003. La Serpiente de Medusa

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La noche caía lentamente sobre Tokio. La pequeña y acogedora barra de ramen se distinguía con sus luces cálidas y letreros brillantes. El aire se llenaba de la cautivadora fragancia del caldo de huesos que burbujeaba en las ollas. La tenue iluminación realzaba la destreza del chef, cuyas manos expertas se movían con gracia mientras preparaba los fideos con maestría ante la barra. El murmullo de los comensales, mezclado con el sonido del vapor y los fideos cocinándose, creaba una sinfonía gastronómica.

En medio del escenario, nos encontrábamos Yuuji, Megumi y yo después de un tedioso día de entrenamiento. El delicioso caldo y el consuelo de los carbohidratos calmaba el estrés que habíamos acumulado en los últimos días. Sukuna y yo hemos estado entrenando sin descanso durante el último mes para la pelea que se daría en unos días. Toji Fushiguro es un magnífico peleador de muay thai, una verdadera amenaza para un boxeador como Sukuna. Debíamos prepararnos lo mejor posible.

—¿Mi hermano no te ha dejado descansar?—. Me pregunto Yuuji al verme estirar mi cuello con la ayuda de mis manos.

—Sí, me dice que ni siquiera me atreviera a pensar en descansar por qué me echara del gimnasio—. Respondí. El estrés en mi cuello volvió con solo pensar en sus berrinches.

Entendía que estuviera nervioso por la pelea. Tenía un título importante que mantener y todos los peleadores en su división y en las divisiones seguidas lo quieren. Sukuna solo es un rey protegiendo su corona, pero esto ya era demasiado. Toda su tensión poco a poco se iba subiendo a mi espalda. Aunque debía de admitir que su dedicación por el deporte es admirable. Mientras nosotros comíamos un delicioso tazón de ramen sin preocuparnos por un segundo de nuestras dietas, Sukuna seguía entrenando en el gimnasio vacío.

—Sukuna siempre se pone así. Solo empeora con cada pelea—. Explicó Megumi sin desviar la mirada de su tazón.

—¿No tiene una forma de relajarse? Si sigue tensando sus músculos de esa manera, puede ser malo a la larga—. Lo sabía por experiencia.

—La tiene, pero no podemos ayudarlo con eso—. Yuuji negó con la cabeza.

—¿Qué? ¿Por qué no?—. Pregunte. Era su entrenadora, debía saberlo.

Yuuji vio por un segundo a Megumi como si estuviera dudando si decirme o no. Eran pequeños momentos como estos que me hacían entender por qué eran amigos a pesar de tener dos personalidades completamente distintas. Ellos podían comunicarse con solo sus miradas y gestos mínimos. Ojalá yo tuviera una conexión así con alguien. Yuuji soltó un suspiro y regresó a comer, evadiendo por completo la pregunta.

—¿Por qué no me quieres decir?—. Le pregunté directamente.

—Es que... no es que se relaje con eso. Es más como un ritual de buena suerte—. Explico de mala gana.

Los rituales de buena suerte son comunes en cualquier deporte. Hay futbolistas que cantan un himno antes de salir a la cancha, beisbolistas que usan un par de calcetines especiales y peleadores que se tatúan talismanes en la espalda. Estaba acostumbrada a ese tipo de cosas y de seguro Yuuji también.

—Eso no tiene nada de malo—. Dije.

—Lo es porque Sukuna no sabe contenerse—. Respondió Yuuji.

Podía presentir que quería evadir el tema. No sabía exactamente por qué, pero debía tener una buena razón para hacerlo, por lo que decidí no insistir y seguir comiendo, pero ya no conversábamos. No era un silencio incómodo, solo estábamos cansados del tema y debíamos relajarnos.

—Yuuji, es su entrenadora, tal vez debas decirle—. Megumi inquirió después de terminar su plato.

—No es necesario—. Su amigo respondió.

Jinx (Sukuna Ryomen x T/N)Where stories live. Discover now