Capítulo 12: Adrenalina, magia y champiñones

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Primero se montaron en Space Fantasy - The Ride, una montaña rusa ambientada en un viaje espacial, con varias pantallas, láseres y efectos especiales en el recorrido. Apretaron el paso, para así ser de los primeros en subirse, y por suerte así fue. Sin embargo, sería algo que no se repetiría durante el resto del día.

Uno de los puntos más positivos de este tipo de parques temáticos es que incluso el tramo de la cola y espera estaba tan decorado y los animatrónicos estaban tan bien trabajados que era imposible no quedarse embobado, ignorando el paso del tiempo, hasta que te tocaba subir a la atracción en cuestión. Además, cerca del inicio del recorrido, había colocadas unas taquillas pequeñas con la intención de permitir a los visitantes guardar sus pertenencias hasta que se bajasen de la montaña rusa.

Ryu no estaba tan animado como Ima y no le hizo mucha gracia que de buenas a primeras les tocase en primera fila en la primera atracción que se subían. Él fue quien se encargó de guardar las mochilas en las taquillas. A continuación, se subió a su asiento, a la derecha de Ima. Poco después, un trabajador le abrochó todos los cinturones y medidas de seguridad.

Ryu se cogió al arnés con fuerza y notó cómo los nervios aumentaban y recorrían todo su cuerpo. Las manos le empezaron a sudar. No quería mirar, pero echó un vistazo a su izquierda y no se sorprendió al ver a Ima con una sonrisa de oreja a oreja, agitando las piernas, ansiosa por salir disparada y por empezar el recorrido. De alguna manera esa alegría se le contagió, pero justo cuando empezaba a relajarse, la montaña rusa se puso en marcha. Salieron disparados como la bala de un cañón. Ryu cerró los ojos debido a la inercia de la velocidad y apretó con más fuerza el arnés de seguridad. A su izquierda, podía oír a Ima chillar, dejando escapar toda la adrenalina y no pudo evitar reírse. Poco a poco, Ryu abrió los ojos, alzó los brazos y se dejó llevar, uniéndose al disfrute de Ima, pero por desgracia no duró mucho. Cuando quiso darse cuenta el recorrido ya había finalizado.

Ima se bajó dando saltos de alegría. Ignoró por completo a Ryu, que le ofrecía de nuevo su mochila y fue directa a la salida. Una vez fuera de la atracción, Ima tomó una gran bocanada de aire. La poca adrenalina que le quedaba en el cuerpo se disipó.

—Vaya pasada —dijo Ima mientras Ryu se acercaba, cargado con las mochilas y con la cámara preparada.

—No ha estado mal —reconoció Ryu y sin avisar hizo la foto.

La adrenalina, la alegría, su fascinación por Ima y los nervios se trasladaron a la cámara.

—¡Oye! —se molestó Ima.

—Hemos venido para esto, ¿recuerdas?—dijo Ryu con una sonrisa burlona.

Ima trató de replicarle, pero Ryu tenía razón, así que no tuvo más remedio que responderle con una mueca de disgusto socarrona.

—¿Accedemos al Eco ahora o nos esperamos al final del día?

—Nos esperamos, mejor, ¿no? —sugirió Ima.

—Vale, sí, mejor —reconoció Ryu.

—Bueno, ¿a cuál vamos ahora? —preguntó Ryu.

A Ima no le hizo falta sacar el mapa.

—En esta zona no hay mucha variedad y las experiencias 4d no me llaman mucho la atención, pero a la zona de Harry Potter hay que ir sí o sí —sentenció Ima.

—Pues al mundo mágico de Harry Potter entonces.

Para llegar allí tuvieron que cruzar toda la zona de Hollywood. No era difícil perderse, sobre todo gracias a la recreación del castillo de Hogwarts, que se alzaba sobre todo el parque, imponente. No obstante, generaba un panorama bastante curioso porque la diferencia entre una zona y otra era muy abismal y el cambio y la transición de una a otra, desde luego, sutil, no era. Aunque esa sensación de viajar de un mundo a otro en un abrir y cerrar de ojos era una de las cosas más llamativas tanto para Ima como para Ryu. Una vez allí, rodeados de gente disfrazada como alumnos de Hogwarts, con las míticas túnicas negras de las diferentes casas del colegio de magia y hechicería, les fue imposible no sentirse como dos peces fuera del agua. Desentonaban tanto como las cuerdas de una guitarra mal afinada.

Entre dos realidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora