008. Pelea Por Mí

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Había sido la mañana más incómoda de mi vida. Aún no puedo hacerme a la idea de que me quede dormida en la cama de Sukuna como si nada. Lo único que pude hacer fue vestirme deprisa para regresar a mi casa antes de que el entrenamiento matutino comenzará. Por suerte, no vi a Sukuna al salir, de seguro había dormido en la habitación de invitados... o bueno, eso creía. Su penthouse era enorme, estaba segura de que debía haber una habitación extra. Al llegar al gimnasio, Sukuna solo me regañó por llegar tarde como si la noche anterior no hubiese ocurrido, por lo que yo actúe acorde.

Los aplausos y gritos inundaron la arena en cuanto el himno de Sukuna comenzó a retumbar por los altavoces. A pesar de que era la última pelea de la noche, esta velada apenas estaba comenzando. El sonido se mitigaba con cada paso que dábamos hacia el intimidante octágono en donde Naoya nos esperaba después de hacer su entrada triunfante. Estaba tan nerviosa que sentía que iba a vomitar en cualquier momento, pero debía mantenerme fuerte. Este no era el momento para actuar como una cobarde.

El árbitro revisó los guantes y el cuerpo de Sukuna en busca de bolsas de arena o algo fuera de lugar. Durante la inspección, Sukuna me dedicó una mirada seria. Lucía tan calmado para alguien que iba a ser encerrado en una jaula para pelear contra otra bestia de su tamaño. Había interrumpido el ritual de la suerte de Naoya y lo había ayudado a realizar el suyo con éxito. Estaba seguro de que iba a ganar, pero no podía darse el lujo de bajar la guardia.

Sukuna subió al gran escenario y dio una vuelta por el perímetro para que todos pudieran admirar su grandeza. Naoya en vez de observarlo para analizar a su oponente, estaba concentrado en mí. Sus ojos me miraban a través de las rejas negras, transmitiendo un mensaje que no quería descifrar. Sukuna debía vencerlo si no quería que él se escapara de la jaula y me encerrara en sus garras. Trague saliva en cuanto el árbitro los acercó para darle las indicaciones básicas. Era hora. Cerré los ojos para orarle a todas las deidades del plano estelar, crucé los dedos y rogaba que el signo de Sukuna fuera afortunado el día de hoy.

La campana sonó y el encuentro comenzó. La gente exclamó con anticipación mientras el león se enfrentaba al guepardo en una peligrosa danza por el dominio. Como lo habíamos planeado, Sukuna se estaba tomando su tiempo con él. Estaba esperando a que nuestro enemigo en común se sintiera cómodo en acercarse. Naoya mordió el sebo al acercarse a él de golpe con un par de jabs, iba justo a su quijada para terminar pronto. "Se ve diferente," pensé al verlo atacar a Sukuna sin titubear. Estaba desesperado por ganar esta pelea y lo haría lo más rápido posible, incluso si eso significaba desechar toda su energía en el primer round.

Todo se estaba decidiendo en boxeo en los primeros dos asaltos, íbamos acorde al plan. Sukuna se sentía como un pez en el agua, esquivando cada golpe que recibía y dándole un par de jabs que conectaban perfectamente con su cuerpo, mientras que Naoya luchaba por derribarlo. Faltaba un minuto para que se acabara el tercer asalto cuando Naoya derribó a Sukuna con una patada giratoria. El guepardo se convirtió en una peligrosa boa que se encadenó a su cuerpo sin piedad. Sus piernas rodeaban su cintura para hacerle una llave por el cuello. Sukuna intentó alejarse del agarre a golpes y patadas ahogadas, pero Naoya no iba a dejar que se fuera a ningún lado.

—¡Resiste, Sukuna!—. Grite desesperada entre los aullidos de los fanáticos.

Miraba el contador esperanzada de que los segundos transcurrieran rápidamente, pero se sentía como una eternidad. Sukuna alejaba el brazo que encadenaba su cuello a duras penas para no desmayarse. Estaba a punto de llorar, el campeón no podía perder, hoy no.

La campana sonó y los peleadores se alejaron. Suspire aliviada y subí rápidamente al octágono junto a Gojo y Yuuji para asistirlo. Gojo le puso hielo en el hombro y Yuuji le daba agua.

Jinx (Sukuna Ryomen x T/N)Where stories live. Discover now