Capítulo 14: Ajenos a todo lo demás

13 2 18
                                    

Por fin la cena estaba lista. Además de las bolas de arroz, Ryu había tenido la idea de preparar una ensalada de barritas de salmón, con queso rayado, atún y lechuga, aderezada con salsa césar.

Ima recogió las fotos, las colocó sobre el mueble del televisor y Ryu preparó la mesa.

—Espero que te gusten —inquirió Ryu mientras dejaba el plato lleno de bolas de arroz rebozadas.

—Tienen buena pinta —indicó Ima, que se acercó para oler el humo que ascendía del plato.

—Pues adelante —dijo él —. ¡Que aproveche!

—¡Gracias!

La primera en dar un mordisco fue Ima, aunque primero mojó la bola de arroz en un pequeño cuenco lleno de soja. Ryu trato de advertirle que estaban recién hechas, calientes y de que seguramente se quemaría, pero Ima hizo caso omiso a las advertencias y al ligero humo que ascendía del plato y acabó quemándose. No obstante, estaba delicioso. 

—Están riquísimas —dijo Ima a duras penas, combatiendo el ardor del interior de su boca.

Los ojos de Ryu se iluminaron por un instante y empezó a reírse.

—Tenías hambre, eh.

—Un poco —reconoció Ima.

El resto de la cena discurrió con total normalidad. Rememoraron la jornada y señalaron que atracciones y que zonas les habían gustado más. Muy a su pesar, Ryu tuvo que reconocer que la zona de Harry Potter había sido la más impresionante, incluso por encima de la de Mario Bros. Por suerte, esa fue la única decepción del día, porque por lo demás, todo había ido incluso mejor de lo esperado, algo que ninguno de los dos fue capaz de admitir.

Ima, llena de orgullo, se sentía triunfal. No es que la zona de Nintendo no le hubiese gustado, pero la nostalgia por Harry Potter, sumado al hecho de ver ese mundo llevado a la realidad con tanto detalle y cariño, eran elementos con mucho peso a tener en cuenta.

Después de cenar, los dos recogieron la mesa. Por suerte, aparte de un pequeño horno, Ryu disponía también de un minúsculo lavaplatos. Teniendo en cuenta que vivía solo y las dimensiones generales del apartamento, Ima no se sorprendió. Podría ser peor. En sus primeros pasos a la hora de buscar pisos, Ima se cruzó con ofertas de características más que cuestionables en cuanto a legalidad y condiciones de vida. Sobre todo se encontró con trasteros remodelados como habitaciones, aprovechando el poco espacio de maneras supercreativas. Y teniendo en cuenta todo lo anterior, el precio era realmente abusivo. 

Una vez estuvo la mesa despejada, volvieron a colocar las fotos, desparramadas como el vino de una copa. Separaron las sillas para tener un poco más de espacio. Se colocaron uno al lado del otro y centraron sus miradas en las fotografías.

—No son muchas —señaló Ryu.

—No, pero son muy buenas —soltó sin pensar Ima.

—¿Has visto todos? —dijo él refiriéndose a los Ecos.

—Sí.

Ryu pasó el dedo por encima de las fotos. 

—No sé cuál coger.

A Ima se le cortó la respiración. Tenía miedo que cogiese la foto de la cerveza, pero, por otra parte, deseaba que la escogiera, para así poder ver su reacción y comprobar si era recíproco aquello que empezaba a surgir entre ellos. No obstante, no dijo nada y se limitó a encogerse de hombros.

Al fin y al cabo, Ryu optó por escoger la dichosa fotografía de la cerveza. Accedió al Eco e Ima pudo presenciar como las emociones de la foto fluían directas hacia él, distorsionando el aire alrededor de ambos. Tuvo la sensación de que podía cogerlas, adueñarse de ellas y estuvo tentada de estirar el brazo y tocarlas, pero mantuvo a raya esos instintos. 

Por su parte, Ryu se abrió al Eco, dejando que le arrollase como un camión sin frenos. El sabor dulzón, la ternura del momento se apoderaron de su mente y le sumieron en un efímero éxtasis. Después, todo volvió a la normalidad. 

Ima le miraba, con las mejillas encendidas como dos faroles, fruto de la vergüenza. Ryu respiraba entrecortadamente, con los ojos entrecerrados, disfrutando de la experiencia y el corazón martilleándole en el pecho. Los dos se miraron y por un momento parecieron flotar en el aire, como si el universo entero se desvaneciese, convertido en polvo, y solo quedasen ellos dos. Ajenos a todo lo demás, se besaron.  Recobraron el sentido cuando sus labios se juntaron y ambos pensaron al instante que no era buena idea, pero hicieron caso omiso a su conciencia y a las advertencias que su mente les lanzaba y se dejaron llevar.


El beso empezó de manera lenta, cuidadosa, con una cadencia hipnótica, pero a los pocos segundos fue ganando intensidad, como si una orquesta desbocada marcara el ritmo que debían seguir. Debido a la pasión que solo hacía que incrementar y sin saber muy bien como, Ryu se acercó a Ima, haciendo que retrocediese y chocase contra la pared cercana. 

Las mentes de ambos eran un revoltijo de pensamientos, percepciones y miedos de las que no podían sacar nada en claro.

Ima se aferró al cuerpo de Ryu, rodeándole el cuello con el brazo y atrayéndole hacia ella. Él, poco a poco, sinuoso, descendió, besándole el cuello. Por cada acción que hacía uno, había una respuesta por parte del otro.

Ima decidió tomar las riendas y empezó a desvestir a Ryu, quitándole la camiseta, que por un momento sonrió, anhelante. Acto seguido, se quitó ella misma su propia camisa, privando así de dicha oportunidad a Ryu.

Había algo excitante en ese ir y venir de dominar a una persona y dejarse dominar. Ima tenía la sensación de que con Ryu era más sencillo caer en ese juego, al contrario que con Makoto, donde todo era automático y las cosas se hacían porque debían hacerse, no porque hubiese un deseo o una pasión real.

Mientras Ima creía tener el control, cambiaron las tornas. Ryu, le alzó los brazos por las muñecas, inmovilizándola y volvió besarla, esta vez con más fuerza.

Ima gimió y cualquier atisbo de dominancia se evaporó. Un cálido y reconfortante escalofrío le recorrió todo el cuerpo. 

Empezaron a moverse, dirección a la habitación, atraídos como si fueran un imán. El poco espacio no ayudó. Tropezaron, lo que generó risas que ambos agradecieron. Al llegar, acabaron de desvestirse y Ryu la tumbó en la cama, con sumo cuidado. A Ima le llamó la atención el continuo contraste de Ryu y ver como luchaba contra sus instintos más básicos y trataba de mantener el erotismo y el romanticismo de la situación, le enterneció. 

Una vez tumbados, perdieron poco tiempo entre besos y caricias. Sus respiraciones se acompasaron, mientras Ryu embestía e Ima movía levemente las caderas. 

Fueron uno. Compartieron el calor de sus cuerpos, sus gemidos y sus placeres más profundos.

Al acabar, ambos estuvieron de acuerdo en que el día había sido maravilloso y había acabado con algo sumamente placentero, aunque algo inesperado.







Entre dos realidadesजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें