Capítulo cuatro

519 57 5
                                    

Rachel-Rebekha

El camino en auto se siente extraño. Mi padre o el padre de Rebekha,permanece manejando todo el trayecto, no conozco Nueva York, de hecho llegué aquí en circunstancias lejanas a viajar por mi propia cuenta y odio el hecho de haber conocido la ciudad solo por ser raptada.

Hace una año salía del centro comercial después de salir con un chico, me pregunto que será la vida de Zack y si lograría conseguir la beca para la universidad de Princeton.  Y quién sabe si la carta con mi admisión  a la universidad llegaría, supongo que sí y solo espero que eso no haya puesto triste a mi hermano.

Logan, mi hermano mayor. Lo extraño tanto.

Ahora estoy aquí llevando un vestido caro junto a u  señor que piensa que soy su hija. Pero no puedo decirle que no soy ella.

—Pensé que te había perdido para siempre— habla y lo observo— lo siento tanto, el mundo es un lugar horrible.

No respondo.

El mundo es de los más horrible.

Nunca volvería a ver a Logan y si consigo mi libertad después de esto no pienso ir a Los Ángeles, la vergüenza que sentiría mi hermano al saber que me he prostituido, que hubieron hombres que me drogaron e hicieron conmigo lo que quisieran en una habitación,  que muchas veces desperté y estaba desnuda y  completamente sola. Sintiéndome sucia, asquerosa y con mucho miedo.

Que pasaba y paso horas en el baño limpiando mi piel para no sentir más a aquellos hombres obesos que sudaban sobre mi,  aún no me puedo borrar de la mente el sonido de sus gemidos  contra mis gemidos.

Las lágrimas me abandonan y no me doy cuenta hasta que un dedo me las limpia, me alejo de su toque de inmediato.

—¿Que te hicieron mi pequeña?— su voz me da una sensación en el pecho que un sollozo escapa de mis labios.

—Cosas horribles— pronuncio y él me abraza,  yo hago los mismo. Estoy abrazando a un completo desconocido y es como si lo conociera realmente.

—Todo estará bien mi pequeña,  todo estará bien.

—¡Oh por dios! ¡es cierto lo que dicen los reporteros!— una mujer rubia corre hacia mí apenas abajo del auto. La conozco por las fotografías que Marcos me mostró.

—Tía Cecilia— le digo y ella me abraza de inmediato. Llora desconsoladamente.

—No hay un año en que no me hagas sacar canas verdes,  voy a tener que ponerme mucho más bótox por todo el estrés que he pasado estos últimos meses.

—Quiero una cita para mi también, siento que perdí la poca juventud que me quedaba— dice padre.

Suelto una risita.

—Te ves delgada, pero no importa.  Volveremos a ponerte como antes y hasta muchísimo mejor.

Al entrar soy recibida con alegría por otras personas que también miré en fotos. Amas de llaves que me abrazan y guardaespaldas que me sonrien con calidez.

—Tu habitación sigue igual que cuando te fuiste, aunque te fuiste mucho antes con... ya sabes quién — me dice Cecilia, se refiere a Lucas. Ya vivía con él o al menos la verdadera Rebekha lo hacía.

—Puedo... puedo quedarme a solas — digo.

—Por supuesto, quieres algo de comer.  Tomasso,  quería preparar una comida pero le dije que no. Supongo que no te sientes del todo cómoda.

—No... gracias por entender.

—Tranquila, pequeña.  Te entiendo perfectamente. Si necesitas algo estamos por allí.

Usurpando La Mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora