Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Mientras el sonido de su pobre corazón hecho añicos se escuchaba en medio del silencioso pasillo, mientras que el bicolor apretaba con fuerza ese collar rojo en su cuello, aquello que lo mantenía aún atado a la promesa de vivir por la persona que más amaba en el mundo.
Los sollozos eran callados por sus manos callosas, quería gritar y desahogarse. Los libros que leía de vez en cuando sobre historias de amor, sobre el dolor de un corazón roto, Shin creía torpemente que los autores solamente exageraban con eso.
Pero por primera vez lo comenzaba a experimentar. El dolor de no poder decirle todo lo que sentía, el dolor en su pecho, en su cabeza, en su estómago por guardar tan intensos sentimientos en él. Quería regresar sobre sus pasos y gritarle frente a su cara, mientras miraba fijamente aquellos hermosos ojos cual oro y decirle.
"Te amo"
Pero solo quedaba guardar todo. Como siempre lo hizo.
Recordaba el sentimiento de arrepentimiento al matar a gente inocente por las reglas del Buró.
Recuerda la desesperación al perder el control y herir a varias personas.
Recordaba el cariño que sentía por aquellos niños de primer año, por aquel chico que se hizo un hermano menor para él.
Shin tenía mucho que cargar.
Pero quería dejar de cargar con el peso de estar enamorado.
Mientras seguía caminando por los pasillos de la escuela, con su cara inundada en lágrimas de tristeza, con sus ojos rojos y agotados por llorar, sintió la intensidad de la mirada de alguien.
Tan absorto que estaba, que no se dio cuenta por dónde y qué pasillos había pasado. Mash estaba frente a él, mirándolo con su típica cara seria, podía verlo en sus ojos, preocupación.
Shin trato de limpiar los rastros de sus lágrimas, pero los fuertes brazos de Mash se lo impidieron, pues nuevamente, a pesar de que limpiaba cada lágrima que salia de sus ojos azules, más y más le seguían deslizándose.
Mash— ¿Que sucedió...?
Shin no podía hablar, por qué estaba seguro de que si abría la boca, gritaría por el dolor en su corazón. Las palabras de su amado seguían rondando por su cabeza.
Estaba seguro de que no las olvidaría fácilmente.
Y mientras todo pasaba, el gran silencio de la biblioteca, las lágrimas de un alma rota, de un alma dividiéndose, se deslizan acompañado al otro chico en su decisión de elegir las palabras más hirientes y dolorosas, dichas a aquella persona que le importaba.
Mirando el estante de libros frente a él, mientras recordaba el rostro de dolor del de cabellos blancos. Tocó su mejilla, estaba seguro que podía sentir el calor de los labios de Shin en ella. Aunque no entendía el por qué lo había hecho.
