Usurpando La Mafia

Capítulo trece

Luca

Deslizo los dedos por las teclas de piano las cuáles dejan una hermosa melodía en el ambiente y llena de placer mis oídos de una manera exquisita. Toco piano desde los cinco años, me enseñaron en aquel internado donde fui llevado por siete años hasta que mi padre decidió que era momento de regresar a la famiglia. Es una de las pocas cosas que mantengo presente de mi pasado, en aquel entonces no sabía lo que me esperaba al llegar la mansión.

Padre comenzó a llevarme con él, a pesar de que mi madre intentaba evitarlo pero mi padre era el Don de la mafia siciliana y por ellos el tenía el poder y la palabra ante todo, incluso de la de mi madre.

Mi madre se rehusó a muchas cosas, a qué me llevaran al internado y que mi padre diera inicio a mi integración en la mafia con solos doce años. Recuerdo la vez que maté a mi primer hombre, me encerró en una jaula donde estábamos un ex convicto y traidor de mi padre dispuesto a matarme, tuve que defenderme por qué lo decepcionaría si salía muerto de allí. Los gritos eufóricos de las personas que veían como intentaba sobtevivir, me atacó desesperado y le terminé enterrando un cuchillo en la garganta la cuál deslice, el sonido de su carne y la sangre me dieron ganas de vomitar pero lo retuve.

Padre me dió un asentimiento con su cabeza y no dejó de mirarme con un brillo de orgullo. Maté sin ningún tipo de entrenamiento y después de eso, Jhon comenzó a entrenarme, era la mano derecha de papá y padre de Tintin quien conocí en ese entonces y ambos comenzamos a entrenar para ser iguales.

Peleas a puños, entrenamiento con dagas, cuchillos y toda arma blanca que pueda existir. Tiro al blanco, armas que iban desde las más pequeñas a las más grandes a medida de crecimos.

Hasta que padre murió junto a Jhon, fué doloroso pero un hombre no se permite llorar. Padre me reprimió a tal punto que el dolor  interno incluso fuese tolerable. Después de eso madre se fué y no volvió dejándome a una edad de dieciséis años, sin padres y un gobierno de mafia al cuál liderar.

El FBI había matado a padre, celebraron el haberlo derrotado y se fotografiaron con su cuerpo sin vida. Nadie reclamó su cuerpo, no podía exponer que había más de la mafia italiana y por ello me escondí, hicimos como que Italia era libre de mafias después de tantos años y siglos donde la mafia se había mantenido más que viva durante generaciones. Los hombres de mi padre me dieron lealtad y han permanecido conmigo durante años.

El FBI se dió cuenta dos años después que la mafia continuaba pero no sabían quién era el nuevo Capo di tutti capi. Así se mantuvo durante algún tiempo, abrí clubes, mis hombres buscaron mujeres para ellos en contra de su voluntad o por voluntad propia, era lo mismo. Comencé a crear armas con largo alcance y con tiros de alto impacto, mis creaciones comenzaron a escucharse en el mundo y otros clanes de mafia me pedían armas las cuales fabrique, diseñé y distribuí desde la Yakusa japonesa hasta la guerrila Colombiana.

Me respetaban de una manera que no creí que hicieran por lo joven que era, me veían como el mejor líder que habían tenido en años, me tenían y eso me gustaba. La sangre ya no me asqueaba.como la primera vez y de vez en cuandoe gustaba matar como tanto follar con putas de mis clubes.

Hasta que conocí a la mujer que se convirtió mi predicción, Rebekah Zafiro. Me envolvió en su telaraña y me reveló ante el FBI.

Dejo de tocar el piano ante el recuerdo de lo débil que fuí con ella.

Lo imbécil que fuí y que jamás se volverá a repetir. La próxima vez que la tenga frente a mí voy a torturarla por traidora.

Sé que ya no estoy solo en la sala. Que hay una mujer rubia observandome desde hace cinco minutos, alterando mis nervios como un adolescente. El que sea igual a mi ex prometida me dan ganas de torcer su cuello pero no sé cuantas veces me he dicho que no es ella y nunca lo será.