12. "no puedo"

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Parecía que el tiempo se había detenido para estos dos. Era como estar en una burbuja en dónde solo ellos existían, y era tanto así que las manos de Checo fueron bajando hasta posarse en los costados del cuerpo de Max, atrayéndolo hasta dejarlo sentado en su regazo. Mientras las manos de Max se negaban a abandonar sus hombros por el temor a ser separado.

Sus respiraciones eran erráticas y parecían faltarles el aire, pero ninguno de los dos quería parar de saborear los labios del otro a causa de todas las sensaciones que despertaban en sus cuerpos.

Max se sentía como tocando el cielo, no le importaba que casi hubiese rogado por ese beso, sin duda lo volvería a hacer una y otra vez. Un gemido casi audible escapó del rubio al sentir como las manos del castaño iban abriéndose camino por debajo de su playera, y la tibieza de sus dedos iban provocando que su piel se erizara aún mas mientras este parecía querer explorar con detenimiento su torso y espalda.

Por otro lado, aunque Sergio estaba en pleno disfrute, su mente parecía jugarle una mala pasada, pues en sus pensamientos no era a Max a quien tenía prácticamente devorándole la boca, sino era a otro chico, de ojos cafés que en antaño también había rogado por los besos del mexicano y del cual su corazón se había prendado.

Escuchar su nombre en medio de un jadeo, hizo a Sergio regresar a la realidad, por instinto echó la cabeza hacia atrás y ante esa acción, pudo notar a un Max muy agitado pero sonriente, que le sostenía la mirada, en sus ojos no había rastro de arrepentimiento sino se podía ver excitación por la forma tan brillante de sus ojos. El color que habían tomado sus mejillas hacían juego con el rojo de sus labios, dándole un toque extra de sensualidad. Verlo en ese estado, le hizo tragar saliva al darse cuenta que no le era del todo indiferente. Pero el darse cuenta de eso provocó que entrara en pánico.

El rubio quiso volver a besarlo, pero está vez, Checo pudo frenarlo sosteniendo sus hombros.

-Max...no...no podemos

-¿Por qué no? Tú también lo deseas y no puedes negarlo- contraatacó Max, aunque fue él quien lo había besado, fue correspondido, lo sentó sobre sus piernas y sus manos que estuvieron estrujando su piel en el proceso dieron muestras de deseo. -¿Lo vas a negar?

-Max no podemos...estoy casado...- dijo casi en un susurro al levantar su mano izquierda para enseñarle el anillo en su dedo anular.

-Pues eso no ha sido impedimento para que se forme esa erección que tienes ahora...- señaló con el dedo los pantalones del castaño.

Ante eso, Sergio dirigió la mirada hacia donde apuntaba Max, y hasta ese momento no pudo negar el evidente bulto que se marcaba en su pantalón.

Cuando estuvo por contestarle, las voces que venían de fuera hicieron que ambos miraran con preocupación hacía la puerta

-¡He vuelto, y traje visitas conmigo! - era la voz de Carlos que había vuelto con los juegos prometidos

Detrás de la puerta Where stories live. Discover now