Capítulo 10: Agradable sorpresa

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Ryu todavía seguía sin poder creérselo y una parte de él deseaba que todo aquello fuera un sueño que se hubiese prolongado más de lo normal. Pero todo apuntaba a que no. Aquello, por muy raro que pareciese y por muy pocas explicaciones que tuviera, era real.

Después de estar más de dos días con la polaroid que le había regalado aquella extraña señora mayor y descubrir los Ecos, resultaba que no era el único con una cámara especial. Ima, su compañera de trabajo, también podía acceder a los Ecos. 

En el caso de Ryu, su primer Eco fue al hacer una foto a una fotografía de su abuelo. La pena, el dolor, la añoranza y la alegría le asaltaron con la fuerza de un terremoto, seguidas de un éxtasis maravilloso pero efímero. 

Había empezado aquel día con la intención de devolver la cámara, pero fue en vano. La señora mayor había desaparecido. La tienda de antigüedades estaba cerrada y nadie le atendió. Al no obtener resultado, decidió volver en otra ocasión. Acto seguido, se marchó a la oficina. No tenía eventos o sesiones de foto que cubrir, pero sí que tenía pendiente volcar todo el material de la última sesión de fotos que había hecho. 

Llegó a la oficina, nervioso aún por no haber podido desprenderse de la polaroid. Se dirigió a su escritorio, situado cerca de una de las ventanas del edificio, y pasó las fotos a su ordenador del trabajo.  Mientras esperaba, Nao se le acercó. Parecía sorprendida de verle en la oficina. Le informó de que esa misma mañana, la agencia, había programado una sesión de fotos y que se encargaría Ima de llevarla a cabo. "Si hubiese sabido que estabas aquí, no le hubiera llamado" le dijo Nao. No obstante, aquello no fue impedimento para pedirle que se quedará y echará una mano si hacía falta. Ryu no le dio importancia y de hecho aceptó. Le gustaba trabajar con Ima. Era risueña, aplicada, responsable y se entendían a la perfección. Artísticamente no eran afines o al menos esa era la sensación que tenía, pero por fortuna, hasta la fecha, no habían tenido problemas con ese respecto. Ninguno de los dos se metía en el trabajo del otro, pero si podían no dudaban en ayudarse en cualquier cosa.

Al terminar la transferencia de archivos, Ryu se puso manos a la obra para preparar el plató para la sesión de fotos. Poco después llegó Ima. Estaba radiante, como siempre. Desde el primer día que Ryu la vio, le llamó la atención, por mucho que tratara de escondérselo a Sho, su mejor amigo. Le pareció muy atractiva. Pelo corto por los hombros, liso y Ryu tenía que admitir que tenía buen gusto para la moda. Además, sus ojos más grandes que la media y del color de la tierra le parecían hipnóticos. 

 Él le incitaba a que tuviera una cita con ella, pero Ryu no estaba seguro de que aquello fuera buena idea. Al fin y al cabo, eran compañeros de trabajo y si empezaban una relación sentimental, el resto de la oficina no podría evitar chismorrear. 

Ryu prefería mantener su vida privada lo más privada posible, incluso con su familia. Era muy selectivo a la hora de contar sus intimidades. Por su parte, no había desconfianza o intención de fastidiar. Simplemente, su vida personal era suya y él decidía cuando y con quién compartirla. 

Ryu llevaba un año soltero, un año en el que se había centrado en sí mismo y en encauzar su vida. No es que antes fuera un inconsciente, más bien daba tumbos por la vida, probando una cosa y otra, sin encontrar aquello que encendiera la chispa de la pasión. Durante la sesión de fotos, la voz de Sho resonó en su cabeza. Por instinto, la primera reacción fue rechazar la idea, pero mientras trabajaba y se fijaba en Ima se percató de que nunca había conocido a una chica como ella. Pero ¿ella aceptaría? Seguramente no era su tipo, pero no perdía nada por preguntar, ¿no? ¿Ni aunque fuera un café?

Ryu se sorprendió a sí mismo preguntándole a Ima si le apetecía ir a tomar un café, pero se sorprendió aún más al ver que ella aceptaba la invitación. Desde luego que fue una agradable sorpresa. No obstante, lo que realmente no se esperaba era terminar comiendo en casa de Ima, además de conocer a su amable aunque extravagante compañera de piso.

Una notificación en el móvil lo sacó de sus cavilaciones. Era el correo con las entradas para el parque de Universal Studios que incluían el nuevo parque temático de Mario Bros. Había comprado las entradas sin consultar a Ima, pero supuso y deseó que no le importara, aunque tenía que reconocer que a él le hacía especial ilusión poder disfrutar del nuevo parque del famoso fontanero de los videojuegos.

Sin poder evitarlo, Ryu se vio a sí mismo junto con Ima disfrutando del parque de atracciones y fue incapaz de esconder una sonrisa. No obstante, se obligó a recordarse que aquella quedada no era una cita. En un principio, el plan era comprobar hasta qué punto él e Ima tenían control sobre los Ecos o al menos eso era lo que había planteado Ima. Aun así, Ryu tenía que reconocer que no sabía como pretendían hacerlo y no era capaz de imaginarse situaciones dignas de una buena fotografía en un ambiente tan sobrecargado como aquel.

Ryu trató de imaginarse como se sentiría Ima respecto a todo lo que estaba pasando. Había sido un shock para los dos, pero a Ryu le sorprendió la efusividad de Ima en cuanto a no querer desprenderse de la cámara. Podía llegar a entenderla. Ryu todavía podía sentirlo, al borde de su mente, acechándole. El éxtasis, fuerte y poderoso como un trueno y rápido como la luz. Pero hasta el momento, había sido capaz controlar sus impulsos. Era como tener una vocecilla en la cabeza, invitándote constantemente a dejarte llevar, dándote permiso para disfrutar sin control y por eso Ryu recelaba. 

Las cosas que tenían tanta facilidad para lograr eso, acarreaban problemas que no podían verse a simple vista y podían llegar a ser peligrosas.

A pesar de eso, Ryu optó por centrarse en que en menos de cuarenta y ocho horas estaría con Ima disfrutando de un día en el parque de atracciones.





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