Capítulo 11: No es una cita

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Había llegado. Ima esperaba en el portal de su apartamento, intentando mantener los nervios a raya. Se decía una y otra vez que no era para tanto, recordándose cuál era el objetivo de la quedada. El plan era comprobar hasta qué punto, ella y Ryu, controlaban los Ecos, pero el ambiente y sus sensaciones no iban al unísono con dicho pensamiento. La gente feliz, divirtiéndose, chillando por la adrenalina y subiendo y bajando de las atracciones.

 Era incapaz de deshacerse de esa sensación de que iba a tener una cita.  Lo peor de todo era que nunca le había pasado nada parecido. Siempre se ha considerado una chica directa, de esas de las que no se anda con rodeo y deja clara su intención, pero este caso era bastante singular y lo que más rabia le daba es que no sabía por qué. Era como volver a ser una adolescente de dieciséis años. ¿Ryu le gustaba? Pues, no estaba seguro, pero sí que le llamaba la atención y le parecía una persona interesante, además, era mono. 

Justo en ese momento, vio como Ryu se acercaba con su coche. Era un BMW M5 rojo, pequeño, casi de juguete. Menos mal que Ryu le había avisado con antelación si no la sorpresa de Ima hubiese sido más bien estupor.

Ryu se detuvo enfrente. Ima abrió la puerta, y se sentó de copiloto. Se sorprendió del buen estado del coche. El interior estaba libre de polvo y los asientos, que eran de cuero, parecían estar recién limpiados. Del retrovisor central colgaba el típico ambientador de pino y más abajo, en el salpicadero había un reproductor de casetes. El coche era antiguo, sí, pero tenía encanto o al menos Ryu se había preocupado para que lo tuviera.

—Pues, en marcha —dijo Ryu.

—Esto no es una cita, ¿vale? —dijo de pronto Ima, mirando al frente y evitando cruzar su mirada con Ryu.

Ryu le miró extrañado y sorprendido a partes iguales.  ¿A qué venía ese comentario? Un momento, ¿ella también había tenido la misma duda?

—Vaaleee —dijo Ryu haciendo presenta su sorpresa.

A partir de ese momento, el viaje hacia el parque de atracciones fue más incómodo si cabe. El silencio era sepulcral y era únicamente interrumpido por el sonido del exterior del aire chocando contra el coche. 

-Puedes... poner música si quieres -dijo Ryu tratando de romper el silencio -. Va con casetes, tienes algunos en la guantera.

Ima, sin mediar palabra, la abrió y un par de ellas cayeron al suelo. Eran de Jimi Hendrix y Bob Marley. En la guantera había incluso más variedad. Desde un casete de The Beatles, pasando por Michael Jackson o Prince. Ima tuvo la difícil tarea de elegir. Todos los casetes eran reliquias y además de cantantes o grupos a los que Ima apreciaba por su gran aporte al mundo de la música. Al final optó, por el casete de Jimi Hendrix. En su mente, era la elección perfecta, teniendo en cuenta que se dirigían a un parque de atracciones. Además, su guitarra y sus ritmos podrían ayudar a destensar el ambiente. Cogió la cajita, la abrió, sacó el casete y lo metió en el reproductor. Tardó unos segundos en reproducirse, pero empezó por todo lo alto, con ese beat parecido a un redoble de tambor de "Crash Landing", que daba paso a la ultra reconocida guitarra de Jimi.

Ryu empezó a seguir el ritmo con la cabeza mientras conducía a la vez que tarareaba lo poco que sabía de la canción. Ima trató a la desesperada no sucumbir a la música, pero le fue imposible. A los pocos minutos, Ima estaba al compás de Ryu y Jimi. La música les ayudó a espantar los nervios que tenían, además de hacer más ameno el viaje de casi una hora que tenían por delante. Ryu dio carta blanca a Ima para cambiar el casete siempre que quisiera. En aquel antiguo coche, sus dos ocupantes pudieron disfrutar no solo de Jimi, sino también de Michael Jackson, Prince, The Beattles o incluso Elvis. 

Después de varios conciertos sobre la carretera, Ima y Ryu llegaron al parque de atracciones. Ima se ofreció a pagar el parking, era lo menos que podía hacer, teniendo en cuenta que Ryu había accedido a su descabellada idea y se había ofrecido a llevarla en coche.

—¿Cuánto te debo de las entradas? —dijo Ima mientras bajaba del coche.

—¿Eh? Nada, nada, no te preocupes —dijo Ryu mientras salía del coche y se dirigía hacia el maletero del mismo para sacar su mochila, donde guardaba su polaroid. 

—Ryu, en serio, ¿cuánto?

Ryu sonrió.

—Está bien, son ...

Sin más dilación, Ima sacó el móvil y le hizo el bizum respectivo. Una vez estuvieron listos se dirigieron hacia la puerta principal. Estaba abarrotada, así que no les quedó más remedio que hacer cola. Ambos fruncieron el ceño. Habían quedado temprano, a las ocho de la mañana, para ir con tiempo, pero habían ignorado por completo que estaban en fin de semana, lo que significaba el doble de visitantes y turistas.

A pesar de la irritación que les provocaba hacer cola y tener que esperar para entrar, Ryu pudo ver reflejada en los ojos de Ima su ilusión por parque de atracciones. Sin decírselo, casi a traición, Ryu sacó su polaroid, enfocó a Ima y disparó la foto. Notó como la rabia y la ternura del momento le abandonaban para luego volver en una oleada poderosa cuando dio un vistazo a la foto ya impresa. 

Ryu también aprovechó el momento de espera para comentar a Ima la opción de ir al parque de Nintendo World.

—Por cierto, Ima, dentro de las entradas se incluye la visita a Nintendo World —dijo Ryu como quien no quiere la cosa.

—¿En serio? —dijo Ima conteniendo una sonrisa.

—Sí, sí, en serio —afirmó Ryu —. ¿No te importa, no?

—No, no, mejor, más situaciones podremos inmortalizar —dijo Ima.

Por dentro, Ima chillaba de felicidad y cuantos más minutos pasaban, más se daba cuenta de que, quizá, no había sido buena idea ir al parque de atracciones, pero en esos momentos su niña interior era más fuerte que su parte madura. Además, hacía como mínimo diez años que no pisaba un parque de atracciones. 

Cuarenta minutos después de cola, al fin, lograron entrar. La primera zona que encontrabas nada más entrar, era la zona de Hollywood, una zona ambientada y dedicada a ciertas marcas de la industria cinematográfica relacionadas con Universal. Los puestos y los edificios simulaban la arquitectura de los míticos edificios de los estudios de cine de Estados Unidos. Antes de continuar, Ima se acercó a un pequeño puesto de información cercano, donde ofrecían mapas y demás servicios para toda persona perdida. Cogió uno de los mapas y volvió con Ryu.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó Ryu mientras Ima se acercaba. 

—No tengo ni idea, hay mucho donde elegir —reconoció Ima mientras abría el mapa desplegable.

—¿Vamos por orden? —sugirió Ryu.

—A ver, en la zona de Hollywood tenemos varias experiencias en 4d, además de varias montañas rusas... —dijo Ima dejando la frase en el aire. 

—Pues a las montañas rusas, entonces —dijo Ryu, entendiendo a la perfección la intención de Ima.

Entre dos realidadesWhere stories live. Discover now