Capítulo Diez

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Lucas

Termino de leer los correos atrasados y cierro la laptop para concentrarme en la mujer que estaba sentada en el jardín leyendo.

Rachel, aunque es idéntica a Rebekha tiene cosas que puedo diferenciarlas de ella.

La puerta se abre y Tin tin atraviesa la puerta con el padre de la mujer que me traicionó.

—Espero estés aquí por el hecho de que hayas pensando las cosas bien sobre nuestros negocios — lo observo y recuesto mi espalda contra la la silla.

—Estoy aquí no como el cenador que te ha ayudado a lavar activos. Estoy aquí como padre.

Ruedo los ojos.

—No me interesa, te puedes largar — le hago una señal a Dalton para que saque a Donatello de mi vista. El hombre es viejo pero es un gran estratega a la hora de lavar activos con su empresa, es un cenador político y tiene muchos amigos que se han puesto de mi lado gracias a él. Por él conocí a la maldita que me delató con la autoridad.

Ante el mundo no era más que un empresario con demasiado millones, el mundo es ingenuo y pude manipularlo a mi antojo.

—No te atrevas a ponerme un dedo encima — señala a mi Guardaespaldas que se queda a centímetros del hombre.

—Tu hija vive bajo mi techo y el hecho de que seas su padre no quiere decir que vas a venir a ponerme condiciones porque fácilmente me las paso por el culo— le advierto comenzando a molestarme— será mejor que te devuelvas por donde viniste o te vas con una bala entre las cejas.

Lo veo arder en rabia pero no me dice nada.

—Tendrás tu castigo, Lucas D’Angelo. No eres más que un niño con demasiado poder y eso será demasiado para ti.

—Si, ahora lárgate que no tengo tiempo para tus idioteces — ya me arruinó el día.

Se larga junto con Tin Tin qué lo acompaña.

Se le acerca a “su hija “ es tan idiota que no siquiera se ha dado cuenta que ni es ella. Donatello es un peón en mi pieza de ajedrez que puedo mover a mi antojo cuando quiera, ya que el mundo sabe quién realmente soy no tengo porque andar con jugarretas y contemplaciones con nadie.

Me levanto furioso y salgo de mi despacho. Necesito desahogar esta rabia que me llena el cuerpo, por ellos cuando me dirijo a las camionetas mis hombres ya están listos para irse conmigo y digo mi destino favorito.

—Al club Gato negro.

—Como ordene, señor.


El club está caracterizado por sus hermosas mujeres traídas desde todas parte del mundo, hay desde latinas a asiáticas qué están aquí por su propia voluntad. Soy el dueño y mis socios algunos de mis subordinados que vienen de vez en cuando a divertirse como yo en esta noche, las mujeres están bailando, haciendo exhibiciones lesbicos en cabinas. Este es la zona verde y la zona roja es donde está todo el morbo.

—Su máscara señor— me la entregan y me coloco el antifaz negro que me cubre parte del rostro dejando solo los ojos y la boca libres. Este es uno de mis reglas. Al entrar tienen que colocarse antifaz, nadie puede quitársela al menos que sea por propia voluntad y solo en las habitaciones. Mis clientes son hombres exclusivos, pierden venir desde curas hasta políticos de la alta rama.

Me adentro a la zona roja. Me gusta observar y es lo que hago cuando me siento solo con Tintin a mi lado quien también lleva una máscara color negro, el hombre se crió conmigo desde niño y ahora es mi amigo, hermano y mano derecha. Fue quién más me apoyo en el momento de tomar la Cosa nostra y la camorra. Ambas me pertenecen.

Usurpando La Mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora