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La primera vez que perdió el control fue el mismo día de su cumpleaños, el mismo día en el que acabo con toda su familia, el mismo día en el que quiso ser reconocido por sus padres.
La segunda vez, fue cuando lo vieron matando a varias personas, esa vez no pudo controlarse por si mismo, fue el día en el que conoció por primera vez al Director Whalberg. El lo había detenido, era un niño. Pero gracias a él no había pasado a mayores.
Y ahora, la tercera vez por culpa del inframundo en su cabeza, por culpa propia, por no poder cargar con el pecado de que había acabado con varias vidas inocentes.
Shin era un visionario divino, el visionario de la varita de la muerte. Siendo un iluminado por dios, poderoso aún siendo menor, logro llamar la atención de los demás. Whalberg lo había reconocido cuando entro a Easton junto a Rayne.
Al ser el dueño de aquella varita, lo usaron para ejecutar a varias personas. Fue fácil, el quería ser reconocido por aquellos visionarios, quería ser de utilidad. Aunque sabía que habría contras. Ahora lucharía.
Su mente estaba nublada, las voces gritaban, sin poder tener control de su propio cuerpo, se movió rápidamente lanzando una patada a Meliadoul, la había detenido a tiempo, pero había roto la casa, una gran nube de polvo se levantó.
No queriendo llamar la atención de las personas Meliadoul los teletransportó a ambos al bosque. En su mano izquierda tenía aquel desgastado collar rojo, ¿Si se lo ponía de nuevo se calmaría?
No pudo pensar bien al sentir el filo de la guadaña en su mejilla, Shin tenía una larga guadaña en manos, sus lindos ojos opacos, su cabello blanco siendo iluminado por la luz filtrada de entre los árboles.
Meliadoul— Maldición niño, no quiero tener problemas... Pero no me dejas otra opción que tomármelo en serio.
Shin no hablaba, comenzó a darle vueltas a la guadaña y en un rápido movimiento se acercó hasta la mujer, su velocidad había aumentado, bajo la guadaña rápido haciendo un corte limpio que muy a penas Meliadoul alcanzo a esquivar.
A corta distancia comenzaron a pelear cuerpo a cuerpo, con Shin defendiendo su cara de los golpes fuertes de Meliadoul con la guadaña, un golpe llegó a sus costillas, el arma se desvaneció y Shin a pesar del gran dolor siguió peleando.
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