cero

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— Basta, Sabri — Rocío se dirigió a su mejor amiga, quien no paraba de insistirle con ir al viaje de egresados.

— Dale, Ro. Quedas como una ortiva si no vas — La rubia intentó convencer a su compañera de banco por millonésima vez.

— Pero no es porque no quiera ir, no quiero hacer que mis viejos gasten plata al pedo. Vos sabes que no me hablo con todo el curso como vos y tampoco quiero que tengas que estar pegada a mi todo el viaje — Esta parecía estresarse cada vez que su amiga tocaba el tema, ya lo habían hablado y su opinión siempre era la misma.

— Amiga, ya te dije que dejes de joder con eso, claramente vamos a estar pegadas, siempre lo estamos. Aunque podrías aprovechar que todavía faltan meses y entablar conversaciones con más gente — Sabrina siguió con su objetivo.

— Si, pero sabes lo que me cuesta hablar con gente que no tengo confianza, me pongo nerviosa y la cabeza no me anda — La castaña era terca, demasiado dirían algunos.

Ellas se conocían de chiquitas y sus familias eran amigas, era diferente al resto de sus compañeros con quienes, con suerte, cruzaba palabras en trabajos donde no se podía elegir grupo o simplemente se saludaban por pura cordialidad.

— Dale Ro, porfa. No quiero pasar el mejor viaje de mi vida sin mi mejor amiga — Sabrina intentaba darle pena, pero no estaba segura de que eso funcionaría.

— Sabri, me haces sentir mal y solo por eso te voy a decir que lo voy a pensar pero no te prometo — Antes de que Rocío pueda terminar su oración entró Blas, Blas Polidori.

¿Quién es? El chico que le gusta desde primer año. Él era dulce, extrovertido, amable con todos y de los pocos que se esforzaba por tener una conversación con ella.

— ¿Sabías que Blas va? —

— ¿A dónde? — Preguntó anonadada por la presencia del ruloso.

— ¿Cómo a dónde, nena? Tu enamoramiento te nubla las neuronas. Al viaje de egresados — Se burló.

Rocío, toda sonrojada, le pegó en la cabeza a la rubia, el chico del que estaban hablando, estaba caminando para su lado y tenía miedo que escuchara lo que le decía.

Antes de que Sabrina pudiera defenderse, ese grupo de chicos que se sentaba en su fila pero más al fondo, pasó por su lado.

— Buenas, chicas. ¿Qué onda? — Esa pregunta la hizo él y, como era de esperarse, la castaña estaba muy ocupada mirándolo como para responderle.

— Bien, Bien ¿O no, Ro? — Intentó ayudar a su amiga para que crucen palabras pero al ver que no reaccionaba, le pegó un codazo.

— Eh, si si, obvio, claro, si, todo bien — Formuló como pudo y como no se decidía qué respuesta dar… dijo todas.

Blas solo se rió y siguió caminando hacia su lugar. Ella se dio vuelta y vio a su amiga queriéndose morir de la vergüenza.

— ¿Vos querés ser un poquito más obvia? Hablale normal che, siempre te pasa lo mismo — Parecía levemente enojada al ver como desaprovechaba las oportunidades que tenía con el chico.

— Ya se, es que te juro que no me anda la cabeza cuando está él — Para su suerte, antes de que pudiera seguirse maquinando la cabeza, entró la profesora de Química y empezó la clase.

🎭

Cuando la escuela estaba por terminar, Blas se acercó a la profesora y le preguntó si podía sacarle los últimos minutos.

— Bueno, como la mayoría sabe, me estoy encargando del viaje de egresados — Todos sus compañeros empezaron a gritar, Rocio solo se enfocó en la sonrisa que apareció en la cara del chico — Para poder seguir con el tema de elegir a la compañía, necesito que todos los que vayan, levanten la mano así los anoto —

Todos lo hicieron, menos Rocío. Sabrina la reprendió con la mirada y susurró.

— Dale, tarada. Dijiste que lo ibas a pensar —

— Por eso mismo, no le voy a decir que voy si es que no estoy segura. Pobre, le voy a cambiar de opinión 20 veces si hago eso —

Sonó el timbre y mientras que guardaba sus cosas, vio como se le acercaba Blas a su mesa.

— Bueno, Ro. Me voy para mi casa — Su amiga, siendo pilla y viendo quién venía para su lugar. Si ella no estaba, la castaña iba a tener que hablarle si o si.

Estaba a punto de agarrarla cuando se escapó, puteó por lo bajo y el chico llegó a su lado.

— Eh, Rochi ¿Vos no vas al viaje de egresados? — La castaña intentó controlarse al escuchar ese apodo que solo le decía su familia. Le molestaba cuando se lo decían otras personas, pero viniendo de él… no era un problema.

— No, bueno, en realidad lo estoy pensando. Sabri me está intentando convencer — Hizo el mayor esfuerzo porque sus palabras salieran fluidas. Pero lo único que pasaba por su mente era lo bello que era.

— ¿Pero pasa algo? ¿Es por un tema económico o no te pinta? Estaría bueno que vayamos todos, por eso —

— No, no es eso. Es que, tipo, como que, no se si viste que no hablo con mucha gente del curso — Pauso su oración al notar lo mal que estaba hablando — solo con Sabri, el resto es como que solo los saludo. No se que tanto pueda socializar en el viaje —

— Pero conmigo hablas también — El chico la miró a los ojos y Rocío sentía que podía desmayarse ahí mismo. El tono que usó la hacía temblar.

— Claro, si, pero no es lo mismo. Me da cosa quedar media entrometida — Dijo con demasiada vergüenza, no quería quedar como que se estaba haciendo la “pobrecita”, simplemente era la verdad.

— No seas boluda. Mira, si quieres, pensalo esta semana y yo te ayudo a integrarte más al grupo — Parecía que lo terco también era algo del ruloso — Como si hiciéramos un trato entre los dos. Si vos me decis que si, yo prometo ayudarte a hablarte con más gente —

— No te preocupes, de verdad, no te quiero molestar. Lo pienso y te digo, pero no hay drama  en serio— Se estaba muriendo de emoción, pero lo último que quería era que el chico la intente incluir con su grupo. Sabri se llevaba con ellos y decía que eran buenos chicos, pero Rocío notaba lo fiesteros y quilomberos que eran y, aunque no le molestara, ella no era así... creía que quedaría fuera de lugar y parecería un peso.

— Rochi, no me jodes. Si llegas a decir que si al viaje, hacemos lo que te dije. Te juro que te vas a acoplar re bien — Estiró la mano, como si estuviera sellando el pacto. La castaña no quiso hacerle esperar y junto sus manos.

El chico sonrió de oreja a oreja y dejando un beso en su mejilla se fue.

Rocío no podía creer lo que acababa de pasar.

Al llegar a su casa iba a llamar a Sabrina para contarle todo, aunque conociéndola, seguramente tendría el celular explotado de mensajes y amenazas para que le cuente, a lujo de detalles, lo que sucedió.

daylight : blas polidoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora