?

- Si, no se cuál sea su función exacta, pero... veamos, ¿A dónde crees que Indra haya ido?

Al mencionarlo Kouen solo frunció el ceño, Judal solo sonrió

- Vamos, no te hagas el dolido, no solo le ocultaste tu compromiso del que, por cierto, ni tus hermanos y ni yo no sabíamos. Si no todas esas tonteras que le dijiste: "no tener dignidad por entregarse...", ¿a quién? – poniéndose "pensativo", cierto, a ti

Te Amo a Mí ManeraOù les histoires vivent. Découvrez maintenant