011. La Otra

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—¿Salmón o merluza?—. Me pregunté mientras comparaba los dos paquetes de pescado.

Me encontraba en la pescadería del mejor supermercado de la ciudad, el Mayorista. Mi piel expuesta se refrescaba por estar frente a la cama de hielo y cerca de la sección de los congelados lleno de refrigerios y comidas rápidas. Los nervios en mis manos comenzaban a tensarse por sostener los paquetes congelados por mucho tiempo.

Señoras arrastrando lentamente sus carritos por los pasillos blancos, niños llorándole a sus madres que ya se quieren ir a casa y los empleados corriendo de lado a lado detrás de mí. La música popular enmarcaba mis pensamientos mientras leía los datos nutricionales de cada producto, centrándome en los gramos de proteína. Ya que yo estaba a cargo de hacerle de comer a Sukuna por su cumpleaños, debía de elegir los mejores productos para hacerle la mejor cena que ha tenido en años.

El salmón tiene 20 gramos de proteínas, 13 de grasas y cero carbohidratos. Además de su aporte de Omega-3, para los atletas de alto rendimiento es el pescado ideal, ya que tiene una muy buena relación de proteínas y grasas saludables. Sí lo hacía al horno, estaba segura de que me quedaría riquísimo. ¿El único problema? El famoso mercurio. Aunque, según algunos estudios, es cierto que el salmón es el pescado que menos cantidad contiene. La merluza suele ser su suplente, que tiene menos grasas, pero igual o más proteínas, y además se digiere muchísimo mejor.

—El salmón tiene más potasio, selenio y vitamina B12—. Una voz femenina interrumpió mi debate mental.

Mis ojos abrieron al ver a la belleza que tenía al lado. Una mujer delgada y de estatura alta. Su cabello rubio era largo y su flequillo le sentaba genial. Sus cejas finas enmarcaban sus grandes ojos marrones. Su camisa negra de cuello de tortuga ceñida al cuerpo y sus pantalones de tiro largo le quedaban fenomenal. Era como admirar una bella estatua de porcelana, te podías perder fácilmente en los detalles de su persona.

—Oh, gracias. ¿Eres nutrióloga o algo así?—. Le pregunté con curiosidad mientras regresaba la merluza a la cama de hielo.

—Soy entrenadora de Jujutsu. Nunca pensé en conocer a la Serpiente de Medusa en un supermercado—. Bromeo.

Debí haberlo visto antes. Su complexión física era magnífica para una peleadora de Jujutsu. Sus brazos estaban perfectamente tonificados y sus piernas largas podían derribar a cualquier rival de una patada. Comenzaba a envidiar su cuerpo.

—Supe que eras la entrenadora de Ryomen, veo que son... muy cercanos—. Dijo mientras miraba directamente a la pulsera que Sukuna me había regalado. Eso era raro.

—Es una tarea complicada, pero creo que cada día nos entendemos más—. Conteste con honestidad.

—¿Sabes? Yo quería ser su entrenadora—. Me dijo como si nada.

Algo en mí encendió una alarma de alerta. Podía presentir que esta conversación tenía una doble intención. ¿Acaso estaba amenazando mi posición? ¿Sabía que ya no sería la entrenadora de Sukuna pronto? ¿Solo intentaba hacer conversación en medio de la sección de congelados? Era una mujer hermosa de admirar, pero no me gustaba a donde iba la conversación.

—¿Quién es usted?—. Le pregunté confundida, rompiendo completamente el flujo de la conversación.

—Me llamo Yuki Tsukumo—. Se presentó con una sonrisa. "¡Ella es la Yuki que le mando la pulsera a Sukuna!", pensé. Intente que no se reflejara la sorpresa en mi rostro, pero no estoy segura de que lo haya logrado. —Veo que recibió mi regalo, es una pena que él no haya querido usarlo—.

—Sukuna no le gusta recibir regalos, por eso me la dio—. Conteste, mi tono sonó más a la defensiva de lo que quería.

—Menos mal no la tiro a la basura—. Dijo antes de tomar el paquete que había dejado con la merluza. —Espero que él tampoco te tire a la basura—. Con esa amenaza, se alejó, perdiéndose por el pasillo de cereales.

Jinx (Sukuna Ryomen x T/N)Where stories live. Discover now