Capítulo Ocho

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Rebekha-Rachel

Sinceramente puedo contar las veces que en las últimas semanas me han apuntado con un arma o han atentado contra mi vida.

—Señorita, Emily, por favor baje eso— Elsa le dice con un tono de miedo en su voz. Yo me mantengo de pie mirando el arma apuntarme, estoy vagada del miedo pero supongo que puedo librarme de esta.

—No es necesario que hagas esto— la miro a los ojos. No la conozco pero ella si y creo que es una persona más a la lista de “Personas que odian a Rebekha”.  Al parecer esta mujer dedicó su vida a hacer más enemigos que amigos.

—Por supuesto que es necesario— no veo venir el golpe con la cacha del arma, siento el impacto y el golpe que me lleva al suelo. Una punzada de dolor me atraviesa la cabeza y siento la sangre correr por mi piel, lo confirmo cuando llevo mis dedos a la zona.

—Por el amor de dios, Emily, el Don no te perdonará que hayas golpeado a su prometida.

Mira a la mujer que está en medio de ambas, me levanto del suelo y siento sus ojos cargados de odio.

—Si la perdonó a ella, puede perdonarme a mi. Tendrá que perdonar que la mate aquí mismo y luego ordenaré que entierren sus restos en el jardín, en el mismo lugar donde me casaré con él y el mismo lugar donde lo follaré. Sobre tus restos, cagna.

 

—Será mejor que baje el arma— Snow está detrás de ella apuntándole en la cabeza.

—Por lo visto continuas aquí— la mujer no tiene otra que bajar el arma.

—Hasta mi muerte— Snow le responde y le quita el arma de la mano— será mejor que te vayas, no querrás enfrentarte al Don.

—A mi novio, querrás decir— me mira con odio y da un paso en mi dirección pero Snow le toma del brazo y ella se zafa quedándose donde está.

—Es una promesa—me dice— te mataré y diré mis votos sobre tu tumba.

Se acomoda el cabello y la cartera que lleva, mira a Snow— tu también tendrás el mismo destino.

Entonces se va y Snow se acerca a mi rápidamente mientras guarda su arma.

—¿Está sangrando? Hay que curarla.

—No es nada, la sangre es un poco escandalosa.

—Yo la curo, dile al Don lo que pasó. No estará muy contento.


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Gimo de dolor cuando Elsa me aplica una pomada la cual arde y duele. Finalizan con poner un parche sobre la herida. Me dice que la cicatriz será mínima y me ha dado pastillas para el dolor de cabeza que se ha intensificado con los minutos que pasan. La puerta se abre y Lucas entra acompañado de dos hombres gemelos que tienen cara de muy pocos amigos al igual que el hombre que aunque es un poco más bajo que los dos hombres detrás de él, denota poder.

Usurpando La Mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora