007. Ayúdame A Ayudarme

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Quedaban menos de 48 horas para la gran pelea. Esta vez la noche de campeonato se llevaría a cabo en Tokio, siempre era bueno pelear desde casa. Sukuna y Naoya habían pasado por los jueces y los árbitros para el pesaje oficial en las instalaciones oficiales de la UFC. Por suerte, Naoya solo se dedicó a lanzarme miradas coquetas y no me dedicó ninguna palabra durante el breve encuentro. Si Sukuna se enteraba de que había apostado mi puesto como entrenadora, me mataría sin dudarlo.

La banda se movía debajo de mis pies. No podía rendirme. El resultado de esta pelea recae en mi actitud ante las circunstancias. Mis brazos se balanceaban con cada paso que daba. Debía asegurar la suerte de Sukuna a como diera lugar. Mi respiración comenzaba a entrecortarse debido al cansancio. Sukuna ganó la última pelea contra Toji Fushiguro gracias a mí. Mis pies se movían por sí solos. ¿Acaso debería acostarme de nuevo con él?

—¡Oye!—. Sukuna me gritó al oído, despertándome del trance en el que estaba.

Mis pies se detuvieron en seco sobre la caminadora, provocando que perdiera el balance y me tropezara. La banda me empujó fuera de la plataforma, haciéndome rodar hasta caer al suelo. La cabeza me daba vueltas, por lo que me recosté en el suelo para recuperarme. Es una pésima idea levantarse de golpe después de una caída seria, así es como uno se desmaya.

—¿Qué mierda te pasa hoy? Andas en las nubes—. Me pregunto Sukuna molesto.

—Cállate—. Masculle con el ceño fruncido.

—¿Estás preocupada por la pelea de mañana?—. Me pregunto irritado.

"¡Claro que estoy preocupada! ¡Si no ganas mañana, deberé regresar con los Zenin!", pensé, pero no le podía decir eso. Yo me había metido sola en este embrollo, estaba dispuesta a salir sola de él y darle una lección al imbécil de Naoya Zenin.

—Un poco, pero todo estará bien. Confío que tu ritual de buena suerte funcionará, por cierto, ¿ya tienes con quien?—. Pregunte, intentando no parecer muy obvia.

—¡Baja la puta voz!—. Sukuna me regañó entre susurros, arrodillándose junto a mí para verme a la cara. —Solo Yuuji debería saber, pero abrió la boca y ahora Gojo y tú saben—. Me susurro después de asegurarse que nadie alrededor nos estuviera poniendo atención.

—También Megumi lo sabe—.

—Maldito metiche de mierda—. Refunfuño.

No pensaba que él estuviera avergonzado por su ritual de la suerte. Sí, era poco convencional, pero no sabía que era un gran secreto a voces. Por lo general, los deportistas masculinos no se sienten avergonzados por coger con varias mujeres, incluso se regodean al respecto llevando a una mujer distinta a sus partidos. Pensé que Sukuna sería como ellos, me sorprendía que no fuera así.

—Ya levántate, pareces estúpida—. Me dijo al darme la mano para ayudarme.

—Que bueno que te agarré descansando, Sukuna—. Nanami anunció su presencia mientras se acercaba a nosotros. —Oye, ¿no se supone que debías irte hace 10 minutos?—. Me pregunto directamente. Mire mi reloj, eran las 2:10 pm. Debía irme pronto si quería llegar a mi cita a tiempo.

—¡Es cierto! Gracias por recordarme—. Le agradecí a Nanami antes de lanzarme hacia los casilleros para cambiarme.

—¡¿Qué?! ¡¿A dónde vas?! ¡Mañana es la pelea!—. Exclamó Sukuna furioso al tomarme del brazo para que no me escapara.

—¡Te va a ayudar a ganar! ¡Te lo prometo!—. Exclame para que me soltara.

—¿Vas a dejar que se vaya?—. Sukuna le preguntó a Nanami como si él fuera mi papá.

Jinx (Sukuna Ryomen x T/N)Where stories live. Discover now