10. (no se que título poner)

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Lo último que Sergio escuchó fue a  Carlos mandando Max a ordenar el desayuno cuando decidió a su maleta en busca de su ropa y toalla para darse de una vez un baño, esperando que así pudiera aliviar un poco el malestar que tenía.
El baño tardó quizá un poco más de diez minutos, en los cuales estuvo alternando entre agua fría y caliente. Estaba tan concentrado que por un momento se olvidó que tenía compañía esperando por él.

Mientras tanto, en la pequeña sala, Max y Carlos se encontraban ya envueltos en una competencia FIFA. Quien los viera podría pensar que eran unos adolecentes por la emoción y pasión con la que sus dedos volaban por los controles, tratando cada uno salir vencedor sobre el otro.
A lo lejos podían escuchar que la ducha se había cerrado, y eso era un aviso que pronto Sergio se uniría a ellos.
Max por momentos miraba de reojo hacía la puerta del baño, en realidad no tenía idea de cómo saldría Sergio de ahí, pero para ser sincero, esperaba verlo con lo mínimo de ropa, no es algo que no hubiese visto ya. Verlo con una toalla envolviendo su torso era algo que lo haría soltar suspiros sin duda alguna. Esos pensamientos delirantes no ayudaban en mucho en su partida, pues se distraía con facilidad y eso era algo de lo que Carlos se iba aprovechando para sumar tantos goles como pudiera.

El timbre sonó un par de veces, indicando que la comida había llegado.
—Yo ordené la comida, te toca recibirla— murmuró Max a Carlos cuando vió que este estaba ignorando el sonido de la puerta— Claro que no, ve tú, además, yo soy mayor, debes hacerme caso— replicó Carlos sin dejar de mirar la pantalla. —Tal vez seas mayor, pero yo soy más alto que tú...
—¿Y eso que? No cuenta, la edad mata estatura.

Cuando Sergio se dignó a salir del baño, se volvió a encontrar a ese par discutiendo y el timbre sonando.
Los vió y murmuró un "niños" al dirigirse a la puerta.
"Servicio al cuarto" dijo el joven cuando atendieron a la puerta, dos carritos repletos de comida.
Tuvo que hacerse a un lado dándome paso al chico quien ingresó a la habitación. Cómo no encontró una mesa con suficiente espacio para acomodar los platillos, tuvo que dejar los carritos allí para regresar por ellos más tarde.

El olor de toda esa comida rápido invadió la habitación, haciendo gruñir su estómago.

Solo les tomó algunos segundos a Max y a Carlos unirse a Sergio para darle ataque a la comida.

—¿Acaso hibernaremos o algo parecido? — comentó Sergio al destapar el primer plato que estaba repleto de tocino crujiente. No dudo en tomar uno y morderlo por completo. El sonido placentero escapó de sus labios conforme el tocino iba bajando por su garganta. Debia de estar tan hambriento como para pensar que no había probado un tocino igual a ese anteriormente.

—Sabia que podía confiar en ti la elección de la comida, Max.

Comentó por otro lado Carlos, quien se apoderó de uno de los platos de chilaquiles que lo invitaban a perderse en ellos.

Y así sin más, los tres se vieron envueltos en ese festín de comida, que los hacía olvidar ese malestar que las bebidas de la noche anterior les había dejado.

Detrás de la puerta Where stories live. Discover now