11. "por favor"

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Los alimentos fueron compartidos entre charlas y risas durante un buen rato y en  ese transcurso, los teléfonos de los chicos comenzaron a llenarse de notificaciones de alerta por el mal clima que se había presentado en la cuidad. En dónde les informaban que por el momento los vuelos estaban suspendidos por las tormentas las cuales  posiblemente prevalecerían hasta la mañana siguiente. Invitándolos así a permanecer en el hotel.
El primero en refunfuñar fue Carlos, no le hacia gracia el no poder volar por la noche como lo había previsto, así que no le quedaba otra más que quejarse de la mala suerte.
—¿Qué cojones se supone que vamos a hacer en este tiempo?
Checo aprovechaba a contestar los mensajes que su esposa había enviado por la mañana pues había olvidado reportarse desde el término de la carrera. Entre esos mensajes también habían algunos de Lance, dónde lo felicitaba por su reciente victoria, al último, le envió un “gracias, compa” en respuesta seguido de un corazón. Mensaje que fue contestado en segundos con un emoji de un guiño y un “te veo más tarde, estoy comiendo con Fernando…”.
Al terminar de leer todos los pendientes de su teléfono. Se levantó y se acercó a Carlos para palmearle el hombro y buscar que dejara de hacer berrinches.
—Animo Sainz, tómalo por el lado bueno, así tendremos tiempo de seguir jugando, ¿O temes que vuelva a patearte el trasero? — comentó checo desafiándolo.

—¡Ja! Ya quisieras poder patearme el trasero. ¡Ni en tus sueños! Iré a mi habitación por un juego nuevo para ponerle mejor ambiente a esto…— resignado, se levantó de un salto del sofá para encaminarse a la puerta, ya que en su habitación tenía algunos equipos recién adquiridos. —No tardo.
Dijo Carlos en voz alta al cerrar tras sí.

Al irse Carlos, un silencio incómodo se plantó en la habitación, Max seguía sentado, pero sus pies se movían con inquietud mientras buscaba las palabras adecuadas para iniciar la conversación con Checo. Pero fue el último quién tomo la iniciativa después de ocupar  el sofá que Carlos había dejado libre y estaba  frente a él.

—Y bien, Maxi, ya que estamos solos, ¿Sobre qué querías que habláramos anoche?— tras hacer la pregunta, se acomodó cruzándose de piernas mostrando así un aspecto relajado. —Soy todo oídos.

Max seguía sin dar signos de hablar, de pronto sentía que las palabras se habían esfumado de sus labios, eran tantas cosas que quería decirle, pero parecía que no podía expresarlas. Mientras tanto Sergio parecía un poco confundido porque era raro ver a Max callado por tanto tiempo.

—¿Max?— En cuanto Max escuchó su nombre, sin pensarlo más, se levantó del sofá y en dos pasos estuvo frente al mexicano, este tuvo que levantar la vista confundido al verlo tan cerca suyo. Cuando intentó levantarse, las fuertes manos de Max lo asieron de los hombros  obligándolo a permanecer en su sitio.

En ese momento para Max las palabras estaban de más, ya que había planeado pedirle disculpas a su compañero por el ímpetu de sus acciones del día anterior, pero ahora al estar de nuevo a solas, lo único que tenía en mente era volver a sentir por lo menos el roce de sus labios, y eso lo hizo  romper la distancia que había entre ambos rostros al inclinarse por completo sobre su cuerpo.
El rostro de Checo pasó de confusión a pánico en cuando sintió la respiración de Max cerca de sus mejillas, eso lo hizo tragar saliva un par de veces,  acción que fue notorio para su compañero, la cual tomó como motivación para besarlo. Ante eso, Sergio quiso alejarlo empujando su pecho con ambas manos, pero como las manos de Max seguían aferradas a sus hombros, su intento de alejamiento era infructuoso.
Un suave “por favor Sergio” murmuró Max. El tono de su voz provocó que Checo dejara de luchar y poco a poco fue cediendo a los suaves besos que recibía.
Y así, el silencio de la habitación era interrumpida en ocasiones por los sonidos que los besos dejaban escapar al  tornarse cada vez más intensos.

Detrás de la puerta Where stories live. Discover now